viernes, 20 de diciembre de 2019

TESTIMONIO

RECORDANDO PARA NO OLVIDAR
El tiro de gracia ...
Ramon Alberto Rivero Blanco

Hoy hace 34 años (tenía 23 años de edad) recibí un impacto de bala cal. .38 Spl que me interesó el colon transverso y me rozó el hígado... mi querido hermano de vida, el comisario Eduardo Iglesias, me trasladó de emergencia a la clínica Caurimare y permaneció cerca de mí en todo momento, luego llegaron mis hermanos Carlos y Guillermo y mis queridos amigos los comisarios William (Billy) McLaws y Ernesto Peñuela y quién sabe cuántos más a interesarse por mi estado.

Es la primera vez que escribo sobre esta experiencia, que se constituyó en una de las más importantes en mi vida hasta el momento… las circunstancias en que sucedió este incidente no son relevantes...

Los cirujanos de guardia, doctores Biaggio Maccarone y Eduardo Ibarra, me efectuaron una laparatomía supra-umbilical exploratoria y me transfundieron mucha sangre, lograron limpiarme la cavidad abdominal y seccionar las partes afectadas y suturar el intestino grueso, también me hicieron un curetaje en el hígado y me suturaron una herida en la cabeza... estuve casi una semana en terapia intensiva, tuve algunas complicaciones: se me infectó la pared interna de la herida de la incisión operatoria y el orificio de salida del proyectil, lo que me causó una fiebre muy alta… Me trasladaron al hospital Padre Machado para hacerme una tomografía ya que la infección en la pared interna de la incisión no se apreciaba a simple vista, examen que resultó infructuoso… hasta que el Dr. Maccarone pudo detectar una pequeña área rojiza donde podría estar localizada la infección y me dijo “tengo que abrirte con un bisturí y no puedo anestesiarte, ya que ésta no surtiría efecto por la misma naturaleza de la infección” y así lo hizo, y luego de una explosión de líquido fétido y sanguinolento, me sentí aliviado de inmediato. Mi madre estaba muy nerviosa para cuidarme y además me ponía muy nervioso… así que quien asumió esa tarea en cuerpo y alma fue mi madrina Inés Fuentes de Rivero (Machela), quien siempre fue una segunda madre para mí.

Al poco tiempo de pasar a la habitación los efectos secundarios de los calmantes me impidieron poder dormir y este estado de vigilia tan prolongado me agotó en extremo… y finalmente cuando por fin pude regresar a casa, me dio una pleuritis, causada por el prolongado tiempo en la cama, y tan dolorosa que me obligó a dormir sentado para mitigar el dolor.

Eventualmente mejoré y empecé de nuevo mi vida cotidiana…

Ahora lo importante… esta experiencia fue trascendental y positiva para el resto de mi vida… dicen que “lo que no te mata, te fortalece”, pues es verdad… Sentí el amor y la solidaridad de muchas personas que me acompañaron desde el principio hasta el final de la experiencia. Los dolores de todo tipo me templaron. Aprendí de “un balazo” a entender el verdadero significado de la proximidad de la muerte y la fragilidad de la vida y lo necesario que es apreciarla y vivirla al máximo.

Lo más terrible de este trance fue ver el dolor y la impotencia reflejada en el rostro de mis padres… A ellos mi amor por siempre. Ellos, mis hermanos y mis seres queridos lloraron por mí a escondidas y me apoyaron hasta recuperarme. Las expresiones de cariño de muchas personas me dieron mucha fuerza y esperanza.

En fin, fue una de las experiencias más importantes y aleccionadoras y agradezco a la suma de todas ellas haberme forjado para un mejor futuro…

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