domingo, 8 de diciembre de 2019

PEGOSTES

De la ruindad subterránea
Luis Barragán

No comulgamos con una versión paradisiaca del pasado, por cierto, cada vez más remoto.  Empero, solemos recordar con facilidad dos características importantes de lo que fue el metro de Caracas: el orden y la limpieza, además,  en todo el refrigerado sistema. 

Por más  desbordada que estuviese, la prestación del servicio estaba confiada a reglas de universal difusión y acatamiento, por lo que una transgresión, así fuese modesta, inmediatamente acarreaba una sanción moral del resto de los usuarios que respondía a un medio confiable, seguro y confortable. Luego, la básica disciplina alcanzada sintonizaba con un tratamiento  profesional, serio y especializado del personal de una empresa pública que, faltando poco, le garantizaba una carrera digna, estable y bien remunerada, con todos los problemas que pudiesen existir.

Por largo tiempo, no hubo necesidad siquiera de marcar los andenes para acceder a los vagones, intuido el espacio disponible, y, luego de trazados, la operación se hizo más fácil con la absoluta y celosa pulcritud de las brillantes rayas amarillas sobre un fondo negro casi impecable. Dos décadas después, sin que tampoco coincida la señalización del piso con las puertas del vehículo (por el cambio de modelo de los trenes),  sólo sirven realmente de marca las pisadas envejecidas que refuerzan una suciedad de varias capas del suelo que perdió sus colores y sirve de escenario para la entrada y la salida anárquica y violenta de los vapores enrarecidos de la unidad que toca en suerte.

Algo más que una metáfora, el país rueda por una dictadura que, veinte años atrás, se dio una Constitución que ha violentado hasta la saciedad, desdibujados  socialmente gracias a un Estado exhausto y caricaturizado al que sólo lo explica la extorsión, incluyendo a sus propios y ya nada ingenuos partidarios. Además, pretende desautorizar a quienes reclamamos por su vigencia frente a la arrolladora anomia que ha propulsado, bajo las capas – esta vez geológicas – de la criminalidad.

Las ruindades del subterráneo caraqueño, hablan del descarrilamiento constitucional, pero también de la oportunidad para autodisciplinarnos y, convencidos del rumbo a tomar, salir del prolongado, amargo y obscuro túnel en el que nos encontramos, hacia la libertad. Esto es, intuir y desarrollar el papel que a cada ciudadano nos corresponde para darle alcance velozmente al siglo XXI, convertida la libertad en pivote para una superior calidad de vida.

Fotografías: LB, Caracas (2019).
10/2/2019:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/de-la-ruindad-subterranea

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