¿La Fracción 16 de Julio se
va a abstener o va a votar en contra, a propósito de la reelección de Juan
Guaidó como presidente de la AN?
Hemos generado confianza en
la ciudadanía por el sentido de responsabilidad que caracteriza cada postura
asumida por la Fracción 16 de Julio, prosiguiendo con la evaluación de las
específicas circunstancias del venidero 5 de enero. Cercano y distante a la
vez, haremos pública nuestra definitiva decisión el día anterior, en horas de
la tarde, después de reunida la bancada, pues, por muchas que sean las ventajas
de los medios digitales, la deliberación de sus integrantes es presencial
considerada siempre la valiosa opinión de los diputados forzados al duro exilio,
como Juan Pablo García y Richard Blanco.
Además, abonando a esa
confianza, hemos difundido el necesario
presupuesto político para sufragar en la cámara: firmes adversarios de la
cohabitación, importa y mucho darle claridad y transparencia a la conducción
opositora que le corresponde a un parlamento que ante todo debe ser tal, algo
muy diferente a las jugarretas varias veces reñidas con la ética y orientadas a
la celebración de unos pretendidos comicios sin el cese de la usurpación. La Asamblea Nacional ha perdido credibilidad también
por un habitual Orden del Día que tiende a generalizar y a banalizar nuestros
problemas, sin la debida, libérrima,
concreta y consistente discusión que ameritan. Por consiguiente, recuperar la
confianza, la credibilidad, el respeto y, en definitiva, la creencia en el
parlamento, depende y dependerá de sus actuaciones encabezadas por una
presidencia sobria, convincente y realmente comprometida con la ruta del coraje
que, sin distracción alguna, apunte al cese de la usurpación. Resulta indispensable rectificar,
reconociendo con franqueza que, en todo 2019, la corporación legislativa no
cumplió con lo que es un mandato histórico, por lo demás, intransferible.
John Magdaleno le recomienda
Guaidó que ya cese de lo que se llamado “mantra”; que sería los tres principios
de cese de la usurpación, gobierno provisional y elecciones libres. ¿Qué piensa
usted?
De hecho, es lo que ha
ocurrido a lo largo de todo 2019 con las consabidas e indeseables consecuencias
políticas y sociales del caso, como el de la desarticulación de la dirección
opositora tras el inútil diálogo de Oslo y sus derivados, faltando – sentimos –
por conocerse muchas de las facetas que van filtrándose muy lentamente, o el
del agravamiento inaudito de los problemas que operan como un morboso mecanismo
de extorsión del régimen. Aceptemos que,
después de la Constitución, el Estatuto de la Transición es el más importante
instrumento jurídico del país en las últimas décadas que no puede violentarse
impunemente, por cierto, una novedad en la literatura conocida sobre las
transiciones a la democracia. Y, aunque – por lo general – los “transitólogos”
suelen contradecirse respecto a las opiniones emitidas en el escenario público
y en el privado, deben convenir en un fenómeno particular: el de la
contribución que determinados sectores de
la oposición hacen al sostenimiento
del propio régimen, voluntariamente o no, aunque están llamados – al
menos, nominalmente – a reemplazarlo. Una consideración – digamos – académica
del asunto, arroja esta evidencia que una consideración meramente mediática
oculta, en medio de una guerra no convencional como la que padecemos.
¿Usted cree que siguen
siendo legítimos los diputados del oficialismo que, luego de haberse ido a la
Constituyente, ahora han regresado a sus respectivas curules en la AN?
Calentar el asiento en el hemiciclo, no les concede legitimidad
alguna. La cámara ha faltado a la debida calificación de quienes no sólo
aceptaron y ejercieron altas y medianas posiciones en el gobierno de la usurpación,
sino que abandonaron por más de dos años sus cargos y funciones parlamentarias
a dedicación exclusiva, como indica expresa e inequívocamente la Constitución.
Luego, no son diputados porque – faltando poco - dejaron a sus mismos electores a la deriva,
sin representación alguna. No obstante, observemos algunas circunstancias
también inéditas: los ex – diputados oficialistas fueron invitados y celebrados
al reincorporarse indebidamente a las curules, teniendo aún por misión la de
implosionar el parlamento, pero – además – los hay ministros fracasados y
dirigentes que no hallan cupo en el partido de gobierno ni en la tal
constituyente de la que simultáneamente forman parte, por lo que se resignan al
triste e indecoroso papel que le han impuesto.
¿Si no es por votos, como ustedes
advierten, cómo lograr, al menos, el cese de la usurpación?
En un encuentro ciudadano al
que asistimos en la parroquia Miguel Peña de Valencia, convertido en un foro
parlamentario centrado en los problemas esenciales del país, por cierto, con
una elevada calidad del debate, reivindicamos las iniciativas y los esfuerzos
realizados por la Fracción 16 de Julio en torno a la vía principal de la pronta
aplicación del TIAR, la insistencia en el 187, numeral 11 constitucional o la
conformación de un Consejo de Gobierno, sino también de la aparentemente vía
secundaria, como – por ejemplo – la defensa de la autonomía universitaria y la
libertad de cátedra. Conocida la infeliz sentencia 0324 del 27/08/19 del
ilegítimo TSJ, ha llegado la hora de realizar masiva y simultáneamente los
comicios internos de las universidades el 23 de enero o el 4 de febrero para
purgarlo de fantasmas, como una decisiva contribución al cese de la usurpación
en medio de un de lo que puede convertirse en un irresistible y cívico oleaje democratizador. Por ello, el parlamento debe
ser parlamento para adoptar las decisiones, incluso, legales que los faciliten,
yendo al corazón mismo de las realidades sociales que siguen un curso
insobornable, en lugar de recrearse como una élite sobrevenida que apuesta por
una falsa normalización de la vida social y política que lleva el sello
inconfundible de Oslo.
Según Rafael Poleo a María
Corina Machado le rompieron el celofán. ¿Qué responde usted?
Con el debido respeto de las
personas que profesionalmente la hacen, él suele intentar la crónica de
farándula con los pocos caracteres que le permiten las redes sociales. Agotada la imaginación, desea despuntar en
una campaña, nada inocente, cebada
contra María Corina persiguiendo un rédito político que el psicoanalista jamás
descubrirá en el esplendor de sus elucubraciones. Pésimo sentido del humor que no se atreve a
aquella tan célebre Delpinada del siglo XIX, al excedernos en un comentario –
por lo demás – inmerecido de cara a los gravísimos problemas del país. Quizá
sea la particular campaña una respuesta tardía y sublimada frente a la mujer
que, muy antes, alertó sobre la catástrofe humanitaria en camino y denunció a
la dictadura que padecemos, mientras otros corrían a Miraflores para desactivar
las protestas con el diálogo de 2014.
(*) Respuesta al cuestionario enviado por Enrique Meléndez, viernes 27/12/2019. Véase versión publicada en:
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