martes, 31 de diciembre de 2019

PEQUEÑAS VARIACIONES

RESPUESTAS A ENRIQUE MELÉNDEZ

¿La Fracción 16 de Julio se va a abstener o va a votar en contra, a propósito de la reelección de Juan Guaidó como presidente de la AN?

Hemos generado confianza en la ciudadanía por el sentido de responsabilidad que caracteriza cada postura asumida por la Fracción 16 de Julio, prosiguiendo con la evaluación de las específicas circunstancias del venidero 5 de enero. Cercano y distante a la vez, haremos pública nuestra definitiva decisión el día anterior, en horas de la tarde, después de reunida la bancada, pues, por muchas que sean las ventajas de los medios digitales, la deliberación de sus integrantes es presencial considerada siempre la valiosa opinión de los diputados forzados al duro exilio, como Juan Pablo García y Richard Blanco.
Además, abonando a esa confianza,  hemos difundido el necesario presupuesto político para sufragar en la cámara: firmes adversarios de la cohabitación, importa y mucho darle claridad y transparencia a la conducción opositora que le corresponde a un parlamento que ante todo debe ser tal, algo muy diferente a las jugarretas varias veces reñidas con la ética y orientadas a la celebración de unos pretendidos comicios sin el cese de la usurpación.  La Asamblea Nacional ha perdido credibilidad también por un habitual Orden del Día que tiende a generalizar y a banalizar nuestros problemas,  sin la debida, libérrima, concreta y consistente discusión que ameritan. Por consiguiente, recuperar la confianza, la credibilidad, el respeto y, en definitiva, la creencia en el parlamento, depende y dependerá de sus actuaciones encabezadas por una presidencia sobria, convincente y realmente comprometida con la ruta del coraje que, sin distracción alguna, apunte al cese de la usurpación.  Resulta indispensable rectificar, reconociendo con franqueza que, en todo 2019, la corporación legislativa no cumplió con lo que es un mandato histórico, por lo demás, intransferible.


John Magdaleno le recomienda Guaidó que ya cese de lo que se llamado “mantra”; que sería los tres principios de cese de la usurpación, gobierno provisional y elecciones libres. ¿Qué piensa usted?

De hecho, es lo que ha ocurrido a lo largo de todo 2019 con las consabidas e indeseables consecuencias políticas y sociales del caso, como el de la desarticulación de la dirección opositora tras el inútil diálogo de Oslo y sus derivados, faltando – sentimos – por conocerse muchas de las facetas que van filtrándose muy lentamente, o el del agravamiento inaudito de los problemas que operan como un morboso mecanismo de extorsión del régimen.  Aceptemos que, después de la Constitución, el Estatuto de la Transición es el más importante instrumento jurídico del país en las últimas décadas que no puede violentarse impunemente, por cierto, una novedad en la literatura conocida sobre las transiciones a la democracia. Y, aunque – por lo general – los “transitólogos” suelen contradecirse respecto a las opiniones emitidas en el escenario público y en el privado, deben convenir en un fenómeno particular: el de la contribución que determinados sectores de  la oposición hacen al sostenimiento  del propio régimen, voluntariamente o no, aunque están llamados – al menos, nominalmente – a reemplazarlo. Una consideración – digamos – académica del asunto, arroja esta evidencia que una consideración meramente mediática oculta, en medio de una guerra no convencional como la que padecemos.

¿Usted cree que siguen siendo legítimos los diputados del oficialismo que, luego de haberse ido a la Constituyente, ahora han regresado a sus respectivas curules en la AN?

Calentar el asiento en  el hemiciclo, no les concede legitimidad alguna. La cámara ha faltado a la debida calificación de quienes no sólo aceptaron y ejercieron altas y medianas posiciones en el gobierno de la usurpación, sino que abandonaron por más de dos años sus cargos y funciones parlamentarias a dedicación exclusiva, como indica expresa e inequívocamente la Constitución. Luego, no son diputados porque – faltando poco -  dejaron a sus mismos electores a la deriva, sin representación alguna. No obstante, observemos algunas circunstancias también inéditas: los ex – diputados oficialistas fueron invitados y celebrados al reincorporarse indebidamente a las curules, teniendo aún por misión la de implosionar el parlamento, pero – además – los hay ministros fracasados y dirigentes que no hallan cupo en el partido de gobierno ni en la tal constituyente de la que simultáneamente forman parte, por lo que se resignan al triste e indecoroso papel que le han impuesto.

¿Si no es por votos, como ustedes advierten, cómo lograr, al menos, el cese de la usurpación?

En un encuentro ciudadano al que asistimos en la parroquia Miguel Peña de Valencia, convertido en un foro parlamentario centrado en los problemas esenciales del país, por cierto, con una elevada calidad del debate, reivindicamos las iniciativas y los esfuerzos realizados por la Fracción 16 de Julio en torno a la vía principal de la pronta aplicación del TIAR, la insistencia en el 187, numeral 11 constitucional o la conformación de un Consejo de Gobierno, sino también de la aparentemente vía secundaria, como – por ejemplo – la defensa de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra. Conocida la infeliz sentencia 0324 del 27/08/19 del ilegítimo TSJ, ha llegado la hora de realizar masiva y simultáneamente los comicios internos de las universidades el 23 de enero o el 4 de febrero para purgarlo de fantasmas, como una decisiva contribución al cese de la usurpación en medio de un de lo que puede convertirse en un irresistible y cívico  oleaje  democratizador. Por ello, el parlamento debe ser parlamento para adoptar las decisiones, incluso, legales que los faciliten, yendo al corazón mismo de las realidades sociales que siguen un curso insobornable, en lugar de recrearse como una élite sobrevenida que apuesta por una falsa normalización de la vida social y política que lleva el sello inconfundible de Oslo.

Según Rafael Poleo a María Corina Machado le rompieron el celofán. ¿Qué responde usted?

Con el debido respeto de las personas que profesionalmente la hacen, él suele intentar la crónica de farándula con los pocos caracteres que le permiten las redes sociales.  Agotada la imaginación, desea despuntar en una campaña,  nada inocente, cebada contra María Corina persiguiendo un rédito político que el psicoanalista jamás descubrirá en el esplendor de sus elucubraciones.  Pésimo sentido del humor que no se atreve a aquella tan célebre Delpinada del siglo XIX, al excedernos en un comentario – por lo demás – inmerecido de cara a los gravísimos problemas del país. Quizá sea la particular campaña una respuesta tardía y sublimada frente a la mujer que, muy antes, alertó sobre la catástrofe humanitaria en camino y denunció a la dictadura que padecemos, mientras otros corrían a Miraflores para desactivar las protestas con el diálogo de 2014.

(*) Respuesta al cuestionario enviado por Enrique Meléndez, viernes 27/12/2019. Véase versión publicada en:

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