Luis Barragán
Cierto, hoy estamos bombardeados por los más variados y agudos problemas que, en medio del hastío y la desesperación, hacen distantes asuntos largamente pendientes como el del Esequibo. En definitiva la tensión está en la inevitable persistencia de esa variedad y la pretensión gubernamental de reducirnos a una aldea monotemática, arbitrando e imponiendo una agenda unilateral y artificial de discusión.
Insistimos, no entendemos conflicto limítrofe alguno sólo por salvaguardar la integridad del territorio heredado, deslizándonos – incluso – a un ultranacionalismo inexplicable en la era ya retrasada de la globalización, sino por una amenaza viva y cercana: quedarnos sin suelo propio para soñar y luchar por un mundo mejor. De sumar la displicencia entreguista del régimen respecto a Guyana, con la subasta ecocida del consabido Arco Minero y la militante indiferencia o quizá regocijo frente a la masiva emigración forzada que ha provocado, no dispondremos siquiera de casa propia para abrirla – accediendo – a la nueva universalidad que, con todos sus tropiezo, toca a nuestras puertas.
Luego, actualizar el asunto esequibano cuenta con una inmensa y legítima pertinencia, sobre todo cuando – en días pasados – el Secretario General saliente de la ONU, declaró en torno al plazo de finiquito del Proceso de Buenos Oficios que puede llevarnos a la Corte Internacional de Justicia. Todo acaece en un mes que sintetiza muchos de nuestros sufrimientos, ejemplificando la debilidad que exponemos en términos de seguridad y defensa: la propia dictadura.
Distintas voces reiteran su preocupación respecto al tema, aunque las consabidas dificultades del mercado editorial evitan una mayor difusión y ponderación especializada de los planteamientos. Sin embargo, por el denodado empeño de sus coordinadores, Claudio Briceño Monzón, José Alberto Olivar y Luis Alberto Buttó, en la comarca donde reina la escasez interesada de papel y tinta, a principios de 2017 circulará un título acaso decisivo en la materia: “La cuestión Esequibo. Memoria y soberanía”, con el patrocinio de las universidades Metropolitana, Los Andes y Simón Bolívar.
Un conjunto de valiosos trabajos, añadido el que modestamente aportamos, explican un libro necesario: La bulla aurífera tras el reclamo territorial con la Guayana Británica 1886-1887 (José Alberto Olivar); El Gran Estado Bolívar y el Territorio Federal Yuruari. Cambios político – administrativos del Guzmancismo (Hancer González); Publicidad limítrofe sobre la controversia Anglo – Venezolana [1895 – 1897] (Emad Aboaasi El Nimer); Venezuela y Guyana: el momento de las vías de hecho [1966-1969] (Guillermo Guzmán Mirabal); Geohistoria de la usurpación de la Guayana Esequiba: Del Acuerdo de Ginebra a la inercial posición del gobierno chavista (Claudio Alberto Briceño Monzón); Disuasión: el Esequibo en clave Defensa (Luis Alberto Buttó); Guyana ahora sí está dispuesta a resolver el reclamo Esequibo (Manuel Alberto Donís Ríos); Hugo Chávez y el problema del territorio Esequibo 1999-2012 (Rajihv Morillo Dáger); Esequib(v)o: enunciados para una discusión (LB). Por lo demás, todo un desafío en la aldea monotemática en la que desean convertirnos.
Permítannos una nota personal: planteado en el pasado período legislativo el problema esequibano, nos dispusimos a estudiarlo a fondo para el debate, consignados dos proyectos de leyes alusivos; e, iniciada la campaña parlamentaria aragüeña, recibimos la invitación de los Dres. Buttó y Olivar para participar en un foro realizado en la sede de la Universidad Simón Bolívar, junto a los Dres. Briceño Monzón, Donís Ríos y Germán Guía. Atendiéndola, los Dres. Buttó y Olivar nuevamente nos invitaron a formalizar, profundizar y precisar los apuntes que sustentaron nuestra intervención para el libro en cuestión, diligencia que procuramos cumplir y que, a la vez, sirvió para constatar – como ocurría en el pasado – que no hay tarea parlamentaria alguna, convincente y cabal, si no honra una vital responsabilidad: la del estudio.
Aspiramos a la presentación de “La cuestión Esequibo” para finales de enero o comienzos de febrero del año entrante, con motivo del aniversario del Acuerdo de Ginebra. Ojalá, las circunstancias y los recursos disponibles autoricen otras actividades relacionadas, con la participación de la academia y de las organizaciones especializadas de la sociedad civil, cuyos aportes todavía no se ha valorado en su justa dimensión.
18/12/2016:
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