lunes, 12 de diciembre de 2016

EL SOLDADO DESCONOCIDO

Padre Luis Ugalde: Sin apoyo militar no salimos de esta dictadura ni recuperamos la democracia

Enrique Meléndez / especial Noticiero Digital / 12 dic 2016.- El padre Luis Ugalde, s.j., presentó este sábado un escenario político que recordó lo ocurrido en Venezuela durante la transición hacia la democracia en 1958 y el rol que jugó la figura de Wolfgang Larrazábal, el vicealmirante que ocupó la presidencia de la República una vez derrocada la dictadura perezjimenizta, y que condujo al sistema político hacia una democracia.

La consideración la hizo en el foro que realizó la Fundación Espacio Abierto que dirige Luis Manuel Esculpi.

Anunció que se iba a referir a un escenario, de varios posibles, y que tituló Larrazábal II, pero comenzó precisando su evaluación del momento que vive Venezuela: “En el último mes el Ejecutivo ha acentuado su voluntad y carácter dictatorial. Para mí esto es indiscutible. Nuestra Constitución es democrática, y la voluntad y el carácter del gobierno es dictatorial. Eso no tiene mucha duda, y ha cerrado todas las puertas a una posible salida electoral, y al indispensable cambio económico-social y político para frenar la desesperante emergencia nacional actual y recuperar la democracia”.

Larrazábal II, dijo Ugalde, tomaría “la responsabilidad del Ejecutivo nacional y la Presidencia y proclamaría ante el país un gobierno de transición y de unidad nacional; obligado por la grave y creciente emergencia y dictadura; una dictadura cerrada a todo cambio; que la población considera absolutamente necesarios”.

Seguidamente, Ugalde improvisó lo que diría el mensaje de este Larrazábal II:

“Nosotros nos vemos obligados a tomar el poder Ejecutivo ante la gravísima situación de la población: falta de medicinas, comida, seguridad ciudadana, inflación, corrupción y la radical negación del gobierno dictatorial a poner soluciones. Somos un gobierno plural; de salvación nacional, para responder de inmediato a la tragedia humanitaria y recuperar la democracia plural, y establecer las bases y acuerdos sólidos con los empresarios, para impulsar una economía productiva, con compromiso social; con fuerte y sostenida inversión privada nacional e internacional, y unos programas sociales de emergencia inmediata”.

Dijo Ugalde que este Larrazábal II adoptaría las siguientes medidas:

1.- Preparar elecciones con nuevo CNE para fines de 2017.

2.- Libertad inmediata de 80 presos políticos y creación de una comisión mixta de derechos humanos, para abordar de inmediato, y decidir los casos de los demás presos políticos pendientes.

3.- Apertura inmediata y amplia a la ayuda humanitaria en salud, alimentación y gestión con los países y organismos internacionales. Agregó que, al mismo tiempo, se formarían organizaciones solidarias de la sociedad y empresas para la distribución suficiente, transparente y equitativa.

4- Creación de un equipo de trabajo con fuerte presencia de los sectores productivos privados para una rápida reactivación del aparato productivo .

5.- Reconocimiento pleno de la AN; elegida en diciembre de 2015, y apertura del diálogo y colaboración efectiva entre el Ejecutivo y el Legislativo en orden a la democratización del país y los cambios necesarios en los poderes judicial y electoral.

6.- Explicitación y activación de políticas sociales urgentes y duraderas.

7.- Inmediata negociación, para abrir el país a la solidaridad internacional. Apoyo de los gobiernos y de los multilaterales para refinanciación de la deuda y para préstamos por el orden de los 40 ó 50 mil millones de dólares.

8.- Unificación cambiaria. Revisión del gasto público y puesta inmediata en práctica de audaces políticas compensatorias, para los sectores más necesitados.

9.- Recuperación inmediata del sector educativo, con refuerzo de los educadores con criterios democráticos, plurales, sin imposiciones ideológicas dictatoriales.

10.- Seguridad ciudadana con recuperación del control de las armas por parte del gobierno, y una nueva y activa conciencia de reconciliación, defensa de la vida; con estímulos y sanciones coherentes.

Aquí se permitió un paréntesis, y le preguntó a la audiencia que cuánto duraría un Presidente proveniente de la sociedad civil, un Henrique Capriles, un Leopoldo López, una vez adoptadas este conjunto de decisiones sin el apoyo de las Fuerzas Armadas. Respondió que lo máximo que duraría sería unos tres meses y que en esto iba, precisamente, este escenario de Larrazábal II; puesto que no necesariamente éste era un militar; que podía ser un civil, sólo que si no estaban los militares no había nada que hacer.

De paso, hizo la salvedad de que él no era militarista; pero que en estas circunstancias de una dictadura militar, que es la que tenemos, si no hay resquebrajamiento en el mundo militar y voluntad decidida de restablecer la democracia, según su creencia, iba a ser muy difícil lograr una solución a los problemas del país, y que, por si quedaba alguna duda, el gobierno ha bloqueado todas las salidas democráticas.

Consideró muy importante preguntarse: ¿dónde está ese militar? Lo que lo llevó a remontarse al año de 1957 cuando entonces Wolfgang Larrazábal no estaba en ninguna parte ni tenía ningún mérito especial y, sin embargo, dirigió la transición democrática.

“Segundo, una cosa es que yo demócrata en 1957-58, negocie con el militar Pérez Jiménez, y otra cosa es que cuando aparece este otro militar que quiere un cambio democrático, yo AD, Copei, URD negocie con él. Porque se trata de un militar, empeñado en restablecer la democracia y necesita nuestra ayuda”,

Finalizó con lo que llamó dos notas:

1.- Necesidad de preparar no solo elecciones presidenciales sino regionales y locales. Este gobierno en la primera alocución tendría que decir que quedan convocadas las elecciones presidenciales y regionales bajo la preparación de un nuevo CNE.

2.- Necesidad de un pacto democrático entre las organizaciones, candidatos y partidos competidores para después de las elecciones, a la manera de la experiencia que se tuvo con el Pacto de Punto Fijo.

No se mostró muy optimista frente al futuro inmediato; pues a su juicio Venezuela necesita más de un año para recuperarse; que hace falta un gobierno democrático sustentado en un pacto y un programa de gobernabilidad, gane quien gane. Como también se mostró en desacuerdo con la realización de una Asamblea Constituyente; la cual, a su parecer, en las circunstancias actuales no pasaría de ser “un torneo de discursos a lo Escarrá”.

A ese respecto Ugalde manifestó que nuestro problema no tiene que ver con la Constitución; como sí con el Ejecutivo, a propósito de la forma de ejecutar las políticas; que la población no está por escuchar un torneo de discursos pletóricos, llenos de buena voluntad; sino que Larrazábal II, una vez posesionado de la presidencia de la República, abra las fronteras, para que comience a llegar la ayuda humanitaria y social: un cambio de posguerra psicológico y espiritual.

Para Ugalde en ese gobierno de unidad nacional tiene que haber gente del chavismo pues lo otro, esto es, la exclusión a su modo de ver sería contraproducente.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2016/12/padre-luis-ugalde-sin-apoyo-militar-no-salimos-de-esta-dictadura-ni-recuperamos-la-democracia/

El soldado desconocido de Ugalde
Emilio Nouel V. 

Desde hace un tiempo, amigos de fuera de Venezuela me han hecho una pregunta que hoy pareciera que pretende responder el sacerdote Luis Ugalde.

En varias ocasiones, este año, me han solicitado una opinión escrita (artículo) sobre si no se avista en horizonte del país y en la institución armada una suerte de Wolfgang Larrazábal que propicie una salida de la tiranía militar-cívica que hoy desgobierna a Venezuela, e inicie un proceso de recuperación de la democracia.

Como sabemos los venezolanos de mayor edad, y lamentablemente lo desconocen millones de jóvenes hoy, Larrazábal fue la figura que encarnó públicamente, desde la institución militar, el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. A partir de entonces se inició el período de la democracia civil en nuestro país, la que en los últimos 3 lustros ha pretendido desmontar una banda mafiosa, ignorante y corrupta, revestida de una retórica supuestamente liberadora, pero que en esencia es la barbarie autoritaria fascista en acción.

Mi opinión, dentro de las limitaciones que tengo respecto de cómo se bate el cobre realmente entre los milicos, ha sido que tal personaje militar con liderazgo y mando suficiente no lo veo, aunque el repudio al gobierno a lo interno de esa institución, me atrevo a afirmarlo, debiera ser el mismo que vemos en el 80% y más de los venezolanos. Del desastre económico, las arbitrariedades y el latrocinio, sin mencionar otros delitos en que estén presuntamente incursos ciertos oficiales de alto rango, son también los militares y sus familias, víctimas.

Según Ugalde, esta nueva versión de “Larrazábal” debe estar en algún lado, y como la original, sería obviamente desconocida por los venezolanos de a pie, en la actualidad. En una institución militar que los entendidos dicen que está descoyuntada e ideologizada, con cadenas de mando poco claras, mediatizada por los cubanos, y en la que los tradicionales principios de mérito, conocimiento técnico y disciplina han sido sustituidos por la lealtad perruna a un grupo de poder político, valdría la pena preguntarse qué tipo de “Larrazábal” redivivo podría revertir y superar esa situación a lo interno de las fuerzas armadas y encabezar y/o propiciar un gobierno de transición como el que Ugalde propone. Tiene razón el jesuita cuando afirma que un gobierno distinto al que está destruyendo a Venezuela debe contar con el respaldo de la fuerza militar, y que uno sin este último duraría muy poco. Es atinado también Ugalde en el conjunto de medidas que estaría obligado a tomar un eventual gobierno de transición.

Quien escribe esta líneas lleva en su ADN un rechazo profundo a todo gobierno militar y con más razón, a uno militarista como el que padecemos. Soy muy escéptico al respecto, y desconfío de militares en funciones de gobierno. La Venezuela actual es prueba fehacientemente de la chapuza gubernamental más estruendosa de aquellos. No obstante, entiendo las realidades de la política y sus imperativos, más allá de las preferencias y reservas personales. Con todo y sus grandes defectos apuesto al liderazgo civil que nos hemos dado en esta lucha casi agónica e interminable. Estoy consciente de las fallas, algunas de bulto, que nuestros partidos políticos han tenido y tienen. No ha sido fácil trabajar unidos en el rescate de las libertades y la democracia.

Tengo mis dudas sobre si la pluralidad de opiniones e iniciativas libérrimas en el seno de la unidad de las fuerzas democráticas, sea una virtud a reivindicar bajo las circunstancias que vivimos. Sin Unidad de estrategia y de acción, sin férrea disciplina de sus dirigentes, sin un único discurso y sin poner de lado las ambiciones parciales, será muy difícil salir del hueco en el que estamos hundidos. Sólo aspiro a que aquellos fallos de la Unidad sean corregidos sobre la marcha, y a la brevedad. Ugalde ha reiterado un planteamiento que debe ser valorado, pues implicaría adoptar una clara política a largo plazo y coyuntural hacia un sector de nuestra sociedad con el que hay que contar, pero desde una visión de sociedad en la que la institución militar tiene un papel importante de seguridad que cumplir, que no es el de gobernar, toda vez que esta función corresponde en todo país civilizado y moderno, al poder democrático civil.

Fuente:
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/28500-emilio-nouel-

EL UNIVERSAL, Caracas, 27 de noviembre de 2016
Tregua de Navidad
José Toro Hardy

La “Tregua de Navidad’ es un episodio histórico: fue un alto al fuego ocurrido entre tropas alemanas y británicas en la I Guerra Mundial en 1914. La tregua no oficial ocurrió el 24 de diciembre de 1914 cuando los soldados alemanes celebraban la Navidad cantando Stille Nacht (Noche de Paz). Las tropas británicas respondieron con villancicos en inglés y todos salieron de sus trincheras y se abrazaron.

Deberíamos seguir el ejemplo. El 2016 ha sido devastador para nuestra economía y nuestra sociedad. El país está experimentando un desgarramiento del tejido social. El empobrecimiento avanza a pasos agigantados, mientras la inflación devora inmisericorde el poder adquisitivo de la población, sometida a privaciones extraordinarias y a unos niveles de escasez que nunca habíamos conocido los venezolanos.

Sí, necesitamos una tregua en esta guerra que el Gobierno (que solo piensa en términos bélicos) dice estar combatiendo, pero en la cual hay un solo bando guerreando y otro sufriendo. Es una guerra imaginaria inventada por el oficialismo para justificar sus fracasos.

Necesitamos dialogar para buscar la paz y el entendimiento, pero rechazamos el tipo de diálogo perverso al cual recurre el Gobierno para ganar tiempo. Aquel diálogo al que Lenin calificaba de “recurso avalador de la revolución” y al que en sus discursos al partido bolchevique se refería en los siguientes términos:

‘’Nosotros dialogamos con el enemigo que hemos jurado destruir, solamente cuando carecemos de la fuerza necesaria para abatirlos. Por medio del diálogo, alcanzamos aquellos objetivos a corto y mediano plazo para ganar tiempo. Y cuando efectivamente seamos más fuertes, entonces tomamos sin contemplaciones lo que queremos y sin que nos conmuevan las declaraciones y apelaciones de los enemigos venidos a menos’’.

Ese es un diálogo inicuo para satisfacer a un grupo que lejos de sentirse servidores de la sociedad pretenden perpetuarse en el poder como amos de la misma.

El oficialismo ha dado pruebas de sobra de que no está dispuesto a escuchar al pueblo y de que es capaz de valerse de cualquier marramucia. Considera que las elecciones, tal como el diálogo, son recursos válidos solamente cuando les favorecen. De lo contrario son pequeñeces burguesas que deben ser rechazadas.

Incluso el representante del Vaticano en el diálogo, monseñor Claudio María Celli, llegó a decir que se había producido un milagro porque creyó que el Gobierno respetaría los compromisos alcanzados. Milagro hubiera sido que el régimen los hubiese respetado; pero no, con el mayor cinismo el régimen no solo los desconoció, sino que además culpó de ello a la MUD.

Un ciclo se ha cerrado. Cayeron las máscaras y todo el mundo conoce ya las trapacerías a las cuales recurre el oficialismo. Su más cercano aliado, Ernesto Samper, va de salida y no cuenta ya el régimen con apoyo en Unasur (solo le quedan Ecuador y Bolivia) para reemplazarlo con otro igualmente servil. El Papa y su representante tienen ahora una visión más realista de lo que aquí ocurre. El Superior de los jesuitas, Arturo Sosa, dice que la democracia ha sido secuestrada y que el balance social es dramático. Con meridiana claridad está hablando la Conferencia Episcopal Venezolana y nuestros dos cardenales Jorge Urosa y Baltazar Porras.

Luis Ugalde, exrector de la UCAB y quien como pocos ha penetrado en la realidad política venezolana, advierte que cristianismo y despotismo son irreconciliables y citando a San Agustín agrega “lex injusta non est lex”, mientras, evocando a Larrazábal, lanza claras admoniciones incluso al mundo militar. “Con la Iglesia nos hemos topado” le hubiera dicho el ingenioso hidalgo a su escudero Sancho Panza en la genial obra de Cervantes Don Quijote de la Mancha.

Pero es que además se están topando con la dura realidad de una economía a la cual han destrozado. Creyeron que podían jugar con ella como quien juega Monopolio y de golpe se encontraron con que crearon un caos monetario que sumado a la severa escasez, a la inflación más alta del mundo, a un déficit fiscal y un endeudamiento inmanejables, a la destrucción del aparato productivo y de una industria petrolera (de la cual hoy somos más dependientes que nunca pero que está reducida a cenizas), todo lo cual coloca al país al borde de una catástrofe política y social. “La economía peor administrada del mundo”, concluye The Economist.

Y aun en medio de tan delicada situación que luce insostenible, voceros del régimen no se les ocurre otra cosa que proferir amenazas de toda índole, “sorpresas”, que en palabras de ellos mismos habrán de ocurrir en fechas tan significativas como lo son la Navidad y el Año Nuevo.

¿Es que acaso no entienden que lo único que el pueblo añora en estos días es una tregua como la que tuvo lugar entre las tropas inglesas y las alemanas en la Navidad de 1914?

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/tregua-navidad_632738

No hay comentarios:

Publicar un comentario