lunes, 4 de abril de 2016

ENREDOLOGÍA

Caos
Hermann Alvino 

Que en general el mundo es complejo ha sido cosa sabida desde siempre, lo que en cambio solo se vino a conocer con cierto fundamento en las recientes décadas ha sido la componente caótica escondida dentro de dicha complejidad.
Para entendernos, no tiene gracia definir como caótico a un fenómeno físico o social que de partida lo es; en cambio sí la tiene descubrir cuándo y cómo un determinado proceso, que a todas luces parece simple, ordinario y predecible en un lapso de duración razonable, inicia a comportarse de manera desordenada e impredecible,  esto es, caóticamente.
Por ejemplo, en 1976 el biólogo Robert May presentó una ecuación para predecir poblaciones de peces variando la tasa de crecimiento poblacional, la cual dentro de un rango inicial y creciente  de valores arroja una población igualmente creciente, hasta que de repente, al adquirir dicha tasa de cambio una cifra determinada, el comportamiento poblacional se enloquece – http://www.physicscentral.com/explore/action/chaos.cfm
Los astrónomos en su momento también comprobaron que es muy sencillo aplicar las leyes newtonianas para predecir la ubicación de dos cuerpos celestes, por ejemplo la Tierra y la Luna, para luego asistir impotentes al caos e imposibilidad de toda predicción orbital, si en vez de dos cuerpos sometidos a recíproca gravedad hubiese tres.
La clave para comprender las razones del caos es el concepto de retroalimentación –feedback-, el cual no depende de si un sistema se comporta de forma lineal –como esa pesa que se estira proporcionalmente a como vamos engordando con los años- o no lineal –como la curva que describe la pelota durante un jonrón-, sino que es parte inseparable de la naturaleza misma del fenómeno. No se trata solamente de que toda acción conllevará una reacción, sino que ésta puede cobrar múltiples formas y magnitudes, dando lugar así al conocido efecto mariposa –el famoso coleóptero que a la larga termina provocando un huracán al otro lado del océano-; puesto que siendo esos sistemas muy sensibles a las condiciones iniciales, el feedback que esas mismas formas y magnitudes van produciendo terminará por transformarlas de manera impredecible.
Lejos de la abstracción matemática, hay una complejidad social que es la causante de ciclos de felicidad y sufrimiento. Unos ejemplos de ello pueden ser la Paz de Wesfalia y la hiperinflación alemana luego de la Primera Guerra Mundial.
La Paz de Wesfalia fue la firma de dos tratados para darle finiquito a la guerra de los Treinta Años en Alemania y la de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos; saltándonos todos los detalles que pueden leerse en https://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Westfalia-, esos dos eventos consagraron por primera vez desde la Antigüedad tanto el principio de soberanía territorial como el de no injerencia en asuntos internos, de manera que cada soberano podía imponerle a placer a su pueblo –es un decir…- tanto la religión como las condiciones de vida, sin que los vecinos metieran las narices en esos asuntos.
Por supuesto que desde ese año de 1648 hasta la actualidad las guerras confirman que esa intención no fue precisamente respetada, pero el punto que nos concierne acá fue la actitud de Inglaterra como potencia marítima con la vista puesta en el Continente, la cual cambiaba a placer de alianzas para contrarrestar cualquier fortalecimiento de una que otra potencia que emergía en solitario y que arrastraba tras de sí a otros países de la región.
La geopolítica inglesa entonces es un perfecto ejemplo de retroalimentación de un sistema de pueblos y naciones infinitamente complejo y de conducta impredecible.
Otro ejemplo igualmente interesante y extraño fue el financiamiento norteamericano a la Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial. EEUU tomó buena nota sobre el estado relativamente intacto de la industria germana -aun luego de su derrota- además de ser la más adelantada de su tiempo. Esa condición disminuía el riesgo de prestarle dinero, un capital que Alemania utilizaba para generar esa riqueza que a su vez servía para pagar las reparaciones de guerra a las potencias vencedoras de esa guerra, las cuales por su parte las utilizaban para pagarle a EEUU sus préstamos para que pudieran ganar la contienda.
EEUU entonces, en una suerte de círculo algo laberíntico, al financiar a los alemanes en el fondo estaba recuperando lo prestado a sus rivales; pero el círculo se quebró cuando el generalato alemán quiso tomar un atajo imprimiendo dinero sin respaldo, creando así las bases de la hiperinflación y el descontento que a la postre hicieron posible el nazismo, en una suerte de degeneración de un sistema cuyo flujo de riqueza y retroalimentación funcionaron perfectamente hasta que se introdujo la variable del dinero sin respaldo.
Otro ejemplo de un sistema que funciona muy bien hasta que realmente se lo puso a prueba lo tenemos en la actual España, donde las virtudes de su régimen parlamentario y electoral ya no parecen tales a causa de ese algoritmo de adjudicación de diputados que configuró un cuadro de diputados incapaz de disponer de una mayoría siquiera débil –mucho menos estable- para formar gobierno.
Igualmente tenemos al frente la próxima convención del Partido Republicano de EEUU, un evento diseñado para consagrar a quien cruza sus puertas teniendo en la mano la mayoría absoluta de delegados, y que ahora parece que no será así, al punto que nadie sabe qué pasará si éste fuere el caso. Otro ejemplo de un sistema diseñado para funcionar plácidamente, pero que en su misma esencia incluye una posibilidad caótica.
La constitución bolivariana –se me permitan las letras minúsculas-, es otro caso de caos implícito, puesto que mientras estaba Chávez para interpretarla y violarla como le diese la gana ésta resistía el paso del tiempo, pero es ahora, con un chavismo sin el poder absoluto, cuando sale a relucir esa faceta caótica de su redacción, incapaz de resolver un conflicto serio de poderes públicos. Lo mismo vale para la democracia prechavista, cuando un aleteo social que fue descuidado por la élite gobernante fue tomando cuerpo y generando retroalimentaciones para a la postre producir el Caracazo; o una laxitud de dicha élite que conllevó a la defenestración de CAP II y terminó por destrozar la credibilidad de toda ella, para abrirle las puertas a Chávez.
Ejemplos de complejidad impícita y feedback nefastos sobran: conflicto en Ucrania, retoma rusa de Crimea, el camino hacia el holocausto nuclear que pasito a pasito recorre Corea del Norte, el ascenso de la clase media china que llegará a un punto de inflexión de desenlace impredecible, y por supuesto la fusión de los hielos de los polos, que por ahora simula ser lineal –una fracción de grado conlleva a licuar una cantidad proporcional de hielo-, hasta que deje de serlo para  transformarse casi instantáneamente en exponencial, o sea en algo horroso para todos.
Caos puro y duro pues, complementado con el asunto de la retroalimentación, porque si hay algo más complejo que las altas matemáticas es el ser humano, especialmente cuado accede al poder; por ello comprender o al menos aproximarse a la complejidad de un sistema físico o social es indispensable para poder abordarlo con alguna posibilidad de éxito.
Visto así entonces, el lector puede ponerle nombre a cada uno de los integrantes de la legión de ignorantes que gobiernan al mundo, desde quienes lo han hecho siguiendo textos religiosos al pie de la letra, hasta los que actúan desde la simpleza de la tiranía y de la riqueza fácil escondida detrás de los testaferros panameños. La lista es infinita, y su daño está a la vista.
Y si el lector vive en Venezuela, entonces podrá poner en perspectiva por qué no tiene ni electricidad ni agua, y también podrá aprehender a plenitud -cuando estalle-, ese feedback popular que en cualquier momento puede decidir ponerse en marcha.

Fuente:
https://vivalapolitica.wordpress.com/2016/04/04/caos/
Ilustración: http://www.el-nacional.com/politica/iThe-Economisti-fin-juego-Venezuela_0_788321174.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario