lunes, 11 de abril de 2016

RECETARIOS

De algo peor que el FMI
Luis Barragán


El sábado próximo pasado, tuvimos ocasión de compartir una actividad deportiva promovida en el sector Los Próceres del municipio Linares Alcántara del estado Aragua. Empero, hubo la inevitable ocasión de comentar la situación actual  y, naturalmente, el específico impacto que genera en la entidad federal, por lo demás, fuerte contribuyente por el desastroso (des) gobierno (regional) que la aqueja. Y, para colmo, la perversa pedagogía que procura la resignación, con la parálisis – por lo pronto – de los días viernes, decretado casi con solemnidad como no laboral, quizá removiendo un poco el sótano de la psiquis colectiva en el que envejece la otrora comodidad petrolera.

Nos llamó la atención, revelando el nivel de discusión que no se limita al gesto apesadumbrado por el drama inmediato de la carestía y persecución, que alguien ventilase la posibilidad de un urgido y quizá encubierto entendimiento del gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ponderamos, adicional a los escenarios que se abren, antes o después de la salida de Nicolás Maduro del poder, la percepción que suscita el organismo internacional luego de tantos años de maldición acumulada.

Constatamos nuevamente que el organismo es un “niño de pecho”, como se dijo, al lado del socialismo en curso.  Hubo una persona de edad avanzada que, en privado, nos comentó que también guardaba en la memoria – aún siendo un sempiterno antiperecista – las bondades de las medidas de aquél ya remoto y consabido ajuste y reforma estructural que, en muy poco tiempo, se tradujo en una mejoría de los niveles de vida, sin que experimentásemos el pavoroso desabastecimiento de los días que corren con un ambiente inédito de estigmatización, persecución y represión.

Sacrificio útil, se habó en tan corto tiempo de la liberación de efectos transitorios de los precios de  bienes y servicios, la restricción para la recuperación del salario real, el aumento muy moderado del costo de la gasolina y de otros tributos, la disposición de dinero fresco para inversiones debidamente supervisadas, añadido el control del parlamento y de la opinión pública. Sacrificio inútil, de la regulación insincera y mal intencionada de los precios con las perniciosas y duraderas consecuencias, el aumento recurrente del salario nominal, la elevación desmedida y descontextualizada del combustible como la reimposición de otros impuestos, y la descalificación para obtener préstamos del exterior, negada de antemano la más modesta supervisión.

Por consiguiente, la receta socialista ha resultado y resulta peor que “varios FMI juntos”, porque agotamos lo muy poco que nos queda, no existe medida alguna de corrección y reorientación, como nadie se arriesga a financiar el desorden, el desconcierto y la ineptitud. Además, comentó el amigo en cuestión: “El FMI no fuerza a la emigración, como estos carajetes (sic) del socialismo que, faltando poco, maldicen a los que se van para sobrevivir como saben que acá no les será posible”.
Ilustración: Peli.


11/04/2016

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