sábado, 23 de abril de 2016

SUSPENSO EXISTENCIAL

Los juegos del hambre
Guillermo Martín 

No se confunda, esto no es una reseña de la trilogía de Suzane Collins (The hunger games) ni mucho menos una apología de las cualidades histriónicas o anatómicas
de Jennifer Lawrence. Estas líneas son apenas una aproximación a las tribulaciones que sufre la gran mayoría de venezolanos cuando intenta comprar productos de la cesta básica.
1.- “La gente hace colas porque ahora sí tiene con qué comprar
Con una frase así podría resumirse el discurso oficial. Como los venezolanos tienen dinero a manos llenas, pasan más tiempo preocupados en qué comprar.
No obstante, nuestra población deambula con fajos de dinero porque gracias a la hiperinflación –y muchísimo flujo inorgánico- el billete de mayor denominación (100 bolívares) ni siquiera representa 10 centavos de dólar. A diferencia de la era de “Puntofijo”, ahora no hay productos para escoger ni poder adquisitivo. Hasta el consumo de granos se ha vuelto un lujo y la gente sobrevive a fuerza de harinas y grasas; la obesidad no es precisamente síntoma de buena alimentación. ¡Qué indignación cuando los gobernantes atentan contra la inteligencia del pueblo!
2.- El parto de una cola
Hace poco, en El Tigre, una mujer que hacía cola desde la madrugada terminó dando a luz. Sí, ella se arriesgó a la ruptura de fuentes para asegurarle alimento a la familia futura. ¿Habrá conseguido fórmula láctea para cuando deba alternar la leche materna? ¿Tendría pañales guardados?
3.- El último café
A mediados de 2015, un adulto mayor hacía cola para comprar café desde las 4 a.m. en un poblado aragüeño. Casi siete horas después, logró adquirir un combo y optó por tomar un taxi. Cuando iba a cerrar la puerta del vehículo, sufrió un infarto fulminante y los agentes que transitaban en una patrulla obligaron al taxista a llevar el cadáver a la morgue más próxima.
4.- Los “sanfermines” y los combates de artes marciales mixtas
En lugar de encerronas con toros y novillos, con las cuales no se comulga, el arribo de algún producto de la cesta básica –incluso si no es a precio regulado- puede ocasionar auténticas estampidas, dignas de un ataque de histeria colectiva.
Por otra parte, los episodios de abuso y viveza –colearse y de paso meter a un sinnúmero de allegados- suelen tener desenlaces sangrientos, desde puñetazos hasta cortes con arma blanco o disparos.
5.- Una semana = dos dentríficos
La higiene personal se dificulta cada día. Ya no se consigue jabón de baño y hay que utilizar jabón para lavar e incluso desmanchador, con todo el riesgo de sufrir alergias… Recientemente, una barquisimetana viajó hasta Caracas buscando crema dental; le contó a un reportero que llevaba una semana y sólo pudo comprar dos (ojalá que haya sido la presentación grande).
6.- Día de compra de los padres, última custodia del hijo menor
Como acostumbraban cada Miércoles, día de coincidencia de sus números de cédula para comprar en varios establecimientos  de Maracay, los padres de un funcionario policial de 28 años de edad salieron de su pueblo muy temprano. Mientras tanto, el menor de sus hijos fue asignado para custodiar la cola en un supermercado de Cagua; allí mismo este 20 de abril fue baleado por delincuentes para despojarle de su arma de reglamento. Ironías de la Venezuela actual: sus padres trataban de comprar víveres, a él lo asesinan cuando debía garantizar el orden público en otra cola.
Parece el guión de una película de suspenso y terror, pero no, es el día a día de la sobrevivencia en la “Patria bonita” (“Patria boba”).

Fuente: http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/26094-los-juegos-del-hambre

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