Luis Barragán
Las academias nacionales de Medicina, Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, responsablemente coinciden en su llamado al gobierno para que publique toda la información necesaria que permita vigilar, prever y enfrentar el zika, chinkungunya y malaria que ha plagado a la población desarmada – por cierto – de los más elementales medicamentos para combatir las infecciones, asediada por los zancudos. Recomendando las acciones del caso, las referidas instituciones ponen en evidencia a las autoridades desinformantes.
Abstenerse de publicar las cifras (macro) económicas que la Constitución y las leyes ordenan, difiriéndolas bajo cualquier o ninguno de los pretextos, de suyo grave, es diferente a la omisión de relacionadas con la salud. Éstas tienen un carácter de urgencia que los intereses gubernamentales no deben aplazar, pues, evidentemente, está en riesgo la población adicionalmente – repetimos – desarmada.
Comprometida la integridad física de las personas, el ocultamiento, la manipulación, la adulteración o falsificación de una data indispensable, pisa los terrenos más delicados en el ámbito penal. Incluimos, la omisión – deliberada o no – para recolectar los datos.
Consabido, el fraude estadístico es una calamidad de todos estos años y, en materia de salubridad, no deseamos siquiera pensar que ocurre algo semejantes al de otros ámbitos, porque – valga la contradicción ya clásica – las cifras de construcción de viviendas que publicita incansablemente el gobierno nacional, no se compadece con las que retratadas por el BCV sobre la contracción de la industria de la construcción. Importa saber si hay más de dos o tres personas afectadas por una enfermedad contagiosa, en un condominio residencial, como también del fenómeno que se extiende en una comunidad más amplia, la disposición médico-asistencial, la posibilidad de medicamentos y el reforzamiento de las precauciones que favorezcan – sobre todo – a la población infantil.
En las redes sociales, por ejemplo, Guillermo Martín pregunta en torno a la data sobre el VIH, subrayando la del Delta del Orinoco, extendiendo legítimamente su preocupación en torno a los parlamentarios de oposición que tienen por profesión la medicina, olvidando el diagnóstico elaborado por sendos equipos multidisciplinarios en diferentes campañas electorales, circunscritos a casos políticamente muy circunstanciales en detrimento del dramático colapso de alrededor de cinco mil centros de salud. Como vemos, el problema es complejo aún para la refutación opositora.
04/04/2016
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