Linchamientos
Alberto Arteaga Sánchez
Sin duda
alguna, la expresión más cruda de la ausencia de Estado, expresión de anomia,
de inseguridad y de caos social, lo constituye la práctica aberrante de la
acción privada incontrolada y violenta en grado sumo de una multitud que, ante
un pretendido “sospechoso” de haber cometido un delito, procede a su
ajusticiamiento como fórmula de venganza privada bajo el pretexto de hacer
“justicia”.
Los
linchamientos constituyen la más evidente regresión a etapas de la sociedad de
manifiesto y absoluto desorden que reproducen expresiones del primitivismo de
la venganza privada, en la cual, ante una ofensa al grupo o a uno de sus
miembros, ello podía generar una reacción contra cualquiera que pudiera ser
señalado como ofensor o allegado a este. Esta etapa fue superada por el “ojo
por ojo y diente por diente”, que imponía una limitación por la supuesta
equivalencia de ofensas, para continuar con la fase de la composición o
compensación, mediante un pago, en manos privadas, hasta llegar, con el avance
de la sociedad, al monopolio del Estado de la facultad para imponer sanciones
por las transgresiones a la ley en un juicio justo y con absoluto respeto a los
derechos del imputado, cuya inocencia se presume hasta que SE establezca su
culpabilidad, imponiéndose, en caso de la plena demostración de la
responsabilidad, una sanción adecuada y acorde a la dignidad del ser humano,
con miras al restablecimiento del orden y a la rehabilitación y reinserción
social del condenado.
Ante el surgimiento
de estas manifestaciones brutales de linchamiento, se impone la más seria
reflexión colectiva y la toma de conciencia por parte de los órganos encargados
de administrar justicia.
El pueblo
quiere tener evidencias sobre la satisfacción de un interés legítimo de la
sociedad: ante las conductas antisociales, ante los delitos que representan las
máximas transgresiones al status ético-jurídico, es necesaria la acción del
Estado que imponga oportunamente la sanción después de un juicio justo y demostrada
la culpabilidad. La sociedad reclama justicia y considera intolerable la
ausencia de sanción oportuna. Ante la carencia de justicia y ante la impunidad,
como regla general, surgen estas manifestaciones de máxima anomia, que implica,
entre nosotros, no falta de leyes sino desaplicación de estas.
En
Venezuela reina la anomia y la impunidad, aunque el pesado y obsoleto aparato
de la justicia se transforma de pronto en el más efectivo instrumento para
sancionar a quienes no han cometido delito alguno, sometiéndolos a procesos
injustos con manifiesto sesgo político, a prisiones preventivas que son
verdaderas penas anticipadas y a condenas que efectivamente sí se cumplen
en depósitos no aptos para seres humanos.
Es
necesario reaccionar contra cualquier forma de linchamiento, incluyendo el que
se lleva a cabo bajo apariencias de legalidad, expresión de caos social, de
impunidad y de debilitamiento institucional, alegato de la Sala Constitucional
para rechazar una ley de amnistía que pretendía rectificar procesos injustos, a
la vez que se hace necesario tomar conciencia de la necesidad de que los
órganos de administración de justicia den una señal clara de su intervención
oportuna contra los más graves delitos que azotan a la colectividad, carentes
de toda sanción, por lo cual, ante la desconfianza en el sistema institucional
formal, se da cabida a esta gravísima manifestación de desajuste social, como
lo es pretender hacer justicia por cuenta propia, caldo de cultivo de atroces
venganzas colectivas en las cuales se diluye la responsabilidad individual y a
las que siguen perversas acciones de bandas y mafias de malhechores que hacen
peligrar la paz social y contra las cuales debe darse una clara respuesta de
las instituciones, hoy sometidas a intereses políticos o a limitaciones
indebidas que le impiden la consecución de sus legítimos objetivos.
Fuente:
http://www.el-nacional.com/alberto_arteaga_sanchez/Linchamientos_0_834516708.htmlFotografía:
http://notihoy.com/debilidad-institucional-y-del-sistema-policial-propician-linchamiento-van-30-solo-en-caracas/
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