Indignación
Luis Barragán
Sobrevenido pretexto, después de diecisiete años, el
gobierno descubre la necesidad de una economía productiva. Se niega a dar
pormenores de la vasta crisis que ha generado, revelando las cifras más
elementales, como si nadie pudiera inferirlas, apostando por un proyecto del
que tampoco dice absolutamente nada.
La Venezuela post-rentista exige una enorme responsabilidad
y sobriedad que los solicitantes del decreto de emergencia, sencillamente, no
exhiben. Entre las sandeces más llamativas, refieren que el socialismo no ha
fracasado porque no lo han construido, estribillo enfermizo y celebérrimo de
quienes hundieron a sus países en la pobreza y en las injusticias, bajo tales
consignas.
Prefieren las generalizaciones del denuesto, las
abstracciones de sendas consignas que redundan frente a la dramática y muy
concreta realidad del desabastecimiento, la escasez, la inflación y la quiebra
económica. Quiebra inexplicable, ya que éste gobierno, el mismo de hace añales,
no sólo concentró un mayor poder que todos los que lo precedieron, sino saqueó
los más altos ingresos petroleros en toda nuestra historia.
Se impone el cambio del modelo económico y de las
estrategias para el desarrollo, hacia las libertades indispensables, en un
mundo abierto y competitivo, que no niega las caras banderas de la justicia
social. Requerimos de una voluntad política harto diferente, creadora,
honestísima y audaz, en lugar de la primitiva, tozuda y alevosa ambición de
prolongarse en el poder cuando el fracaso más contundente se traduce literalmente
en hambre y persecución.
Cada vez que escuchamos a algún vocero oficial y
oficioso, aferrado a la estampa del
extinto presidente, nos indignamos. Creen que el resto de los venezolano que
subestima y desprecia, somos estúpidos.
25/01/2016
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