viernes, 19 de febrero de 2016

CUADERNO DE BITÁCORA



A Umberto Eco se le conseguía hasta en los  remates de libros, con ediciones de una “vejez”  de uno o más años, con facilidad: ensayos y, más tarde, novelas. Semiología, cómo hacer una tesis, compilación de columnas de opinión muy gratas. En cualquier librería de la ciudad y de la universidad, ostentaba un lugar privilegiado. Nunca olvido dos lecturas: la una, descubrimiento que facilitó el librero (creo más en la amabilidad de Walter en Lectura que en la de Betancourt  en la Suma), luego del atractivísimo texto de la contraportada, breve y sugestivo, convirtió El nombre de la rosa en una larga fiebre que esperó ansiosa por su filmación;  y El péndulo de Foucault  leida en la biblioteca de San Francisco,  recién salida, gracias a un ejemplar que guardaban en una gaveta porque era muy caro (dos mil bolívares!!!), en tres o cuatro tardes despúes de salir del tribunal donde laboraba. No sería el mejor novelista del mundo, pero – sin dudas – construyó un universo que hizo eco. Sería ¿Diario mínimo?, creo que con Supermán en la portada, de la que me desprendí hace dos o tres años atrás, uno de los referentes más interesantes que recuerde. Años sin leerlo, por cierto.
Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, preguntan por #UmbertoEco. QEPD.
LB 

 Serie Frente al espejo
©Vasco Szinetar.
Caracas,1994.

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