lunes, 22 de febrero de 2016

PASAR SIEMPRE LA PÁGINA

Dirigencia política e historia
Luis Barragán


Una afición incurable, lector de la vieja prensa, nos consta el interés que hubo por los referentes históricos en el diario ejercicio de la opinión pública. No sólo por los columnistas que solían  citar un dato precedente, sirviéndoles de soporte al escudriñar los acontecimientos en curso, sino por las propias reseñas de divulgación que no olvidaba el medio.

Por supuesto, los tiempos cambian y, aunque – sobre todo en los períodos más autoritarios – la alusión a la historia servía para enmascarar una dura sentencia sobre el presente, en el que siempre se arriesgaba con una opinión, igual consideración ha de hacerse sobre los periódicos y magazines impresos que daban de leer. Esto no ocurre hoy, pues, dictadura de la cultura iconográfica, la preferencia es por las imágenes que eviten el esfuerzo de ir más allá de una leyenda de escasos caracteres.

El dudoso nivel de la escolaridad por estos días, refuerza un cierto desprecio por la materia.  Pareciera que la mentalidad resumida en la “playita”, nos definiera e identificara colectivamente.

Lo curioso es que, inevitable, hay alguna saciedad por un pasado que contextualice la noticia en boga y, en contraste con muchos medios independientes y hasta abiertamente opositores, los oficiales prodigan ese contexto.  Reescribiéndola, pocos son los pasquines oficialistas, sostenidos con nuestros tributos, que no remiten a los hechos históricos  que constituyen toda una novedad para las generaciones del siglo XXI, extendiéndose – sin contrarrespuesta – a la variedad de redes sociales que nos pueblan.

No por casualidad, los más destacados dirigentes políticos de los tiempos remotos, fueron muy versados en la historia venezolana, como – por menos – se nota en sus innumerables declaraciones de prensa y en sus discursos de rutina, en los que surgía un detalle a veces erudito.  Por muy tecnocrático que pareciera, volcado más a la futurología que a la “pasadología”, escurrían los frutos de una formación personal que los autorizaban frente a otros dirigentes con los que competían en la tribuna pública.

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