Transparencia Venezuela
Luis Barragán
Permitiéndonos un breve testimonio personal, aunque no hemos pertenecido a la Comisión Permanente de Defensa de la Asamblea Nacional, nos ha preocupado las numerosas solicitudes de créditos adicionales favorables a las empresas mercantiles adscritas a la Fuerza Armada. Hemos realizado un modesto esfuerzo de investigación que, intentando contextualizarlo en el peculiar socialismo rentístico que nos agobia, compartiéndolo con otras inquietudes y responsabilidades inaplazables, requiere de una adecuada y confiable asesoría técnica que la encontramos en Transparencia Venezuela: Mercedes de Freitas, la directora ejecutiva, junto a sus jóvenes asistentes, acudió a la llamada junta de coordinación de la bancada opositora y, planteada nuestra puntual necesidad, no tardó en responder afirmativa y convincentemente: a las pocas horas, recibimos digitalmente una relación precisa de los créditos aprobados y, a los dos o tres días, la invitación para un una jornada de análisis en la materia.
La entidad ha logrado concitar el combate voluntario contra la corrupción con toda la destreza, el conocimiento y la persistencia que amerita un gobierno ya de larga data, por cierto, un dato insustituible, monopolizador de la divisa petrolera. Circunstancia ésta que nos impone de la difícil tarea para la organización no gubernamental, por todos los intereses y las dificultades que ha de confrontar y superar, contando con iniciativas y resultados concretos como el monitoreo constante de las finanzas públicas convertidas en un enredijo monumental, las acciones judiciales referidas al injustificado retardo y a la evidente omisión asamblearia para el nombramiento del Contralor o a las tareas incumplidas por la secretaría del parlamento nacional, la publicación de sendos manuales para denunciar la corrupción y – específicamente – la policial, el Comando Antiguiso, las campañas educativas, entre otras.
Obviamente, los propulsores de Transparencia sufren de la constante indagación oficial, corriendo los riesgos inherentes al limpio propósito que los anima. En su portal interneteano, figuran las fuentes de financimiento de sus actividades, por lo que no es fácil señalarlos como suele ocurrir con los miembros de la burocracia celestial que sufrimos, elevada la convicción hasta por el estilo de vida que los caracteriza en el doble discurso moral de refundación de la república rentista.
Afortunadamente, tenemos otro modelo de realización cívica que también tiene por inicial virtud, la de reunir a los cuadros técnicos que, tarde o temprano, contribuirán a la transición democrática, así los creadores de Transparencia no tengan por objetivo el desempeño de las funciones públicas. Y es que, convengamos, en el ámbito político se asoma una cierta descapitalización del recurso humano calificado, pues, luego de década y media, la desespecialización, progresiva y casi irresistible, ha afectado a la dirigencia partidista en el esfuerzo generalizado de disentir y oponerse al régimen.
Además, un modelo de gestión cívica que no contradice, sino que complementa a los partidos, siendo inaceptable la supeditación a sus directrices. Valga acotar, si les tocase gobernar en un futuro no muy lejano, deben aceptar y aupar la vigilancia o el seguimiento organizado de la sociedad civil para sus eventuales responsabilidades, cometidos y actuaciones, porque – en última instancia – iniciativas como Transparencia Venezuela tienen tamaña misión histórica, así se permita aportar los cuadros técnicos indispensables que no la comprometerían: únicamente, las banderas de la honestidad, claridad y honradez tan urgidas de reivindicar para una transición que sea tal.
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