Luis Barragán
Forzosamente integrada a nuestra identidad urbana, la Torre de David cuenta con una extraordinaria fuerza didáctica. Explica y muy bien, la solución habitacional que ha dado el régimen a las grandes mayorías, sostenida en el tiempo, al igual que es delatora de su naturaleza más íntima.
Jamás fue prioridad la construcción de viviendas para los más necesitados, condenados a censarse y recensarse regularmente para optar por el remoto techo de sus ilusiones más ingenuas. Mientras las mafias se tragaron y tragan los gigantescos ingresos petroleros, multitudes desfilaron y desfilan por las dependencias oficiales para el registro y actualización de una data personal que tiene más de obsesivo afán policial que de genuina diligencia burocrática.
El gobierno alentó y permitió la ocupación del inmenso inmueble, sin responder por los riesgos y peligros que comportaba. A destiempo, luego de consolidada la ocupación, establecidos los vínculos vecinales y hasta laborales del caso, decide el desalojo bajo una fuerte censura y, como si no fuese responsable de la situación que conscientemente provocó, se empina con nuevas promesas que, ni siquiera como tales, alcanzan para todos los afectados.
Nada casual, luego de destruida la economía nacional, batiendo todas las marcas de importación para las cuales ya confiesa no disponer de las divisas que con tanto esmero monopolizó y monopoliza, las camarillas en el poder relanzan las consignas de prosperidad, producción y productividad por siempre traicionadas. Y es que, con motivo del llamado “sacudón”, admitido implícitamente el monumental fracaso, se creen absueltas de toda responsabilidad y, ahora sí, a década y media de un mismo gobierno, el socialismo en su etapa biométrica será el portador de la felicidad para cada uno de los venezolanos, porque … ellos lo dicen.
Permitieron que la economía se corrompiera, corrompiéndose, y dirán que bastará el solo anuncio radiotelevisivo para absolverlos, pidiéndonos que desocupemos toda esperanza por una vida mejor, ya que, además de los impuestos, le debemos el propio derecho a la existencia. Eufemismos por delante, hay que evacuar la Torre Venezuela para que la subasten, sin que se permitan dar una mínima explicación de las fallas estructurales que incrementaron y agravaron: según la prédica oficial, ya destruyeron masivamente lo suficiente y, ahora sí, quince años después, nuestro único deber es pagar muy caro y agradecer por su veleidad de constructores.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/09/la-pretendida-absolucion/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1050769
Fotografías: LB, vista de la Torre de David desde el piso 15 del edificio José Vargas, Bellas Artes, Caracas (29/08/2014).
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