Del drama fronterizo (y auto-victimización)
Luis Barragán
Recientemente, estuvimos en la zona fronteriza del estado Táchira para constatar y denunciar una situación que, no cabe la menor duda, por más trillado que se crea el término, es dramática. El cierre programado completa una situación asombrosa, ilustrándonos sobre las realidades que el madurato intenta falsificar suponiendo delincuente a todo poblador.
La Asamblea de Ciudadanos celebrada en la sede de la Cámara de Comercio, Industria y Producción de San Antonio del Táchira, nos permitió constatar lo que vimos y vivimos en el recorrido previo del difícil sector adyacente que expone las largas colas para adquirir los alimentos y las medicinas, en un ambiente de insólita precariedad y peligro que habla de la intensa militarización y del gran negocio que el socialismo saudí realiza hasta con la requisa, humillación e incautación del más modesto transeúnte que empuña una bolsa con un paquete de harina precocida o una pastilla de jabón.
Cinco mil estudiantes, por ejemplo, se arriesgan a dormir a la vera del Puente Internacional, porque el horario que cumplen en Cúcuta no cuadra con el cierre nocturno de la frontera o, adelantándose, deben cumplir con una suerte de impuesto o vacuna de paso, por no citar los favores sexuales a los que se refirió una de las tantas denuncias que versan sobre el comercio a muy pequeña escala en el lugar. Por ejemplo, sabemos de las catorce propuestas muy específicas y concretas que ha planteado el citado gremio empresarial, pero también que – a nuestro juicio – no lucen viables en el contexto de un régimen corrupto, militarista y maficioso.
La protesta no se apaga en la frontera, legítima y corajuda, frente a la plaga del miedo que lanza el poder central constantemente sobre sus habitantes. Los ediles y alcaldes de la zona intentan soluciones mancomunadas, siendo perseguidos por un régimen que, en propiedad, tiene miedo y no logra disimularlo. Empero, nos permitimos una observación adicional.
En efecto, la censura y el bloqueo informativo tiende a la insólita ilusión de un fenómeno exclusivo para la frontera, como si el resto del país no padeciera el desabastecimiento, la escasez y la inflación. De ardides psicológicos se hace la hegemonía mediática del régimen: el socialismo saudí pretende sembrar la desinformación, convirtiéndose él mismo en la más vibrante noticia cotidiana, algo sencillamente imposible cuando las realidades siguen su curso insobornable.
DE LA AUTO-VICTIMIZACIÓN
El régimen recurre frecuentemente al expediente de la auto-victimización, evadiendo con orgullosa inelegancia sus más graves y calamitosas responsabilidades. El tercero es siempre culpable, como si no llevase las riendas del país por larga década y media ni hubiese contado jamás con el billón de dólares de los ingresos petroleros que ha dilapidado el socialismo saudí.
Inventa una tal hegemonía mediática donde la ejerce a plenitud, sirviéndole también de pretexto para que la boliburguesía ascendente, a la que indudablemente está orientada la copiosa publicidad de la oferta inmobiliaria de Miami, entre nosotros, incursione en el negocio de los medios. Impone toda su influencia dineraria para defenestrar a Fernando del Rincón de una cadena internacional de noticias.
Poco le importa los altos índices de criminalidad, prometiéndonos planes de seguridad que son imposibles de evaluar por la más modesta comisión parlamentaria. Empero, niega la existencia de los llamados colectivos armados que se dicen eficaces para acallar la protesta social, aunque nadie puede tapar el sol con un dedo.
El poderoso mito del especulador oculta el deliberado desabastecimiento de los alimentos y medicamentos indispensables, pues, no otra es la conclusión de la escasez que trepa la jerarquía de un rasgo estructural: el propósito de convertirnos en mendigos de un Estado convertido en el exclusivo comercializador de los insumos, edificando un sórdido y suculento negocio para la corrupción que dice combatir, corrompiéndose. Nos impone de la vieja humorada: lo que queda es basura, pero … ella tampoco alcanzará para todos.
El régimen pretende alterar la realidad de tal modo que, a veces, ingenuamente, hay quienes lo creen víctima de una oposición tan inescrupulosa como sagaz: no le impide gobernar, sino que gobierna!!! El dato resulta necesarísimo en el marco de la guerra psicológica que sistemáticamente nos afecta, ya que le permite, hábilmente auto-victimizado, prefabricar una épica a la que debe responder con éxito: la guerra económica como un parapeto discusivo, un perol lingüístico, por ejemplo, está concebida a la medida de una respuesta populista, ensordecedora y emblemática, aunque ya todos sabemos que el rey está desnudo y, por más que persiga policialmente a Ángel Sarmiento y a todo el Colegio Médico del estado Aragua, lo sabemos como el victimario por excelencia al permitir estas epidemias que un dedo no logra ocultar por más que esté puesto sobre un gatillo.
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