Reinicio de clases
Ox Armand
Varias son las expectativas del
regreso a clases. La adecuada administración del tráfico autor que ha debido
constituirse en una conquista política y, por tal, ciudadana, es un detalle
trivial a la hora de los contrastes. La asfixia de las comunidades educativas
que las desean comunalizadas y obedientes al gobierno, la desescolarización mil
veces disfrazada, el delito que ha hecho escuela en niños y adolescentes, la
transportación, el deterioro de las instalaciones escolares, el costo educativo
y la presión tenaz contra el sector privado, el calzado y la vestimenta, la protesta juvenil que se avecina, los
elevados precios de los útiles escolares, la brecha digital, el culto a la personalidad presidencial, el
salario del docente, la desatención médica, odontológica y sanitaria, son algunos de los aspectos que concitan la
angustia colectiva. Sin embargo, nuevamente está a prueba la movilización
ciudadana, porque es tanta la tormenta sólo en este sector sobresaturado de
problemas, que luce necesario optar por atacar una o dos opciones. La
implacable censura impide la libérrima manifestación de las demandas. Pretende
reducirlas y expresarlas exclusivamente el gobierno. Por supuesto que a favor.
Contamos con organizaciones no
gubernamentales que intentan asomar la cabeza al radical conflicto, tan radical
como riesgoso y solapado. Mas, solemos no contar con los partidos para que
digan algo. Por supuesto que, desespecializados, el magisterio es escasamente
militante. Pesa también que el patrono por excelencia es el Estado que juega
con la titularidad y provisionalidad de los cargos. Los sindicatos y demás
gremios de la enseñanza están aterrorizados. Pero ha sido costumbre en quince y
tantos años que los partidos no digan ni hagan nada. Quizás la MUD nos
obsequiará con un documento alusivo. A lo mejor los promotores del Congreso
Ciudadano denunciarán la situación y propondrán las salidas … educativas
correspondientes. Empero, falta una extendida y contundente campanada
colectiva. Sobre todo porque no existe una relación de premios y castigos para
una básica moral social. Centenares de miles de jóvenes sin oportunidades de
estudio o trabajo, se consuelan alegando que por muy calificados que puedan ser
académicamente, en ada contribuye o contribuirá a su supervivencia. Hay
desilusión y conformismo que se anida en
lo más recóndito del subconsciente, actuando inadvertidamente.
Angustia esa inmensa resignación
inoculada por el gobierno nacional. El mismo, desde finales del siglo pasado.
No apostamos por una hecatombe protestataria, sino por la manifestación abierta
de los problemas que nos aquejan y la búsqueda de soluciones. El reinicio de
clases parecerá un ritual más. El ritual de la sobrevivencia frente al
totalitarismo que ha echado vuelo desde hace un buen rato.
Reproducción: Aviso. La Luz del Farol, Caracas, nr. 3 del 14/09/1901.
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