domingo, 7 de septiembre de 2014

OBITUARIO (2)



EL NACIONAL - DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2000 / SIETE DIAS
El camino estaba abierto antes de fundar la OPEP
Pérez Alfonzo inició la defensa de los precios del petróleo
Su participación en la Junta Revolucionaria de Gobierno y en el mandato constitucional de Rómulo Betancourt se caracterizó por una defensa a ultranza de lo que consideró el interés nacional, especialmente de nuestra principal riqueza
Hugo Prieto

A una de las pocas cosas a las que no renunció el liderazgo político en gran parte de este siglo fue a la nacionalización del petróleo. El acto que se celebró al pie del pozo Zumaque 1 (1° de enero de 1976) fue un lance teatral para satisfacer el protagonismo histórico del entonces presidente, Carlos Andrés Pérez. La nacionalización del petróleo ya era un hecho consumado que, sin embargo, exigía un acto protocolar.
La ley de reversión petrolera, aprobada durante el primer gobierno de Rafael Caldera, allanó el camino de la nacionalización al dejar exhaustas a las empresas concesionarias. Alvaro Silva Calderón, un viejo amigo de Juan Pablo Pérez Alfonzo, fue quien promovió esa iniciativa legal, a finales de los años 60. No fue una tarea sencilla, porque las dudas y una sorda resistencia era la atmósfera que se respiraba entonces en el desaparecido Congreso de la República.
Silva Calderón, que había desertado de Acción Democrática en la división que encabezó Luis Beltrán Prieto Figueroa, le pidió a Pérez Alfonzo que se pronunciara públicamente en favor de la ley. "El conocía el proyecto y también la indecisión que había entre algunos diputados de AD y Copei".
Hubo un pronunciamiento, a través de opiniones emitidas en los jardines de la quinta Camurana, el cuartel general de Pérez Alfonzo en Los Chorros, y la ley, que dejaba "secas" a las compañías transnacionales, fue promulgada por el Congreso Nacional. "De esta manera se evitó la transferencia o venta de activos petroleros", dijo Silva Calderón. "Fue el último intento que hicieron las concesionarias para defender sus intereses en Venezuela".
Se cerraba una era y se iniciaba otra. Las fortalezas y debilidades asociadas a este hecho, siguen pautando la agenda petrolera del país. Las compañías petroleras abandonaron el país ante la imposibilidad siquiera de plantear las mínimas condiciones para hacer un negocio, mientras que la dirigencia política del país tenía entre manos la posibilidad de decidir a ciencia cierta y sin presiones de cualquier índole, lo que convenía a los intereses nacionales en materia petrolera.
Las concesiones otorgadas, primero por la dictadura de Juan Vicente Gómez y luego por la de Marcos Pérez Jiménez; las episódicas intervenciones de empresas concesionarias -muchas de ellas non sanctas- en coyunturas de la vida institucional y el destino del país, propiciaron su exclusión del negocio petrolero y abrieron un paréntesis que sirvió luego para retomar acuerdos comerciales y un acercamiento bajo el paraguas de la apertura petrolera. El actual gobierno se encargó de "congelar" ese proceso, en un lance político que tendrá consecuencias económicas, aún por vislumbrarse. La pregunta sigue abierta: ¿le conviene a Venezuela profundizar los negocios con empresas estadounidenses y europeas?
El fifty-fifty
Luego de apoyar la ley de reversión petrolera, Pérez Alfonzo se reunió en su "cuartel general" con personajes de la más variopinta ideología que había en Venezuela. "No era un hombre de partido o de organizaciones", dijo uno de sus amigos, José Antonio Giacopini Zárraga. "Su forma de trato era hasta seca". Nunca apoyó el error histórico que cometió la izquierda en Venezuela cuando subió al monte para librar una guerra de guerrillas. Pero eso no le impidió escribir a dos manos El desastre, junto a Domingo Alberto Rangel, enemigo acérrimo de su amigo, Rómulo Betancourt. "Pérez Alfonzo estaba muy lejos de ser un hombre dogmático", afirmó Silva Calderón. Se había convertido, sin proponérselo, en una suerte de chamán.
La postura de Pérez Alfonzo en materia petrolera fue siempre contraria a la entrega de concesiones y a las propias empresas transnacionales. En la época del trienio (1945-1948), cuando ocupó el cargo de ministro de Fomento, promovió cuatro resoluciones que causaron un auténtico terremoto en el mundo petrolero. En diciembre de 1945, la Junta Revolucionaria de Gobierno decretó un impuesto unilateral y retroactivo para las compañías petroleras, los cuales le reportaron un ingreso extraordinario al Gobierno de 89 millones de bolívares.
Giacopini Zárraga recuerda que "casi simultáneamente" se promulgaron la ley del Trabajo y la del Impuesto Sobre la Renta, que le reportaron ingresos al país al pechar por distintas vías la actividad petrolera.
También se registró un hecho que significó un cambio radical en las reglas de juego frente a las empresas concesionarias. "El gobierno de Medina Angarita había propiciado un arreglo con las empresas petroleras, mediante el cual se comprometía a renunciar a una fracción de sus ingresos, mientras las compañías sacrificaban un margen de sus ganancias, para constituir una especie de fondo que sirviera a los fines de promover la participación de empresarios locales en el mercado interno de derivados (gasolina y kerosén). Se habían celebrado conversaciones, se levantaron las actas correspondientes, pero no había un acuerdo final. En diciembre del año 45, la junta de gobierno percibió el proceso de otra forma y resolvió emitir un decreto donde se fijaban los precios máximos de venta para esos derivados". Desde entonces, lo único diferente que se ha hecho, corresponde a la apertura petrolera, en un proceso igualmente "congelado" por el gobierno actual y que ante todo confirma que el precio de la gasolina es un tabú en Venezuela.
Pérez Alfonzo también exigió que parte de las regalías se entregaran en especias. "Quería que el país desarrollara destrezas en el campo comercial, pero no tuvo éxito". Un mes antes de que cayera el gobierno de Rómulo Gallegos, se promulgó el decreto 112 que consagró la política del fifty-fifty y que luego servirá de modelo en Arabia Saudita, donde la empresa Arabian Oil Company fue objeto de esa medida.
Una visión universal
Durante su exilio en México, Pérez Alfonzo se enteró del ingreso de uno de sus mejores amigos, Germán Suárez Flamerich, a la junta militar de Gobierno, luego del asesinato de Carlos Delgado Chalbaud. Fue un giro desafortunado. Luego se pronunció en contra de la política de concesiones que puso en marcha la dictadura y como respuesta obtuvo una grosera descalificación de su condición de experto petrolero. Durante el gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, Pérez Alfonzo ocupó la cartera de Minas e Hidrocarburos. En esa época escribió uno de sus libros fundamentales, Petróleo, jugo de la tierra, al que siguieron otras obras fundamentales, como El pentágono pertrolero (1967), que encierra cuestiones fundamentales de política en materia de hidrocarburos. "Tanto Rómulo Betancourt como Juan Pablo Pérez Alfonzo eran hombres de gran sensibilidad y señalado interés por la riqueza petrolera", dijo Giacopini Zárraga. En materia de contrataciones, Venezuela no otorgaría nuevas concesiones petroleras; la participación directa del Estado se realizaría a través de la Corporación Venezolana del Petróleo; el fortalecimiento y mantenimiento de los precios se haría mediante una comisión coordinadora con representación de los ministerios de Hacienda y de Minas e Hidrocarburos; en materia internacional, las principales embajadas de Venezuela en los grandes países consumidores y exportadores de petróleo serían ejercidas por personal especializado de diverso rango, desde simples agregados hasta consejeros ministros y aún embajadores. "El caso más relevante fue el de Valentín Hernández Acosta, quien fue embajador en Londres y luego sería el ministro de la nacionalización". Esta política tendría impacto inmediato en los países del Medio Oriente. "Poco antes de que se fundara la OPEP, los países árabes enfrentaron una grave crisis por la caída abrupta de los precios. No pudieron anticipar acciones, porque no contaban con un comité de supervisión y seguimiento como el que había en Venezuela. Su adopción fue inmediata, luego de una consulta que se le hiciera a un diplomático venezolano".

Uno de los asistentes a la reunión que se celebró en El Cairo (1959), convocada por el secretariado petrolero de la Liga Arabe y que se convertiría en el embrión de lo que sería la OPEP, fue precisamente Giacopini Zárraga. "Venezuela envió una delegación muy numerosa, debido a que tenía un gobierno de coalición política. La encabezó Juan Pablo Pérez Alfonzo, ministro de Minas e Hidrocarburos; Manuel Egaña, embajador en Canadá; Manuel Pérez Guerrero, director de la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la República -precursora de Cordiplán- y Bernardo Flores, embajador acreditado en Líbano, Egipto y Etiopía". Flores mantenía importantes contactos diplomáticos en todo el Medio Oriente y su mujer solía ir de compras con la esposa del líder egipcio Gamal Abdal Nasser.
La OPEP se fundó un año después, el 14 de septiembre de 1960.

NOTA LB:  Luce interesante lo referido por César Balestrini y Francisco Mieres, en un foro realizado en 1989 con motivo del X aniversario de la muerte de Juan Pablo Pérez Alfonzo: http://ance.msinfo.info/bases/biblo/texto/BA/BA.11.05.pdf

Puede verse: Mazhar Al-Shereidah, https://www.youtube.com/watch?v=wRyKKX0qT2o

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