¿Quién dijo revolución?
Luis Barragán
Después de triunfar los nuevos elencos del poder, el acontecimiento revolucionario se agota con prontitud. Prolongarlo, obliga a la creación de un poderoso mito que igualmente explique los consiguientes reacomodos en la dirección del Estado.
Finalizando el siglo pasado, nos dijeron inmersos en un proceso progresista de cambios que no tuvo por inicio la acostumbrada gesta heroica, sino la paradójica confirmación de unos comicios libérrimos, puntuales y transparentes. Ya evidentemente regresivo, afincado en una plebiscitación constante y amañada, el proceso amerita de un balance para la (des) calificación revolucionaria que no puede conceder la retórica oficial, estridente y anacrónica: ya no basta con la obsesiva maldición del pasado - cada vez más remoto - para sostenerse.
François Furet sostuvo que la revolución puede comprenderse en y gracias a la continuidad histórica, confrontando los hechos con una fortísima ilusión de ruptura que denomina el “escándalo de las representaciones”, tras lograr una recomposición social por fuerza de un distinto imaginario. Así, en “Pensar la revolución francesa” (Petrel, Barcelona, 1980), refiere que, por debajo de una sísmica turbación de los espíritus, ella cumplió con las intenciones y tendencias objetivas del Antiguo Régimen: la integración nacional, el desarrollo del poder público y la centralización administrativa.
Tesis atractiva que no ha de tildarse cómodamente de reaccionaria, hallamos que, al iniciarse el siglo XXI, Venezuela apuntaba hacia la etapa del post-rentismo, la descentralización y el multipartidismo. Sin embargo, a pesar de la profusa liturgia dizque revolucionaria, distanciado el dicho y el hecho, hemos profundizado la dependencia con una renta petrolera cada vez más insuficiente, desindustrializado el país; la concentración del poder nos ahoga, añadida su incompetencia e ineficacia; y, fusionado con el propio Estado, nos fustiga el tránsito del partido hegemónico al único.
Luego, podríamos interpretar el proceso como una vigorosa resistencia al cambio social que, urgido de grandes y medianas traiciones para sostener las expectativas, imputando sus yerros y fracasos al tercero necesario, se traduce en un retroceso impensable década y media atrás. Faltando poco, la sola pretensión de retener el poder, acelera la reedición del socialismo real que implosionó en otras latitudes y sobre el cual ha versado Furet en otro título (“El pasado de una ilusión”, FCE, México, 1995), criminalizada toda oposición, disidencia o modesta inquietud.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/07/quien-dijo-revolucion/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1042568
Composición gráfica: Julio Pacheco Rivas.
Cfr. "(VTV) Presidente Maduro anunciará transformación revolucionaria del Estado este martes": http://www.aporrea.org/actualidad/n254418.html
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