domingo, 20 de julio de 2014
CUADERNO DE BITÁCORA
Durante nuestra reciente visita al estado Anzoátegui, fue inevitable comentar la conocida obra de Fruto Vivas. La gráfica de Winston Flores, toma parcialmente la obra. En lo personal, la hubiese preferido con - quizá - un mejor acabado, plana (casi como un juego de lego), otros colores, en el modesto intento de cavilarla. Pero, entre gustos y colores, ni que nos fajen de infantes.
Indudable, responde a una concepción de la vida misma de Fruto, quien - tampoco hay duda - un eminente venezolano. Y esto, por mucha que sea la discrepancia de la propia concepción política e ideológica que sostenga el autor de "Árbol para Vivir", nombre de la residencia multifamiliar de Lecherías, ejecutada por el ing. Edgar Fortul (SIC), como apreciamos en: http://www.frutovivas.net/.
Por cierto, en "Arquitectura como cultura" (El Perro y la Rana, Caracas, 2013), hallamos una síntesis de su perspectiva estética que tiene de la antropológica y ecológica. El contraste es inmediato, por ejemplo con el caso del Cubo Negro (Caracas), formula importantes reparos sobre la caja artificial de cristal oscurecido, absurdo por la concentración de calor. La observación es válida, aunque tenemos reservas sobre el lenguaje que habla de la obra de Philip Johnson "en complicidad con arquitectos venezolanos", en la obra realizada por "una empresa privada, por una empresa usurera". Vale decir, hay una suerte de inmediato ensayo de economía política que, en el terreno de la arquitectura, no puede sobrevalorarse, pues. Implica una severa contradicción, como, al parangonearlo con el Cubo Negro, concluye con una sentencia interrogativa: "¿A quién de ustedes se le ocurrió la manía de poner vidrios negros al carro?". Por consiguiente, limitado por la disciplina, queda como una consigna que no tiene los otros y forzados desenlaces, porque - sencillamente - ¿cómo tomar por manía lo que pervertidamente se ha convertido en una necesidad, después de década y media de violencia e inseguridad en Venezuela? Estos son los detalles que nos alejan también de su perspectiva, ya que valdría preguntarse sobre la autorización misma que este y no otro gobierno, dio para la construcción del Sambil de La Candelaria, si fuese el caso cuestionarlo, por no mencionar las otras "soluciones habitacionales" que ha ensayado la Misión Vivienda.
En forma alguna demeritamos al gran arquitecto y su obra arquitectónica, El folleto de 55 páginas, trata sucintamente temas como la optimización de la naturaleza y la inventiva humana, la huella ancestral andina, nuestras referencias ancestrales, nuestra raíz cultural en el presente, respeto a la sabiduría popular, la Barinas que conoció, tecnologías al alcance del pueblo,árboles como solución posible y sesión de preguntas y respuestas.
Señaló al pasar por Barinas: "Estamos obligados como profesionales a entender nuestro problema. No se trata de hacer imitaciones. No se trata de imitar las casas coliniales, porque ellas en la época en que se hicieron eran ultramodernas. Nosotros tenemos que hacer, con nuestros materiales, con nuestro tiempo, con nuestras situaciones, con nuestras dificultades, una vivienda adecuada que responda correctamente, como respondieron los maquiritares, los piaroas, los waikas, los guareúnos, al hacer una vivienda adecuada y crrecta, una vivienda a la escala de la dimensión del hombre, en armonía con ella".
LB
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