Caminando con Cristo
Jesús habla en parábolas (Mt.13, 1-23)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Lo que Jesús insistentemente proclama es el Reino de Dios, su llegada, su cercanía, su presencia y revelación en su persona; pero lo hace a través de las parábolas, como la de hoy que es "la parábola del sembrador" y que en los domingos que vienen seguiremos escuchando parábolas de Cristo. Ahora bien, ¿Qué es una parábola? del griego parabolé, de "para" y "ballo" que traduce "poner en paralelo", "comparar". El término hebreo es "mashal" y se traduce como "semejanza", "comparación", "proverbio", "enigma". La parábola es un género literario en que la enseñanza es dada a modo de un relato dramatizado basado en la vida real. Hay acuerdo entre los especialistas de la Biblia que las parábolas que recogen los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) son 40. El Cardenal italiano Carlo María Martini, de grata memoria, especialista en Sagradas Escrituras, escribió un libro titulado: "¿Por qué Jesús hablaba en parábolas?" y hay una respuesta sencilla y que resumo así: Jesús hablaba en parábolas para sacudir a la gente, para ponerla a pensar y sobre todo a sentir. Jesús tenía siempre delante de sí un auditorio que necesitaba despertarle el interés. Un auditorio al que ha de sacudir; debe implicarlo, intentando conseguir, en el caso de la parábola que nos ocupa, que entre en la condición de la semilla, frágil, casi invisible, pero a la vez poderosa. Quien sabe de semilla buena, sabe cuán poderosa es y en lo que se puede convertir al sembrarla en un campo abonado. Jesús habla a un auditorio que debe llevarlo poco a poco hacia delante en la comprensión de su mensaje, un auditorio que no puede dar saltos largos. Jesús usa este lenguaje que desconcierta un poco a todos (incluidos sus apóstoles y discípulos); un lenguaje que no es fácilmente encasillable como de aquí o de aquella región, del grupo de los saduceos o de los fariseos, a favor o en contra de los imperialistas romanos, a favor o en contra del César. Un lenguaje que desconcierta, pero que llega al corazón. Jesús habla así porque quiere mantener la atención de ese auditorio difícil y un discurso directo podría causar la desatención o poco interés. Además, quien tiene apuro lo dice todo enseguida, pero Jesús es un Maestro, un pedagogo, un verdadero Rabí que va llevando con sutileza y profundidad a sus oyentes. Jesús deja interrogantes abiertas, despierta curiosidad, para que le sigan, para que le cuestionen, para ir clarificando poco a poco. Así es que la semilla crece, poco a poco, hasta convertirse en árbol, en planta y poder dar frutos. Quien habla así y Jesús habló en parábolas, es porque tiene dentro una fuerte carga emotiva, un ardor comunicativo. Jesús tiene en su corazón el misterio del Reino, la necesidad de comunicar y revelar el misterio del Padre. Quien habla así como Jesús, tiene un mensaje muy claro e integrado en su persona. Como tiene el Reino en su corazón, no le resulta difícil encontrar en cada momento concreto el modo de transmisión más adaptado a sus interlocutores. Quien habla así sabe que Dios no puede ser atrapado en conceptos, tiene conciencia que el misterio de Dios lo trasciende todo, a pesar que se muestra al hombre. Jesús nunca define el Reino, lo compara, repite y repite que "se asemeja a", "se parece a". Quien habla así sabe que su Padre Dios es paciente, misericordioso, paternal, comprensivo, que dona el grano de la Palabra y aguarda a que dé su fruto en el corazón de cada creyente, que sabe respetar y comprender los procesos por los que pasa la semilla y el campo que la acoge. Dios sabe respetar la libertad del hombre y tiene un conocimiento profundo de su corazón. Cuando se comenzaron a escribir los evangelios, la comunidad cristiana empezó a recoger las parábolas de Jesús que tenían esa capacidad de penetrar y desvelar de alguna manera el misterio de Dios.
El evangelio de hoy deja ver la eficacia de la Palabra de Dios en nuestras vidas y de la disposición que cada uno necesita tener para que esa Palabra escuchada y puesta en práctica dé frutos abundantes de buenas obras.
IDA Y RETORNO: Nuestros obispos han hablado al final de su reunión ordinaria en Caracas, han hablado como los legítimos pastores de la Iglesia Católica en Venezuela, a la cual pertenecen la mayoría de los venezolanos. Han llamado a celebrar en el próximo año 2015 una Asamblea Nacional de Pastoral que motive a renovar la fe y reencontrarnos como venezolanos. Han hablado sobre la realidad del país y exhortan a fortalecer la fe, que en otros momentos ha sido la fuerza que ha permitido al pueblo venezolano superar momentos graves de crisis. Han hablado de los jóvenes, en el marco del Año de la Juventud, que estamos celebrando eclesialmente; afirmando que los jóvenes son herederos de esa fe cristiana católica que ha impulsado la vida y el quehacer del pueblo venezolano. Han hablado de los sacerdotes, de su trabajo, de sus afanes, de sus debilidades y de su entrega fiel y generosa en la mayoría de ellos. Han hablado de seguir trabajando con esmero por las vocaciones al sacerdocio.
Cfr. José Martínez de Toda (SJ): http://www.homiletica.org/PDF/aahomiletica013468.html
Ilustración: Portada de la Billiken, Caracas, año IV, nr. 19 del 16/03/1929. Dice célebre la obra, pero no cita al autor.
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