Luis Barragán
Sesión plenaria de la Asamblea
Nacional, 25 de los corrientes. Ya había introducido el proyecto de acuerdo por
Secretaría relacionado con el centenario del natalicio de Fedora Alemán. Estaba
pendiente de la posibilidad de plantearlo antes de los venideros comicios
presidenciales, pues ella cumpleaños el 11 de Octubre. Acostumbrado Orden del
Día con las solicitudes de sendos créditos adicionales, quedaron para el final
dos proyectos de acuerdo: Domingo Alberto Rangel y al satélite Miranda. Fedora
deberá esperar. No obstante, me animé – deuda de lector – a intervenir en el de
Rangel.
El proponente, Fernando Soto, nos
sorprendió y planteó un proyecto de acuerdo con el que básicamente estuve de
acuerdo, a pesar del – esta vez – comprensible sesgo. Planteaba, por ejemplo,
reeditar los tres tomos de “Capital y Desarrollo”. William Dávila hizo buenos
aportes, aunque reclamó al otrora líder adeco y constituyentista del ’47. Deseé
complementar ambas intervenciones y, a pesar de no citar otros aspectos que más
adelante motivarán un cuasi-ensayo de prensa, dije que lo asumía sin complejos,
como militante del humanismo cristiano; referí un título leído en el
bachillerato y otro, sin ironía, como “Junto al lecho del caudillo”, de
recomendable publicación junto a la serie dedicada a Gómez y al gomecismo;
cavilé brevemente sobre la claridad ideológica del tovareño, aunque un poco
ambiguo tratándose de Lenin y Trotsky. Inevitable, aludido el verbo encendiario,
inteligente y sagaz que lo convirtió en un formidable interlocutor en el debate
parlamentario, apunté al lenguaje soez y a la actitud procaz, las ideas
confusas y la fácil descalificación personal del oficialismo, al que justamente
interpela Domingo Alberto.
No había terminado mi
intervención cuando sobrevino la cadena. Me percaté a través de un rápido
parpadeo del monitor lateral que, en cosas de segundo, normalizándose, prosigue
con la sesión en casa , mientras que fuera nadie sabe de ella. Obvia y nuevamente,
protesté: ¿qué hubiese dicho Rangel con tamaña interrupción?, ¿cómo hubiese
cuestionado hasta el fondo a un parlamento que actúa como una oficina de
Miraflores? Concluí ante la burla que
susurraban los diputados del gobierno y el silencio de una bancada casi
desierta como la opositora. El punto terminó con la intervención de Aristóbulo
Istúriz que en nada mencionó el corte de la transmisión radiotelevisiva,
comentando uno que otro ajuste del proyecto en la línea de Soto/Dávila.
Digamos, fue el modo que tuvo el chavezato de homenajear a Domingo Alberto
Rangel, el marxista convencido que no gustó del Comandante-Presidente: se lo
llevó por delante.
Fotografía: MFS, inicio de la
intervención LB (25/09/12)
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