domingo, 9 de septiembre de 2012

DOS Y MÚLTIPLOS

De mujeres: Argelia y Lya
Luis Barragán

Huelga comentar que este país lo hemos hecho todos, aunque algunos mesías lo digan fundado en poco más de una década, borrado el pasado que autoriza inadvertidamente a hacerlo con el futuro. Prolongándolo enfermizamente, el presente se ofrece como el abigarrado e interesado elenco de circunstancias y actores que aborrece los viejos y los nuevos aportes, en beneficio de los presuntos aportantes de la hora.

Hubo mujeres de pensamiento y actuaciones harto diferentes, expresión de una necesarísima pluralidad creadora, que todavía nos interpelan. Argelia Laya y Lya Ímber de Coronil, muy bien la ilustran.

Argelia, decidida militante de partido, hija de un insurrecto antigomecista, falleció a finales de 1997. De larga y pública trayectoria, la experimentada líder luchó contra la discriminación racial, los derechos fundamentales de la mujer, la efectiva incorporación de las embarazadas a temprana edad en el sistema educativo, desplegando una intensa actividad parlamentaria y en los foros internacionales.

Transitó el difícil sendero de la conflictividad política,  en el PCV y en el MAS, conquistando posiciones que reivindicaron el deseado ejercicio ciudadano de las responsabilidades partidistas.  Y tuvo el triple coraje de irse a las guerrillas, rectificar y asumir la derrota, comprometiéndose con actividades propias del Estado que, en ningún momento, significó una transacción con el gobierno de turno.

La actual propaganda gubernamental, en sus escasas invocaciones a la otrora líder de izquierda, lejos de respetar su legado, sentimos que lo manipula, omitiendo deliberadamente que trató de restablecerse en las postrimerías de su vida, en la casa de su hermana de Michigan. Esto resulta absurdo en el marco del nefasto discurso maniqueo que nos agobia, como igualmente lo sería que su jubilación por vía de gracia, como una vez lo señaló Felipe Montilla, se debió al acto de justicia que hizo Luis Herrera Campíns, sin pedirle absolutamente nada a cambio.

Lya, inmigrante que fue y murió venezolana, tuvo el valor de convertirse en  la primera mujer que egresó como médico en nuestro historial académico, e  hizo de la pediatría y puericultura una vocación de servicio, fundando la Liga Venezolana de Higiene Mental en las vísperas de los años cuarenta, mientras activaba gremialmente en la ciudad capital.  Dirigió el  Hospital de Niños J. M de los Ríos, en Caracas, y presidió la Unión Internacional para la Protección a la Infancia, domiciliada en Suiza, por fuerza de su diligente inquietud.

Una larga hoja de servicios caracterizó su desempeño profesional,  incluyendo la prestación gratuita a favor de los sectores más humildes. Y, aunque no tuvo inclinación alguna por la polémica política, frecuentaba moderadamente la prensa para denunciar situaciones y ofrecer soluciones, comprometida en la labor de distintas instituciones que la reclamaron en el otro país que fuimos.

Ahora, parece fácil asumir una pública postura crítica, aunque no cuente con el aval del propio testimonio personal de perseverancia. La niñez es un flanco propicio para la demagogia, sobre todo cuando un gobierno se exhibe o dice exhibirse como el que está moralmente autorizado para versar sobre una delicada materia, en lugar de hablar a través de  los hechos.

Las incursiones públicas de Lya, solían caracterizarse por su sobriedad y precisión,  generando el respeto de todos. No reclamó ningún protagonismo, haciéndose impensable que fuese una vocera de la derecha de acuerdo con el esquema en boga, tan sensibilizada socialmente.

Traemos a colación a ambas hacedoras de país, porque las creemos indispensables de imitar y superar  por la dirigencia partidista y los profesionales de la medicina.  Concretamente, por una parte, nos antojamos que la promoción política de la mujer, sobre todo al comparar méritos y contribuciones reales al amparo del consabido gobierno actual, es muy distinta a la de Laya; y, por otra, el desempeño profesional de la medicina, por lo general,  dista del compromiso que tuvo Ímber.

Fotografía: Lya Imber de Coronil, según Francisco Mora. Resumen, Caracas, nr. 33 del 23/06/74.

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