miércoles, 5 de septiembre de 2012

EL ESFUERZO: ÍNTEGROS E INTEGRALES

Teñidos de Maritain
Luis Barragán


Domingo, 1 de junio de 2003

En una reciente asamblea partidista realizada en Petare, sentimos a Jacques Maritain, relevante figura del pensamiento cristiano contemporáneo, desaparecido físicamente treinta años atrás. No hubo necesidad de nombrarlo. Bastaba el ambiente, cada pieza de los oradores, la invocación de una cierta manera de ver el mundo y las cosas, para descubrirlo entre los más humildes con la aceptación de un compromiso de lucha y la riqueza invalorable del diálogo sencillo al culminar el acto.

Lo reconocimos,incluso, en quienes jamás lo leyeron directamente. Un estudioso de los partidos de larga trayectoria, con tradiciones, con la consciencia crítica de sus éxitos y de sus errores, puede adivinarlo según el código empleado. Posible porque quedó en lo más profundo de la reflexión en aquellos años en los que pudimos descubrirlo. Después de algún círculo de estudio, al que nos atrevíamos en la Venezuela dineraria, impactada por los altos precios del petróleo, nos permitiamos una lectura personal que –por fortuna, inevitable- adquiere otros sentidos al pisar la madurez.

Jóvenes, incursionamos en la política con el afán de los ideales, a veces incomprendidos por la burda penetración que hizo el populismo o la cultura populista en el partido. Gracias a esos ideales, soportamos las crisis experimentadas, los años de devastación electoral. Los mismos ideales que, redimensionados en la medida que sean discutidos y compartidos, abren la esperanza cierta de la recuperación, de la renovación, del compromiso.

Nuestra primera aproximación al autor fue en la búsqueda de la utopía. Una nueva sociedad de inspiración cristiana nos animaba y acentuaba una militancia en la que –es necesario reconocer- hubo mucho de ingenuidad e inmadurez. La crítica ética que hizo del capitalismo nos convencía del acierto de nuestras posiciones. “El hombre y el Estado” y –sobre todo- “Humanismo integral”, eran emblemáticos, junto a los documentos de Medellín y -en camino- Puebla. No obstante, necesario de reivindicar definitivamente, cultivamos un cierto sentido de la irreverencia, de la inconformidad, del deseo de nadar a contracorriente, como él mismo lo aconsejara, y que –debemos reconocerlo también- extrañamos en muchos jóvenes que elevan por bandera la edad, pero se nos antojan tan conservadores y calculadores que bien les hace falta un buen balde de tensión espiritual.

Revisando viejos apuntes hemerográficos, observamos que la muerte de Maritain atrajo la atención de la opinión pública porque la democracia cristiana gobernaba por vez primera en Venezuela. Por ejemplo, Antonio Aparicio inmediatamente lo relacionaba con “la defensa de la acosada fortaleza donde el humanismo pugna por sobrevivir en medio de una época sin ideales, en la que regímenes y sistemas contrapuestos rivalizan en precipitar la liquidación de los valores del espíritu” (El Nacional, 11/05/73). Fernando Valera señaló por entonces que “se ha podido decir de Jacques Maritain y de sus discípulos que han funcionado como un grupo de presión de los que empujaron a la Iglesia Católica hacia el Concilio Vaticano II” (ibidem, 02/07/73). Ana Carranza inventariaba a los líderes que recibieron su influencia en un reportaje cuyo título nada le debía a la relación intentada (“Maritain: ¿marxista-cristiano?”, Elite, 11/05/73).

Hoy, teñidos de los aportes del autor, en las circunstancias tan duras que atraviesa el país, no basta la simple divulgación del francés que siempre nos invitó, como él mismo lo hizo con tantos, a superarlo. Y, lo más importante, con la urgencia de repensar al país, de nadar a contracorriente. Hay nociones que se vuelven tan convencionales, aceptadas a ciegas por el mundo político, que siempre será necesario el debate. Y en este sentido no olvidemos, otro ejemplo, el llamado de atención que ha hecho José Rodriguez Iturbe en un texto significativo como “Sobre la sociedad civil y la oposición política” (Revista Nueva Política, nrs. 71-72 de noviembre de 2000) que pone en aprietos no sólo a unos cuantos que dicen profesar el socialcristianismo, sino a los que no se cansan de recitarlo, mencionando como un recurso de autoridad a Maritain, sin molestarse con dos o tres párrafos que lo asuman de acuerdo a los nuevos tiempos.

Maritain está hecho para la irreverencia creadora. Vivimos también el fenómeno llamado “chavismo”, porque nos instalamos en la comodidad del mundo dado. Y éste ya tiene años de agotado.

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5615461.asp

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