lunes, 27 de febrero de 2012

ATAMIENTO


La Trampa y las comisiones parlamentarias
Luis Barragán


Representantes del municipio Uribante del estado Táchira, encabezados por su alcalde, llegaron a Caracas después de solicitar un derecho de palabra en la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional. Tuvieron oportunidad de ser escuchados, pues hay sobradas preocupaciones en torno al otro destino que desea la ministro de asuntos penitenciarios para el Complejo Recreacional La Trampa, ubicado en Pregonero.

Acudieron a la Comisión al iniciarse el mes de febrero del presente año, aunque un día antes fue negada la consideración del problema por la plenaria de la Asamblea Nacional que incluyó la olímpica y desvergonzada descalificación personal que hizo el diputado gobiernero Sanguino contra el responsable diputado opositor e hijo de chácaros, Abelardo Díaz. Escena mil veces repetidas, el régimen no afronta los problemas colectivos, vomitando dicterios de una simplicidad aterradora.

Por lo menos, los uribantinos fueron escuchados y defendidos por la oposición en la referida Comisión, ante los diputados oficialistas que impusieron su mayoría temerosos de salirse del libreto de palacio. Poco importa que la penitenciaría de Occidente haya contado con 70 mil millones de bolívares concedidos extraordinariamente a finales de 2011, dándoles ocasión para adelantar cualquier iniciativa que ahora la desean en La Trampa, cambiando su objetivo recreacional o de esparcimiento, haciéndonos creer en un Pregonero desalmado que no se compadece por la suerte de los presos comunes del país.

Importa observar que hubo un total acuerdo entre los uribantinos para rechazar el capricho, la improvisación y la soberbia de una ministro – precisamente – tachirense. Nada más y nada menos que el PSUV local se incorporó al consenso ciudadano que no cabe en las hormas de una evidente democracia participativa formal, siendo aplastado no sólo por los antojos del poder central, sino por las mismas directrices supremas del partido de gobierno que no acepta ni aceptará la mínima desalineación de sus dirigentes locales o nacionales en nombre de los elevadísimos intereses del chavezato.

Consabido, hay una vocación antiparlamentaria del oficialismo que no puede ocultar. Ya no se trata de la falta de sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional, sino del propio funcionamiento de las Comisiones Permanentes: ni siquiera la ministro Varela puede conceder una visita a la Comisión especializada para explicar qué cosa es lo que se le ha metido en la cabeza sobre un complejo destinado a la recreación y el esparcimiento, también emblema y orgullo de los uribantinos.

Los ministros y demás funcionarios de este régimen son prácticamente ininterpelables, por mucha competencia que tenga el parlamento para citarlos. Cualquier pretexto sirve para escudarlos y, a lo sumo, Chávez Frías le permite a un selecto grupo apersonarse en una que otra plenaria de la Asamblea Nacional para ofrecer un espectáculo, perfectamente programado, que permite sumar insultos como los proferidos por el profesorísimo profanador de la representación popular como es Giordani, por ejemplo: luce inevitable el contraste con el otrora Congreso de la República que, al recordar el celebérrimo trabajo de Mirtha Rivero, obligaba y agotaba a los ministros y viceministros explicando la naturaleza y los alcances de sus programas cuando la democracia representativa estaba en su ¡decadencia!.

Valga acotar la importancia del trabajo de las comisiones parlamentarias, frecuentemente inadvertidas por el país. Hoy no reciben la suficiente atención ni motivan la inquietud de la opinión pública como antes, aunque nunca hemos legitimado la actuación de los grupos profesionales que en Estados Unidos, por citar un caso, fuerzan su actualización: hay actuaciones y también omisiones que incluyen a la oposición, necesitadas de un seguimiento.

Fotografía: Obra de Nils Udo.

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