martes, 7 de febrero de 2012

PINTA'OR


EL NACIONAL - Lunes 06 de Febrero de 2012 Cultura/3
El grafitero firma como 183
En Rusia también hay un Banksy
Las obras de Pavel, de 28 años de edad, han sido comparadas con las del mediático artista británico
MANUEL CUÉLLAR
EL PAÍS
SERVICIO EXCLUSIVO DE EL NACIONAL


Se niega a enseñar su cara como Banksy y, también como él, sabe que elegir el lugar, el momento y el contenido es fundamental para el éxito de una obra en la calle. La mayor diferencia entre uno y otro reside en su origen. Banksy, la mayor superestrella mundial del arte callejero, nació en Bristol, Gran Bretaña, mientras que Pavel (así dice llamarse) es ruso. Tal vez por ese motivo por lo menos dos de los rotativos británicos más importantes se apresuraron en comparar el trabajo de uno y otro en fotogalerías.

Pavel, que dice que tiene 28 años de edad, no se considera un imitador. "Sé perfectamente quién soy. Llevo 14 años en el arte callejero firmando como 183. Me enorgullece que me comparen con otros muchos artistas del mundo, pero siempre sin olvidar que yo soy único".

Sus obras tienen, como las del genio británico, la mezcla de candidez y guerrilla que parece solicitarse a los más reputados artistas callejeros del mundo. Una de las más famosas consiste en convertir una farola gigante en la patilla de unos lentes pintados en el suelo. El creador recuerda su primer trabajo. "Estaba dando un paseo por la ciudad mientras escuchaba las canciones de Viktor Tsoi. De repente llegué a un muro de la memoria que hay en Moscú y en ese mismo momento el tema que estaba sonando terminó y empezó otro titulado `Sangre’. Así fue como, por primera vez, encontré la atmósfera del lugar. Tenía 11 años, fue antes de que todo el mundo en el globo comenzara a pintar las paredes. A esa edad comprendí que hay que patearse las calles de la ciudad para buscar los sitios donde las pinturas se integren con la lírica del paisaje".

Le preguntan si es más complicado ser grafitero en Rusia que en cualquier otro lugar del planeta. "Rusia tiene sus reglas específicas para cualquier actividad ilegal que se pueda imaginar. En Moscú, uno de los sitios más prohibidos es el Metro. La policía tiene una actitud absolutamente enferma con respecto a todo tipo de creatividad que se salga de los cánones supuestamente preestablecidos. También vivimos en una sociedad que tiene miedo y en la que muchas veces se ejerce la ciudadanía de una forma preventiva, más que punitiva. Pero, por otra parte, los rusos estamos acostumbrados a afrontar todo tipo de situaciones con imaginación, es como parte de nuestro ADN".

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