lunes, 13 de febrero de 2012

FE, HUMILDAD Y CONFIANZA


NOTITARDE, Valencia, 11 de Febrero de 2011
Jesús sana a un leproso (Mc. 1, 40-45)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

En este domingo el evangelio de Marcos nos presenta a Jesús sanando a un leproso. Seguimos en la línea de los domingos precedentes que nos presentan a Jesús como aquel que viene a salvar, liberar y sanar al hombre herido por el pecado. Solo Cristo tiene el poder de renovar al hombre y su presencia es signo de que el Reino de Dios está en medio de los hombres.

El leproso se acerca a Jesús con fe, humildad y confianza; sus ojos logran ver que Jesús es más que un hombre; que es Dios mismo en medio de los hombres, por eso le dice: "Si tú quieres puedes limpiarme". Ser leproso en aquella sociedad judía era realmente difícil; era "como andar muerto en vida", ver como el cuerpo se iba descomponiendo en la carne, sentir el desprecio de la gente que lo miraba con asco y lo consideraba un impuro, una persona que podía contagiar la enfermedad y el pecado y por eso tenía que vivir fuera de los muros de la ciudad y andar con una campanilla guindada al cuello para avisar cuando se acercaba a la ciudad que venía un leproso y así la gente se alejara. Sin duda, que la tristeza, la humillación y la soledad de un leproso, aparte de verse enfermo eran realmente duro, para andar deprimido. Este hombre al escuchar hablar de Jesús, saber de sus palabras, de sus actitudes frente a los enfermos y necesitados, de sus milagros que demostraban la presencia de Dios en medio de los hombres, no duda en acercarse al Señor, lo hace movido por la fe y coloca con humildad su necesidad delante de Jesús sin exigir, sin imponer, solo sabiendo que Él le puede sanar, pero al mismo tiempo dejando que sea Dios quien decida si lo libera de aquella terrible enfermedad y carga moral; él confía y se pone delante de su Salvador.

La persona que entrara en contacto con un leproso quedaba impura, según la ley y más si se trataba de un Maestro judío que se supone que es conocedor de la norma y las prescripciones. Sin embargo, Jesús se acerca a este hombre, lo toca y le responde a su solicitud: "Quiero, queda limpio". Dios acepta la ofrenda de su fe, de su humildad y su confianza. El Señor es capaz de compadecerse de la situación de este leproso y hace que delante de quienes observan lo que pasa se convierta en un signo de fe, en un testimonio de que la Salvación ha llegado para el hombre, que Dios mismo en persona ha venido para sanar los corazones afligidos y puedan ir a proclamar que el Reino de Dios ha llegado. De hecho, cuando Jesús le hace el milagro de la sanación al leproso le dice que no lo diga a nadie, que vaya y presente la ofrenda en el Templo como gratitud a Dios; pero el hombre cuando se encuentra con Cristo no puede callar lo que sus ojos ven, lo que sus oídos oyen y lo que todo su ser siente y experimenta ante su presencia. Por eso, se proclama a los cuatro vientos que Jesús es el Mesías y Salvador del mundo. Es la paradoja con la que le gusta "jugar" a Marcos, el quiere ir develando poco a poco en su evangelio que Jesús aparte de ser Hombre es Dios al mismo tiempo y paradójicamente deja ver que una noticia así no se puede ocultar, no se puede callar ni esconder, hay que proclamarla y sobre todo vivirla; experimentarla como lo hizo el leproso.

El mensaje es claro para nosotros hoy: Necesitamos acercarnos a Jesús, pedirle que nos sane, que nos purifique de aquellas cosas que en nuestra vida todavía necesitan de sanación, que nos libere de las cargas físicas, espirituales o mentales que muchas veces nos agotan, nos someten, nos estresan o deprimen. Jesús tiene el poder de sanarnos y liberarnos, basta que nos acerquemos a Él con fe, humildad y confianza, como lo hizo el personaje que hoy nos presenta el evangelio. Si nos acercamos a Cristo por medio de la oración, de la lectura y meditación de su Palabra, de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, vamos a experimentar lo grande y lo bueno que es estar con Dios y sentir su amor, ternura, misericordia y comprensión. Cuando experimentemos la alegría de encontrarnos con Cristo sabremos que nos impulsará la necesidad de "gritar" ante el mundo que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Quien se acerca a Cristo y se hace su discípulo está invitado también a tender la mano a otros, especialmente a los pobres, enfermos y necesitados.

IDA Y RETORNO: Hoy día de las elecciones primarias, en que muchos venezolanos saldrán a votar y con ello a seguir contribuyendo a fortalecer nuestra democracia, oremos para que todo transcurra en paz, en concordia y sobre todo sirva para contribuir al desarrollo, fortalecimiento y empuje de la justicia, la paz y unidad de todos los venezolanos. Que sea el pueblo quien decida cuál candidato escoger para luego ir a las elecciones del 7 de octubre y nuevamente decidir en conciencia cuál presidente se quiere que dirija los destinos de esta Venezuela sumergida en inseguridad, desabastecimiento, pobreza, desempleo, polarización y confrontación entre hermanos. Dios y la Virgen bendigan a Venezuela y nos ayuden con su amor.
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