viernes, 24 de febrero de 2012

EL ORDEN URBANO


EL NACIONAL - Miércoles 22 de Febrero de 2012 Escenas/1
Érika Ordosgoitti entrega su cuerpo al arte
La estética de la caraqueña intenta desmitificar la imagen de la mujer, denunciar el vandalismo que carcome la fisonomía de las urbes y desenmascarar la falsa moral de las instituciones venezolanas, a través de armas como la incomodidad y la transgresión
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

No hay nada tan profanador como el desnudo femenino.

Cuando la mujer es real, es decir, sin intervenciones médicas ni falsos moralismos de por medio, la presencia de su cuerpo sin ropas, vulnerable ante los ojos del otro, es una declaración estética.

La posición artística sustenta la propuesta de Érika Ordosgoitti, que inaugurará su segunda individual, Sólo estoy siendo, mañana a las 7:00 pm, en la galería Oficina # 1 del Centro de Arte Los Galpones.

La velada incluirá un performance, pues la artista de 31 años de edad llevará una torta con la forma y una foto de su cuerpo, y repartirá trozos entre los asistentes. También, como parte de la puesta en escena, llevará puesto un vestido al que anexó uñas y mechones de pelo.

La muestra está integrada por una fotografía de gran formato de la creadora desnuda en la Plaza de Mayo de Argentina y otros cinco grupos de piezas. Tres son sistemas fotográficos y, los dos restantes, videoinstalaciones.

En las imágenes, captadas por Nancy Urosa y Carolina Sanz, Ordosgoitti aparece desnuda, interviniendo los espacios públicos con performances en los que transgrede lo cotidiano con su figura sin ropa como metáfora de la otredad.

"Trabajar nuestro propio cuerpo es una vertiente ética del universo interno del artista.

Mi cuerpo es lo único que tengo y que realmente puedo usar", explica la caraqueña, que no se identifica con la pintura, la escultura ni otra disciplina distinta de sí misma, pues siente que los materiales inorgánicos la alienan de la realidad.

La vulnerabilidad del cuerpo femenino frente a la degradación del paisaje, la pobreza y la propia condición de mujer parecen ser los temas centrales de sus tres series fotográficas.

En la primera, Venus de Caroata, aparece únicamente con unos zapatos rojos y con la cara manchada de negro, mientras observa parte de la quebrada que nace en Catia y llega al río Guaire por El Paraíso. En la segunda, Escalera de caracol de Macarao, se para desnuda en los escalones que ascienden por el sector Los Angelitos.

Sus acciones no sólo denuncian el abandono y la desidia que deforma la ciudad, sino también la falsa moral de las instituciones venezolanas. Cuando se desnudó sobre la estatua del león de la plaza O’Higgins ­para las fotos que se repartirán mañana en la inauguración­, un grupo de oficiales la detuvo durante 3 horas en una patrulla, sin cédula de identidad y sin ropa. La acusaban de faltas contra la moral y las buenas costumbres y le exigían pagar una cantidad equivalente a 10 unidades tributarias.

"Una semana después, aprovechando el volumen de la cola del león, un vándalo le pintó un pene. ¿Qué intervención es peor? ¿Se puede ser tan hipócrita? No entiendo cómo la policía permite que vandalicen una obra pública y a mí, que estoy haciendo una obra de arte, me detienen", señala.

Suciedad de mujer.

El trabajo de Ordosgoitti presenta un argumento a favor de la crítica cultural que hace el feminismo, en especial el correspondiente a la segunda ola y desarrollado desde mediados del siglo XX, que buscaba el resquebrajamiento del binarismo de las sociedades modernas al proponer la experiencia femenina (en especial del cuerpo y de los procesos biológicos de la mujer) como alternativa al discurso patriarcal.

En la tercera serie de fotografías, que ocupa el lugar central de la sala de exposiciones, usa su menstruación como materia pictórica para, sobre un vidrio, hacer drip painting, la técnica de Jackson Pollock que consistía en manchar y dejar gotear sobre la superficie del lienzo. Ese sistema de fotos pertenece al Proyecto Mensual, con el que se ha propuesto convertir sus fluidos de cada 28 días en insumo para el quehacer estético.

La artista recuerda que la primera fase del proyecto consistía en un video que la mostraba orinando mientras tenía la menstruación: "La imagen era muy hermosa, porque el blanco recibía el amarillo del orine y el rojo de la sangre, y todos se fundían en uno".

Cuenta que, al verlo, los hombres se sorprendieron, mientras que las mujeres lo asumieron como natural. Así cumplió su propósito de reinterpretar en términos más humanos el proceso femenino que, a pesar de los avances científicos en su interpretación, aún representa un tabú.

"Al darme cuenta de que cualquier cosa funciona como materia prima del arte, quise convertir en obra de arte lo más precario de mí: mis propias secreciones. Allí se produce la desmitificación de la menstruación como enfermedad", expresa la artista nacida en 1980 y que cursa una maestría en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.

Sin saberlo, Ordosgoitti va un poco más allá. De la vulnerabilidad de su cuerpo pasa a la fragilidad de su desnudo y a la suciedad de su feminidad, dignificando lo que para Julia Kristeva es una prueba irrefutable de humanidad: su propia mierda.

"Estos fluidos, esta corrupción, esta mierda son lo que fundamentan el cuerpo, con trabajo y dificultad, desde el lado de la muerte. Allí me encuentro en el borde de mi condición como ser viviente", escribe la investigadora búlgara residenciada en Francia, en un libro central para el pensamiento feminista, que lleva el sugestivo título de Los poderes del horror: ensayo sobre la abyección (1980).

Precisamente, Sólo estoy siendo parece demostrar hasta qué punto la vulnerabilidad convierte al que la ostenta y al que la degrada en seres humanos, aunque unos se muestren más humanos que otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario