domingo, 1 de marzo de 2020

PÓLVORA NO ES TINTA

Del libro de actas
Luis Barragán

Importa y mucho, dejar constancia de los  procesos de decisión que nos comprometen. Parecerá ocioso el asunto, pero hay discusiones y resoluciones celebradas y adoptadas en las más variadas entidades que, por mucho que nos afecten, ingresan a la frágil tradición oral y, luego, resultan cómodamente tergiversadas.

Solemos improvisar lo asistido, dicho y resuelto aún en las más modestas y también inevitables convocatorias y reuniones que nos conciernen en el ámbito privado y en el ciudadano, por lo que no extraña que los antes célebres libros de actas y las mínimas formalidades que acarrean, estorben perdiendo la memoria de nuestras jornadas. Sobran los equívocos, contradicciones y hasta falseamientos interesados  en cualesquiera entidades gremiales, académicas, deportivas u otras a las que pertenecemos, por cercanas que sean, incluso, tratándose de una junta de condominio, la empresa mercantil en la que  invertimos o la asamblea de ciudadanos que adscribimos.

Sentencia nada desventurada, el promedio de los partidos políticos perdieron el hábito de llevar y aprobar el acta de sus ya infrecuentes decisiones colegiadas y, a lo sumo, la prefabrican para llenar los extremos de la postulación de sus candidatos,  cuando se ofrece raramente la ocasión de concurrir a unas elecciones más o menos confiables. Nada extraña, por ejemplo, que no haya el fácil acceso, público e inmediato, a los expedientes partidistas que están bajo custodia del Consejo Nacional  Electoral (CNE), donde – suponemos – constan y rielan todos y cada uno de los actos decisivos que legitiman su existencia.

Hay casos de una mayor disciplina de documentación del esfuerzo organizado y compartido, aunque también de alteración o forjamiento en el supuesto de algún rédito personal, comercial o político. Valga acotar, la tendencia es a plasmar muy generalizadamente los asuntos de llevarse con cierta regularidad el acta devenida minuta, dificultando su eficacia jurídica.

La peste de la desinstitucionalización ha llegado a todos los rincones de la vida social y, con excesiva frecuencia, decide o resuelve un capitoste, por más que congregue a otros que corren  la misma suerte. Por ello, el libro de actas constituye un elemento exraño en los días que corren.

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