El coronavirus y la situación económica venezolana
Eddy Reyes Torres
El coronavirus o covid-19, con “relativamente” pocas muertes a nivel mundial, ha puesto en evidencia su poderosa y terrible potencia letal en muy poco tiempo. Al igual que Hidra (figura de la mitología griega, hija del monstruo Tifón y hermana del can Cerbero), un aborrecible dragón de cien cabezas, este nuevo virus tiene una enorme capacidad destructora si no se controla a tiempo. Nunca antes en la historia de la humanidad un hecho catastrófico de esta naturaleza había afectado a todo el planeta. Lo más resaltante del inédito evento es que ha puesto en evidencia con descarnada gravedad lo frágiles que somos los seres humanos.
En el maremágnum noticioso que se ha producido, ha sido Angela Merkel, canciller de Alemania, la que ha hablado con mayor contundencia y realismo. «Haremos lo necesario para superar esta situación», indicó la mandataria germana, el pasado miércoles 11 de marzo. Dicho lo anterior, no dudó en comunicar a sus compatriotas los alcances del mal: “Entre 60% y 70% de la población germana podría contagiarse”.
A renglón seguido anunció que el Parlamento alemán procedería a aprobar una partida extraordinaria de hasta 1.000 millones de euros para las contingencias derivadas de la epidemia de coronavirus, agregando que “por fortuna, el país disfruta de una salud fiscal robusta y puede afrontar en los mejores términos la crisis”.
Esa holgura económica, lamentablemente, no la tenemos ahora en Venezuela por la manirrotura de los gobiernos de Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros. A diferencia de los árabes, rusos y otros países productores de petróleo, los dos gobernantes rojos dilapidaron los altos ingresos que tuvimos en la época de las vacas gordas.
No está demás rememorar que al momento de iniciar Chávez su primer mandato (1999), el precio del barril de petróleo venezolano era de 11 dólares. Desde entonces el mercado empezó a moverse favorablemente, alcanzándose a lo largo del año un precio promedio de 16 dólares por barril. Cinco años más tarde, el precio anterior se duplicó. Para 2008 su valor se elevó a 88 dólares y vino entonces un pequeño recule. Pero en 2010 y hasta 2004 el boom continuó, elevándose el precio hasta el pico de 103 dólares por barril.
Junto con esos incrementos de precios vino una práctica gastadora, sin control, por parte del mando superior del gobierno nacional que, con el deliberado propósito de conseguir un contundente y más firme apoyo político, benefició a las clases populares. Pero lo más perverso fue que también se empleó el dinero de los venezolanos para apoyar gobiernos ideológicamente afines, como son los de Cuba, Nicaragua, Bolivia (en la gestión de Evo Morales), Ecuador (en la gestión de Rafael Correa), Argentina (en la gestión de los Kirchner) y Uruguay (en la gestión de Tabaré Vázquez), entre otros.
La guinda del pastel fue el brutal endeudamiento con China, en el que subyacía un evidente propósito geopolítico. Pekín es el gran acreedor de Venezuela. El gobierno de Xi Jinping le ha prestado al binomio Chávez-Maduro la friolera de 62.000 millones de dólares (fondos estos que han sido desembolsados en moneda china (renbinbi), lo cual favorece enormemente a los productores chinos. Hay que resaltar que esa suma es aproximadamente 40% de la financiación que Pekín ha concedido a toda América Latina; adicionalmente, la mayor parte está formada por créditos pagaderos en petróleo, lo cual implica que Pdvsa no recibe pago alguno. Se estima que a la fecha de hoy nuestro país le adeuda a China poco más de 19.000 millones de dólares, monto que es impagable por la escualidez de nuestras reservas internacionales.
Y como si todo lo anterior no bastara, una nueva “plaga de Egipto” nos hundirá más: el desacuerdo de los rusos en bajar la producción petrolera propuesta por Arabia Saudita. Eso ha originado que los saudíes hayan aumentado su producción con el riesgo de que el barril de hidrocarburos se ubique en 20 dólares.
No debe extrañar entonces a nadie que en el Índice de Seguridad Sanitaria Global elaborado por un panel de expertos internacionales, Venezuela haya quedado en el puesto 176 de un total de 195.
Hace pocos días el conductor de Miraflores se refirió a cómo nos preparamos para hacer frente al coronavirus. Al respecto, dijo lo siguiente: «He aprobado todos los recursos necesarios para que el país esté dotado de todos los test». Aunque malsonante, en el aire quedó una sola pregunta: ¿Y con qué culo se sienta la cucaracha?
Eso último explica el giro de 180° que dio Nicolás Maduro, el domingo 15 de marzo, al firmar la carta –que se hizo pública dos días después- dirigida a la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, en la que solicita al “honorable organismo” un financiamiento por 5.000 millones de dólares para “robustecer los sistemas de detección y respuesta”.
Solo nos queda algo más por decir: A buen entendedor, pocas palabras.
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Cfr.
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