domingo, 30 de septiembre de 2018

Y DE LOS GRACIOSOS DEVENIDOS MORISQUETOS

Tlatelolco venezolano
Luis Barragán


Próxima la inauguración de los Juegos Olímpicos, la Plaza de las Tres Culturas sirvió para una incalificable matanza de mexicanos.  Medio siglo atrás, se hizo patente el repudio universal de los hechos: Octavio Paz, renunció a la embajada de La India, aunque más tarde Carlos Fuentes sería el embajador en Francia de Luis Echeverría, el otrora ministro del presidente Gustavo Díaz Ordaz, principal responsable de Tlatelolco.

La vieja prensa venezolana reveló el profundo impacto que acá produjeron los hechos, apenas saliendo de un período no menos incalificable de violencia, legitimando la búsqueda de una pacificación necesaria. Creció el llamado movimiento de renovación que no tardaría en confrontarse con el de la reforma universitaria y, si bien es cierto que hubo la ocupación militar de la Universidad Central de Venezuela, no menos lo es que, por una parte, al poco tiempo ella fue devuelta y regularizó su vida cotidiana;  y, por otra, el sector político que la convirtió en trinchera insurreccional, la disfrutó para concursar en los venideros esplendores de la renta petrolera que realmente subvirtió al país.

Quizá tengan el atrevimiento de rasgar sus vestiduras, los actuales beneficiarios de Miraflores, responsables del genocidio  activo y pasivo del siglo XXI que han logrado confiscar. Dirán de la matanza de Tlatelolco, negando desvergonzadamente la represión, el hambre y la diáspora que deliberadamente impulsan, arrinconados por las sanciones personales que más de 40 países ya han acordado, no sólo por crímenes de lesa humanidad, sino por asombrosos delitos  financieros que prometen o dicen prometer la dicha económica para una sucesión de varias generaciones.

Independientemente de sus posturas políticas, un novelista como Michel Houellebecq ha indagado sobre las consecuencias culturales que produjo la rebelión estudiantil de finales de los sesenta del veinte, en los países desarrollados. Suscitando un debate tan sugestivo, está aún pendiente en la Venezuela de una larga tradición de luchas estudiantiles, por lo demás, impedido por la maquinaria publicitaria y propagandística de una dictadura que tiene como un ejemplar defensor, por ejemplo, a Néstor Francia:  bastará con leer un reciente artículo del otrora declamador del movimiento de renovación de la UCV contra los pensionados y toda la vejez que pone en peligro su revolución, pidiéndoles la muerte; y no vengan ahora a decir que fue en una inteligentísima clave de humor, vil pretexto para quien defiende esta dictadura e hizo de la ridiculización y del desprecio de la dignidad humana, todo un programa de la televisora oficial hasta que Mario Silva le arrebató el trofeo, sacándolo.

La izquierda marxista de medio siglo atrás, añadidos los herederos tan bien apoltronados en el poder, a lo mejor se atreverán a decir algo sobre el Tlatelolco mexicano, olvidando el venezolano de un XXI real y palpable, con catástrofe humanitaria por delante. Los viandantes de la universidad de ayer, son sus enemigos fundamentales y, faltando poco, en los últimos años,  tienen en su haber la muerte de jóvenes en las calles, como los  mal heridos, perseguidos, exiliados  y prisioneros políticos que relegan a Díaz Ordaz y a Echeverría al departamento de aprendices.

Reproducción: Escenas del filme “Tlatelolco, verano del 68” de  Carlos Bolado (2013). El delator, Echeverría y Díaz Ordaz hablan y llegan los manifestantes a la Plaza de las Tres Culturas.
01/10/2018:
http://www.noticierodigital.com/2018/10/luis-barragan-tlatelolco-venezolano/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=109778
https://noticiasvenezuela.org/2018/10/01/luis-barragan-tlatelolco-venezolano/
http://venezuela.shafaqna.com/ES/AL/1546623

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