miércoles, 12 de septiembre de 2018

"TRABAJÓLICA"

María Corina Machado, la dama de acero
Jesús Piñero

Calificada como una workaholic, egresó con altas calificaciones de la Universidad Católica Andrés Bello y realizó un posgrado en el Instituto de Estudios Superiores de Administración. Recolectó las firmas para el revocatorio de 2004 y fue recibida por George W. Bush en 2005. Hoy se posiciona como uno de los liderazgos más sólidos de la oposición frente a la radicalizada situación política que vive el país

–Cómo puede usted hablar de que respeta al sector privado en Venezuela cuando se ha dedicado a expropiar, que es robar, cuando se ha dedicado a insultar…

–¿Robar?

–Sí, las propiedades de empresarios, comerciantes, hasta de pequeñas posadas a quienes ni siquiera se les ha resarcido su propiedad. Dígale la verdad a Venezuela. Aquí hay una Venezuela decente que quiere una transformación profunda. Es el momento de enfrentar con seriedad y con responsabilidad este desafío histórico que tenemos por delante. El tiempo se les acabó, es el momento de una nueva Venezuela. Sí, acepte el debate, presidente.

Este encontronazo con el fallecido Hugo Chávez, en cadena televisada y dentro del Palacio Federal Legislativo, catapultó a María Corina Machado a la palestra pública más allá de los límites capitalinos.

Hoy, la fundadora de Vente Venezuela está en boca de muchos. Desde el poder, algunas voces la buscan relacionar con el presunto atentado a Nicolás Maduro del sábado 4 de agosto. Las redes sociales bullen con su nombre cada vez que se habla de un cónclave de la dirigencia opositora y ella no figura entre la lista de invitados. Diosdado Cabello le tiene una silla apartada en su programa Con el mazo dando. La nueva vicepresidente de Colombia, Marta Lucía Ramírez, aprovecha el día de posesión para enviarle su apoyo.

Todo ello comenzó aquel día de 2012. Fueron minutos en los que los venezolanos no apartaron sus ojos de las pantallas de televisión. Machado, la diputada más votada para ese entonces, no se le quebró la voz para soltar lo que ella consideraba como un reclamo de una Venezuela que no quería avanzar hacia el comunismo. “Expropiar es robar”.

Seis años más tarde, la dirigente recuerda el momento. “No me arrepiento. Al contrario, lo que lamento es no haber tenido más oportunidades de haberlo dicho. Tampoco fue algo impulsivo, fue producto de una profunda conciencia de mi responsabilidad y del momento que vivía”, relata en 2018.

Su hermana, Clara Luisa Machado, quien actualmente reside en México, declara que tras el suceso, la familia tuvo sentimientos encontrados. “Sentimos una mezcla de orgullo y miedo, porque siempre supimos lo que este régimen era capaz de hacer. Por otro lado era orgullo y hasta una inspiración ver lo que tu hermana estaba haciendo”, apunta. Eran tiempos en los que la entonces parlamentaria aún consideraba que la ruta electoral estaba abierta en Venezuela, y se postuló a unas elecciones primarias para elegir el candidato presidencial unitario que enfrentaría al reincidente Chávez en las urnas. Su imagen de campaña se sintetizó en “Viene María”, prometiendo “capitalismo popular”. Quedó de tercer lugar, después de Henrique Capriles Radonski y Pablo Pérez.

“María Corina Machado es la primera mujer en la historia de Venezuela que asume el compromiso de restaurar la democracia y la libertad. Difícilmente se da una culminación de la Revolución de Octubre más clara que esa”, explica el reconocido historiador Germán Carrera Damas, cuando se le pregunta sobre el papel de la coordinadora nacional de Vente Venezuela en el presente. “Es la primera mujer que en esas condiciones dice ‘Yo quiero ser Presidente de la República y Comandante en jefe del Ejército’. Lo hace con lucidez, con una determinación, demostrando coraje y liderazgo”. Pero la historia no comenzó el 13 de enero de 2012 al enfrentarse a Hugo Chávez, sino el 7 de octubre de 1967 cuando vino al mundo.

Quien más tiene, más debe dar

Caraqueña de cepa, Machado fue la primera hija del matrimonio entre Corina Parisca Pérez, psicóloga, y Henrique Machado Zuloaga, un empresario que se hacía espacio dentro de la industria del acero. En un hogar donde el pan y los juguetes nunca fueron problemas, ella asegura que hubo carencias de otro tipo. “Crecí en un entorno bastante protegido y, visto en retrospectiva, quizás hubiese estado mejor preparada para algunos desafíos que me puso la vida más adelante si no hubiese tenido tanta protección de pequeña”.

Asistió a la exclusiva Academia Merici, bajo la formación de las hermanas ursulinas, pero por eso no descarta su preferencia por los colegios mixtos. Ya en la privada Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), donde estudió Ingeniería Industrial, tuvo que enfrentarse a otro ambiente. “Éramos un salón de setenta y pico con sólo cinco mujeres, el resto eran varones, entonces quizás me falto más exposición a la realidad de la vida y del país”, señala.

En su hogar consideraban que el que más tenía o más recibía, más tenía que dar, premisa que también era repetida constantemente en el colegio. “Aprendimos muchas cosas buenas, eso no significa que haya sido fácil porque me hacía exigirme y muchas veces no estaba satisfecha, pero quiero decir que si de algo yo le doy gracias a la vida es de haber tenido respeto a mi dignidad como ser humano, a confiar en mi talento, en lo que yo soy, para bien o para mal, porque la familia nos hace sentir que confía en nosotros”. Indica que desde pequeña veía a su papá irse a la oficina muy temprano y regresar muy tarde, por lo que el trabajo era el pilar de los Machado Parisca.

Cuando se graduó como ingeniera, entró a trabajar inmediatamente en el negocio familiar, al mismo tiempo que hacía una Especialización en Finanzas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), lugar donde también llegó a ejercer la docencia. Mientras sus hermanas salían de vacaciones, ella –sostiene– se ponía el casco y se metía de lleno en la planta. A falta de un hijo varón, ella era la dama de acero. “Qué varón ni que ocho cuartos, o sea, había y hay que demostrar que las mujeres éramos y somos capaces. A mí me daba muchísima rabia cuando decían ‘el pobre Henrique con cuatro mujeres’, porque él era un súper consentido, nosotras nos peleábamos para consentirlo”. Recordando esos tiempos, no niega que tal vez sí buscaba aprobación de su progenitor.

La tentación de la política

Aunque admite que hizo todo lo posible para no caer en la política, María Corina Machado también reconoce que fue un oficio que siempre estuvo allí, tentándola. El prejuicio de que la política y los políticos eran algo repudiable siempre estuvo dando vueltas en su cabeza, pero en 1998 el triunfo de Hugo Chávez la empujó definitivamente. “Yo empecé a darme cuenta de que estaba en riesgo todo en lo que yo creía, o sea, una sociedad democrática, una sociedad con libertades y eso te dice que no puedes encerrarte en tu casa o en la universidad, y fue eso lo que, sin yo darme cuenta, me llevó al precipicio”.

En la universidad desempeñó cargos de representación estudiantil, se encargó de las políticas públicas del negocio familiar, pero el punto de inflexión lo constituyó la Fundación Atenea, una iniciativa que buscaba brindarle hogar a los niños huérfanos y que tomó tras acompañar a su mamá al Instituto Nacional del Menor (INAM). “Yo estaba con la barriga a punto de explotar para tener a mi bebé y ese lugar cambió mi vida para siempre, era un sitio que parecía una cárcel de niños. Vi miradas que clamaban por amor, por protección y yo llegué a mi casa y dije: no puedo seguir haciendo lo que hago”, afirma. La institución trabajaba bajo un esquema de gestión mixta, es decir, con las instalaciones del Estado pero abiertas al servicio privado. “Más adelante me involucré con Súmate y Chávez se enteró que yo había estado en la fundación y de la noche a la mañana la mandó a cerrar, ya yo no estaba allí. Siguió la atención de los niños pero sacó toda la actividad de la comunidad y eso se volvió a deteriorar”. Súmate, por su parte, fue el primer paso que dio como oposición directa a la revolución bolivariana. El proyecto, fundado en julio 2002, unió a toda la familia.

La recolección de firmas realizada por la organización logró la convocatoria al referéndum revocatorio del año 2004. Con esa experiencia se involucró insoslayablemente en la política venezolana, fundando una década después la tolda Vente Venezuela, de ideología centro liberal, que aspira convertirse en un partido político.

Capitalismo popular

El “capitalismo popular” de Machado tiene sus orígenes en la actuación política de Margaret Thatcher, explica el profesor universitario y especialista en partidos políticos Leonardo Morales. Esa propuesta “pretende ser liberal y democrática, busca hacer a los ciudadanos accionistas de las industrias desde el mercado, la cosa es que deberían informar de cuáles industrias, porque en un país desindustrializado como el nuestro los que se van a asociar son los trabajadores”. Sostiene que la tolda Vente Venezuela intenta ubicarse espacialmente en la derecha y que optó por el mote “popular” para adaptarse a la realidad del país. “Es una vía camuflada para no decir que son capitalistas, lo que revela una escasa confianza en lo que desean decir”. Vente Venezuela no ha sido legalizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

“Un partido centro liberal que le tiene miedo a los votantes de izquierda y entonces no dice que es de derecha para no rayarse, termina siendo nada, porque en política vence el que convence, no el que engaña”, dice Pedro Luis Pedrosa, especialista en campañas electorales y comunicación política. Igualmente, asevera que el “capitalismo popular” es un eufemismo pues “no hay nada más popular que el capitalismo, que es el producto del intercambio libre de conocimiento, de bienes y servicios entre personas, cosa que genera el tejido social”.

Pedrosa destaca que el programa del partido azul celeste es menos estatista que el de aquellos que integran la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). “Su debilidad es que no genera empatía y no tiene una plataforma de promoción de liderazgo, es el partido de María Corina Machado nada más. Su fortaleza es que tanto ella como su equipo se atrevieron a ser distintos y eso es importante”.

Machado sostiene que las categorías de izquierda y derecha las inventaron los marxistas y que su tolda es la única que no es socialista en el espectro político venezolano. “Nosotros somos un partido centro liberal, entonces dicen que es de extrema derecha, porque para los marxistas si no eres de izquierda eres de ultra derecha, pero Vente es un partido de liberales de centro”. Además, cree firmemente en que la división del país y de la vida entre ricos y pobres busca manipular, simplificar y apelar al populismo como control de la persona y del individuo. “Decían que Chávez era el presidente de los pobres, sí, bien pobres que los quería, porque no hay manera más efectiva de controlar a una sociedad que someterla a la dependencia. Morir con la mano extendida”. En contraste, Machado defiende que “ser rico es bueno”, quizá la única dirigente de la política actual que ha articulado de esa manera esa frase en un país donde ser un empresario, tener dinero y acumular capital es visto como sospechoso.

No es puro teatro

Jennifer Ávila, coordinadora de medios de Machado, cuenta entre risas que “le encanta el teatro, de hecho yo soy quien me encargo de esa agenda siempre, haciéndole alguna recomendación. Hemos ido a muchísimas obras de teatro, musicales y conciertos. A ella le fascina cantar, es su profesión frustrada. Siempre que vamos de gira, hacemos una cantadita a capela en el carro, nos grabamos, nos reímos mucho con eso”.

La define como una mujer de temperamento fuerte, que nunca deja de trabajar y que en los momentos de presión se crece. “Yo la defino como un workaholic. Siempre está trabajando, y siempre es siempre”. Comenta que los días de descanso los aprovecha para cultivar vegetales. “Le encanta sembrar y hasta tiene un modesto huerto en su casa de campo. Siembra lechugas, rábanos, calabacines, brócolis, cebollas… ¡Imagínate a esta mujer en el suelo, con un sombrero y botas trabajando la tierra con sus propias manos, es increíble!”.

Casada antes de los 20

Fanática de Coldplay y de Soledad Bravo, tuvo una juventud que a pesar de la sobreprotección paternal no fue diferente a la de muchos venezolanos de su estatus social en esa época. Participó en varias actividades extracurriculares dentro del ambiente universitario, trabajó en Ingenio, una revista creada por ella misma. “Yo era la editora, pero también escribía, la imprimía y además era la pregonera. Una vez, los laboratorios de ingeniería empezaron a deteriorarse y no me dejaron entrar, entonces me metí por una ventana, tomé las fotos y cumplí con el reportaje”. También fue preparadora de Cálculo, su asignatura favorita del pregrado, una de las primeras labores que asumió con responsabilidad y dedicación. “Imagínate, yo tenía 17 años y llego casi que con mis dos colitas al salón de clases y, cuando entro, eran puros hombres que estaban viendo la materia por tercera vez”.

“Compartimos cuarto un tiempo, aunque ella era la mayor y yo la más pequeña. Siempre fue como es, enérgica, siempre preocupada por hacer lo mejor. Se involucró en el centro de estudiantes, hizo una revista, fue voluntaria de los juegos panamericanos, no sabe lo que es la flojera, ni el descanso. Hace todo entregándose al máximo y con pasión”, describe su hermana Clara Luisa.

Los pretendientes debían presentarse ante don Henrique, antes de una cita. Al regresar, también había ese peaje. “Mi papá me esperaba en un sofacito que había al lado de la puerta. En esa época no había celular y mandó a poner un timbre afuera para despertarse cuando yo llegara, era una cosa un poquito excesiva”. Sin embargo, justo un mes antes de cumplir 20, en 1990, se casó con Ricardo Sosa Branger, decisión que atribuye a dos cosas: “Porque yo me enamoré, según mi mamá porque soy una impulsiva que quiere hacer todo súper rápido, y porque llegó un momento en el que me dije: ya, déjame casarme, déjame hacer mi propia vida y tomar mis propias decisiones”.

De ese matrimonio, que terminó en 2001, tuvo tres hijos: Ana Corina, Ricardo y Henrique que, por razones de seguridad y situación política, hoy viven más allá de las fronteras venezolanas. Hoy la pareja de María Corina es el abogado Gerardo Fernández, a quien considera un referente ético con el que comparte “la pasión por el país”.

Fotografías: Alejandro Cremades.
Fuente:
http://elestimulo.com/climax/maria-corina-machado-la-dama-de-acero

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