EL UNIVERSAL, Caracas, 12 de septiembre de 2018
Yom Kipur. El día del perdón
Rabino Isaac Cohen
La austera jornada de Yom Kipur, cumbre de nuestros días sagrados en medio del riguroso ayuno y de las estremecedoras plegarias, brinda el clima espiritual necesario para que dediquemos una mirada hacia uno mismo, desarrolle una introspección hacia su propia conciencia, en una evaluación sin concesiones y sin dobleces. Para llegar hasta el fondo de las cosas y asumir la ineludible obligación de rectificar los errores y galvanizar el compromiso de afirmar una conducta consciente y bien definida en el nuevo período que se inicia.
Ese es el primer paso rectificador que tiene que surgir del inflexible examen de conciencia de Yom Kipur. Un paso, decimos, con la mirada puesta en asumir el duro pero inexorable compromiso personal. Solamente con un sentimiento de falta, con una noción de aceptar errores y de sincero arrepentimiento, puede el hombre expiar sus culpas y escalar altos niveles de espiritualidad.
Nada más conmovedor en la densa tradición judía que el mensaje de Yom Kipur. Desde el emocionante ruego inicial del Kol Nidré hasta el anochecer siguiente, cuando se escucha el estremecedor sonido del shofar, el día de Yom Kipur es el sostenido clamor de un milenario pueblo que invoca por un año de paz y de justicia, y la reafirmación del compromiso de asumir, con dignidad y con decisión, el amor al prójimo y la observancia de los preceptos.
Por lo tanto, Yom Kipur es un día de arrepentimiento y de disposición para enmendar errores, y de trazarse nobles cometidos que nos lleven a tomar un mejor rumbo en nuestra vida. Los Salmos, aseguran que en el día de Yom Kipur, Dios hace que el hombre reconozca finalmente sus faltas, y le concede la oportunidad de hacer penitencia y arrepentirse.
¿Cómo puede un día ser tan importante con respecto a todo el año, y más aún, a toda la vida de una persona? Para responder esta pregunta nuestros sabios nos explican que debemos entender que Dios es Eterno e Inmutable, y no está sujeto a las leyes del Tiempo, y que en los Cielos, donde habitan los Ángeles, mil años de nuestro mundo son apenas un día.
Entonces no se trata de un día, de toda una vida y ni siquiera de mil años, sino que en ese instante cósmico y trascendente que nosotros llamamos Yom Kipur es posible, gracias a la infinita misericordia del Todopoderoso, expiar nuestras faltas y apartarnos en nuestros corazones del camino del mal.
Cuando el ser humano se eleva hacia las alturas de la Divinidad se borran por completo los límites del tiempo. En esas circunstancias el hombre vive en la duración constante de la vida, que nunca se interrumpe y que es parte de la Eternidad misma, la cual no reconoce el “antes” o el “después”. El judaísmo siempre ha preconizado que el judío debe saber vivir en dos mundos distintos; en un mundo práctico de cosas materiales en el que existe el “ayer”, el “hoy” y el “mañana”, pero también en un mundo de pura espiritualidad, de eternidad y de ideales sagrados.
En Yom Kipur cada judío puede sentir y palpar lo eterno, lo espiritual y lo sagrado. Bienaventurado el hombre que es consciente de ello. El Talmud nos relata que Rabí Yehudá bar Ylai solía decir que la nación judía es comparable a la arena y a las estrellas.
Nuestros sabios interpretan esta afirmación de la siguiente manera: si los judíos caen, llegan al nivel de la arena, pero si se elevan espiritualmente, alcanzan a tocar las estrellas del firmamento. Nosotros mismos debemos darnos cuenta que aún estando en la arena, todavía podemos elevarnos hasta el cielo.
Esto sucederá solamente cuando tomemos conciencia de nuestra penuria espiritual, y examinemos nuestros caminos, procurando corregir con sinceridad y convicción nuestro modo de ser, basados en las máximas de la sagrada Torá.
Fotografía: Cat Jackson (https://fineartamerica.com/featured/graffiti-art-peace-catherine-jackson.html)
Fuente:
http://www.eluniversal.com/el-universal/20300/yom-kipur-el-dia-del-perdon
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