Esa masa informe que algún día explotará
Hermann Alvino
1- Cuando Venezuela avanzaba y prosperaba siempre lo hacía a pequeños saltitos, porque a pesar de que muchas veces se le presentó el chance de dar un gran salto hacia el progreso, siempre lo desperdició.
Para ilustrar esa realidad se puede utilizar una metáfora algo frívola, como era la materia Inglés del bachillerato de antaño, cuando cada curso sucesivo consistía casi todo en repetir lo ya enseñado durante el año anterior y solo se tocaban pocas cosas nuevas, para que al final del ciclo todos fuéramos expertos en cosas muy básicas, pero incapaces de comprender el Inglés como tal, porque esa base repetida hasta el cansancio era insuficiente si no se anclaba a facetas más avanzadas de dicho idioma.
2- En Venezuela por tanto -y podemos comenzar esta historia a partir de la democracia post perejimenista- quien ocupaba un cargo repetía lo que se había hecho por parte de su predecesor, y cuando si acaso éste deseaba mejorar los procedimientos administrativos, o poner en práctica algún plan para avanzar en el área del Estado que le tocó gestionar, su tiempo se había acabado, porque su partido había perdido las elecciones, o porque por alguna razón ya no se estaba en dicho cargo.
3- De manera que con cada funcionario -no importa de qué nivel, porque esto abarcaba desde el supervisor más básico hasta los cargos más altos del gobierno, nacional, estatal y local-, el país se estancaba mientras se reinventaba la rueda, o retrocedía relativamente porque el mundo seguía avanzando, y luego, si quedaba tiempo para la gestión, pues se avanzaba un poquito… siempre y cuando hubiera voluntad y talento para aportar valor a la gestión, porque si encima se era incompetente, o si además la agenda personal del funcionario se basaba en otros estímulos -valga el témino- pues además de retroceder, el país se emprobrecía.
4- Esa pues fue la dinámica del país durante cuatro décadas, repetida escrupulosamente por el chavismo, con la diferencia de que el más inepto de los funcionarios de aquella democracia era más competente que el chavista más preparado, y el más corrupto de entonces, comparado con la voracidad que se desarrolló dentro de tanta impunidad cívico-militar, era un angelito al lado de los chavistas civiles y militares que pasan por el gobierno.
5- Pero las desgracias del país en materia de progreso también respondieron a otra dinámica que bien podríamos asociarla al amasado del pan, esto es, que para que éste tenga la textura adecuada, a la masa hay que doblarla varias veces, al tiempo que en cada doblez se la debe trabajar para integrar las dos capas que se obtienen, para que al final todo esté bien mezclado. Y al horno.
6- Esa metáfora viene al caso cuando consideramos la cantidad de políticas, planes, operativos, y afines que cada gobierno decreta y anuncia como estrategia o táctica para abordar determinado problema – anuncios y virajes que obviamente se tragan mucho dinero-, porque durante cuarenta años los venezolanos han sido testigos de centenares de virajes y medidas ad hoc, desde los operativos ridículos para abordar lo que en aquel tiempo se llamó la mancha negra, que hacía de la autopista hacia el litoral una pista de patinaje automovilístico, hasta todas las políticas que supuestamente se aplicarían en materia cambiaria para que el país pudiera sobrevivir finacieramente, pasando por decenas de reorganizaciones administrativas en cada unidad del Estado.
7- Ninguna o casi ninguna de aquellas medidas se llevó acabo a plenitud, quedando casi todas a mitad de camino -en parte por las razones comentadas inicialmente-, para que con el tiempo, y capa sobre capa, la administración pública adquiriese una configuración que a diferencia de la textura del pan antes de hornearlo, la hacía irreconocible como tal. Dentro de aquella maquinaria estatal se habían superpuesto centenares de capas administativas, procedimentales y jurídicas, mezcladas caóticamente durante cuatro décadas de amasado, sin resultado alguno.
8- Nuevamente, el chavismo copió impecablemente esa cultura de montar una capa sobre otra con medidas que incluso se contradicen entre ellas, además de lo referente a las acciones para perpetuarse en el poder -frente a la no reelección de Chávez decidida por el pueblo en un legítimo referendo, se modifica el marco jurídico, o se le ignora, dependiendo qué es lo que convenga, para darle otro doblez a la gobernanza; a la derrota parlamentaria se le monta una ilegal e ilegítima Asamblea Constituyente; a la ruina del Bolívar como divisa se le monta el Petro; a la derrota de la alcaldía de Caracas se le monta un superalcalde chavista, y así hasta el infinito, con decretos y leyes que se van integrando a la masa amorfa en la que se ha convertido el Estado venezolano, desde la Presidencia hasta la alcaldía más remota, pasando por las empresas e institutos autónomos, PDVSA CVG y gobernaciones, todo ello potenciado por la ineptitud de Maduro y de la jerarquía chavista, y por las medidas tácticas que sobre la marcha les va imponiendo el amo cubano.
9- Los saltitos de progreso mencionados no siempre se daban debido fundamentalmente al factor humano; pero cuando ese pequeño avance se concretaba, además de un factor humano adecuado, ello era posible porque aún quedaba un sustrato del Estado que lo permitía.
El drama de la Venezuela chavista es que la mencionada masa, además de ser informe e irreconocible, en su interior tiene un enorme grado de complejidad por ese mismo factor humano, ahora con intereses e ineptitudes muy dispares fraguados sobre una profunda base de corrupción, y el irresolvible enredo jurídico creado por el régimen durante casi veinte años.
10- En esta realidad surrealista creada por el chavismo -volviendo a esos cursos de Inglés- es más que obvio que el progreso ya no es posible, ni a saltitos ni mediante un brinco enorme que compense todas estas décadas perdidas; y retomando el ejemplo del amasado del pan, el simil se vuelve inquietante si tomamos en cuenta que la masa de pan crecerá para superar varias veces su tamaño inicial, hasta que el maestro panadero estime que es hora de hornearla, mientras que la maquinaria estatal chavista seguirá creciento como aquel ogro filantrópico con el que Octavio Paz asoció al Estado como causa de todos nuestros males… y como no habrá nadie para hornearla ni frenar esa expansión, pues algún día explotará.
La pregunta entonces no es si explotará, ni cuando -eso ya sabemos que dependerá de muchos factores combinados por el azar, aunque se nos vaya la vida esperando dicha explosión-, sino en qué quedará convertido el país cuando ello ocurra, si acaso seguirá siendo un territorio único e indivisible, y si acaso será posible, aunque sea a una de sus partes, devolverle una porción de la dignidad y prosperidad perdidas.
Fuente:
https://vivalapolitica.wordpress.com/2018/09/03/esa-masa-informe-que-algun-dia-explotara/
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