Sobre la libertad de recreación
Siul Nagarrab
El límite para la libertad en el uso y disfrute de los espacios públicos, convengamos, tiene por límite la libertad de los otros para su uso y disfrute. Excepto incurramos en faltas y delitos contemplados en el ordenamiento jurídico vigente, cada quien puede hacer lo que le venga en gana con la calle.
El caso viene a colación, por una tarde de curiosidad sabatina en la Plaza de La Candelaria que, por cierto, no transitábamos desde hace muchísimo tiempo. Es que era otro, en el que degustábamos y libábamos con una aceptable seguridad personal, en sus inmediaciones, demasiado distante hoy del referente gastronómico que alguna vez fue.
Varios agentes policiales repentinamente recorrieron la plaza y le ordenaron a los jugadores de dominó, cesar en su inocente afición. Inocente, porque casi todos eran de la llamada tercera edad y no se veía apuesta pública alguna, asociada con una alteración o alboroto del orden público.
Semanas más tarde, por curiosidad y también añoranza, nos fuimos a recorrer la dominical Plaza Madariaga de El Paraíso y observamos a algunas personas, con mesas portátiles y refrigerios, con sus piedras de dominó. Valga acotar, aunque poco importa para la nota, un venezolanísimo juego que detestamos, nos da pereza o fastidio, presto a eludirlo en cualquier encuentro – casero o no – de amigos.
Los policías de La Candelaria, nunca dieron explicación alguna sobre la orden impartida, absolutamente contraria a la libertad o legítima libertad de recreación de los viejitos tan temerosos que únicamente se conformaron con recoger sus cosas e irse, contando sus pasos. Si fuese problema el de una plaza convertida en garito, en centro de apuestas ilegales, sitio de perdiciones, en lugar de pesquisar, detener y disciplinar a los infractores, les resulta más fácil la arbitraria decisión que afecta a todo el mundo, algo inmoral porque pagan los justos por pecadores: igual, me llenan de alcabalas la ciudad, obstaculizando mi derecho a transitarla confiadamente, pues, negocio aparte, es más cómodo y fácil que inteligenciar sobre el paradero de los delincuentes y capturarlos.
Fotografías: Tomadas de la red, piezas de dominó de Daniel Martinez, Reneé Petropoulis y Roger White. Edificio de servicios municipales, lado oeste de Broad, entre Arch y JFK, Filadelfia (EE.UU.).
30/09/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/33569-nagarrab-s
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