domingo, 1 de julio de 2018

PRESENTACIÓN

Las tarjetas de visita
Nicomedes Febres

Dedicado a Juli Carbonell

*Antier conseguí unas tarjetas de visita o presentación de monseñor Felipe Rincón González, Arzobispo de Caracas de 1927 y de Clementina Joud de 1929, ella era la directora de la Compañía Francesa, que fue la tienda de ropa femenina más importante de Caracas en ese tiempo. Las tarjetas de presentación en Venezuela tienen su origen en las cartas de recomendación que traían algunos viajeros que llegaban a Caracas en tiempos de la Colonia. Eran pocos nuestros visitantes entonces, en razón de que esos salvoconductos se evitaban dar a nativos de naciones rivales de España y debía firmarlos el Rey de su puño y letra para evitar que tales extranjeros inocularan ideas liberales extrañas a sus súbditos. Por ejemplo, un señor francés amigo de un criollo principal le enviaba una carta a su amigo caraqueño para saludarlo y recomendarle al portador como su amigo y le detallaba las virtudes personales del mismo. El criollo lo recibía en su casa por unos días porque en aquél entonces no existían hoteles y al día siguiente procedía a buscarle una casa vacía del poblado para alquilar y la dotaba de condiciones mínimas de habitabilidad porque usualmente las visitas eran largas.
La gran queja de los visitantes era el pésimo servicio de las mucamas. Los primeros hoteles fueron en Caracas hacia 1850 el Gran Hotel entre las esquinas de Bolsa y Mercaderes y la Pensión Neptuno en La Guaira de los hermanos Delfino y se conectaban por un servicio de coches tirados por caballos cuya sede era donde hoy está Miraflores y donde quedaba la Trilla de Caracas. Ese servicio de carros también era de los señores Delfino. En la segunda parte del siglo XIX con la llegada de la fotografía se puso de moda las llamadas Tarjetas de Visita, que eran unas fotografías tipo carnet de pocos centímetros con la foto del portador de la tarjeta y como no había teléfono para anunciar la visita, los visitantes debían arriesgarse a visitar sin anunciar su presencia. Si los visitados no estaban en casa y como las mujeres del servicio no sabían leer ni escribir, entonces le dejaban la tarjeta, de unos 10 x 6 cm y le decían: dígale a su patrona que la vine a visitar. Y la mucama solo decía: mire misia, por aquí estuvo la señora de la foto. Por supuesto la visita era después de la siestas, a partir de las 4 de la tarde, que era una rutina sagrada para los caraqueños de antes. Con la introducción del teléfono supongo que esa costumbre de visitas se aminoró o se citarían previamente. Quedaron las visitas para dar pésames, conocer a los recién nacidos y cosas así. Y también por efecto de la influencia americana a partir de los años 1920 producto de la conquista de los mercados americanos por los gringos luego de la Primera Guerra Mundial y de la globalización de sus inventos y del comienzo de la industria petrolera en nuestro país, entonces comenzó ese tipo de tarjeta de presentación como la del arzobispo Rincón González. Lo demás es historia vivida por muchos de nosotros hasta llegar a los What´s App y los benditos chats como el de mi edificio donde algunos vecinos dan los buenos días en horas inoportunas invadiendo la privacidad del sueño. No hay manera que la gente lerda y tonta entienda que las buenas maneras cambian con el tiempo, con los inventos y con los nuevos medios de comunicación y adaptarse es de gente inteligente. No a la manera de esos gobernantes como dinosaurios que siguen pegados con las ideas de una revolución que fue siempre un fracaso y una antigualla del tiempo de los Monagas.


Fuente:
https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10215695004708892

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