domingo, 29 de julio de 2018

UNOS Y OTROS BARROTES

De los prisioneros de antes y de hoy
Luis Barragán


Medio siglo atrás, cumplida la pena impuesta, Marcos Pérez Jiménez se fue del país para no volver jamás. La tentación es la de versar sobre la dictadura que ejerció o, mejor, el fenómeno electoral que luego encarnó. Sin embargo, deseamos llamar la atención en torno a su prisión en Venezuela, contrastante con la que padeció y padece la dirigencia opositora actual.

Ciertamente, en la década de los ’60 del ‘XX,  por distintos motivos, incluyendo las tentativas de golpe de Estado y la insurrección armada de derecha e izquierda, fueron arrestados numerosos líderes y, por regla general, conducidos al Cuartel San Carlos y otras instalaciones semejantes, con algunas características: raramente incomunicados, recibían atención médica, contaban con un mínimo y seguro desenvolvimiento personal, los frecuentaban familiares  y relacionados, la prensa y los parlamentarios podían constatar las condiciones en las que se encontraban, algunos escribieron sus mejores libros tras  barrotes y, entre  otros aspectos, el no menos fundamental, estaban sometidos a un estricto proceso judicial.  Fácil comparación, los prisioneros o, mejor, rehenes políticos de hoy, no gozan siquiera de la oportuna presentación a los tribunales, cuyos actos resultan postergados infinidades de veces, en el caso de preverlos.

Desde hace tiempo, tenemos pendiente un trabajo extenso en la materia y, si bien es cierto que no a todos los apresados de las décadas anteriores les garantizaron sus derechos, por los excesos represivos de la época, no menos cierto es que una muestra de los más emblemáticos revela una relación de respeto que ahora, sencillamente, no se tiene. Podría aseverarse que, entre otros, Pérez Jiménez fue un encarcelado estelar de entonces, por una obvia significación política, y un equivalente aproximado sería Leopoldo López, quien – por cierto – se entregó pacíficamente en el contexto de un inédito acto de movilización ciudadana.

Principiando agosto de 1968, Pérez Jiménez salió en libertad, dejando constancia la prensa hasta del costo de la boletería aérea de las cinco pesonas qu lo acompañaron al extranjero, señalando que “en mi país fui tratado bien, no así en EE. UU.”.  Un reportaje de Rafael Simón Borges, con fotografías de Rafael Mármol, para El Universal (Caracas, 04/08/1968), revela las condiciones que soportó en la Cárcel Modelo de Caracas, parecidas a las de su celda en la Penitenciaría General de San Juan de Los Morros, la cual abandonó en 1964.

Observa el periodista, cinco puertas metálicas conducían al pequeño apartamento ocupado en la Modelo, equipado con cocina, televisor, tocadiscos, aparato radial ; dormitorio de amplio closet, baño privado  y un patio para ejercicios físicos, dibujaban una rutina que incluía la atención del secretario privado y de la persona que llevaba sus alimentos, la visita matutina de familiares y relacionados entre lunes y viernes, cumplimentada una agenda que añadía la lectura diaria de toda la prensa y la siesta. Al revisar los medios escritos de aquella también prolongada y difícil etapa histórica, podemos verificar que los traslados de un enemigo declarado del régimen democrático, a tal punto que abordó el avión de salida con la punta de una ametralladora a sus espaldas,  acarreaba un importante operativo de seguridad, incluso, para la revisión de las actas procesales, destacando por su pulcro vestir, junto a los abogados defensores, en la entrada y la salida de la otrora sede de la Corte Suprema de Justicia.

Algunos dirán de una exagerada atención, mientras otros elucubrarán sobre un pacto de complicidad con los gobernantes de turno.  Absurdo caso éste, porque finalizando el decenio e iniciándose el siguiente, Pérez Jiménez y sus representes, adquirieron tal importancia y calibre político que hizo necesario enmendar la Constitución de 1961.

Valga acotar, un reportaje de Ultario León, con elocuentes imágenes, para la revista Venezuela Gráfica (Caracas, nr. 570 del 07/09/1962), revela cómo se encontraban Jesús María Castro León, Martín Parada, Edito Ramírez, y otros sobresalientes conspiradores de aquellos años, en el Cuartel San Carlos. Obviamente, algo parecido resulta imposible en lo que va de la presente centuria, respecto a los prisioneros de consciencia lo cual descalifica moralmente a los clanes que gobiernan o dicen gobernar al país.

Reproducciones: Reportaje indicado de El Universal, Caracas, 1968.
30/07/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/33198-de-los-prisioneros-de-antes-y-de-hoy

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