sábado, 7 de julio de 2018

KUNDERÍSTICA

Milan Kundera y la fama
Alirio Pérez Lo Presti

En «Jacques y su amo» (1981), Milan Kundera realiza un homenaje a Diderot.

Se trata de una obra de teatro en tres actos en la cual vincula historias en un entremezclamiento «polifónico» de las mismas. La obra está precedida por una introducción que nos recuerda el carácter melancólico de Kundera: «Cuando los rusos ocuparon, en 1968, mi pequeño país, todos mis libros quedaron prohibidos y, de golpe, ya no tuve posibilidad legal alguna de ganarme la vida».

Pero la convulsa fama la alcanza con su obra «La insoportable levedad del ser» (1984), su libro comercialmente más exitoso, combina el erotismo y la seducción de Tomás con las vicisitudes que tiene que pasar. Se trata de un médico exitoso quien, a raíz de una declaración política escrita, es despojado de su cargo y debe trabajar como limpiador de ventanas. El libro tiene una atmósfera filosófica que toma el tema del ser. Nietzsche es uno de los filósofos que componen la estructura de la obra. No es casual que sea precisamente Nietzsche, el filósofo «punta de lanza» de la contemporaneidad, el señalado por Kundera para desarrollar sus ideas: «La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡Pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?».

Hay un giro importante en su obra, donde se conjuga lo filosófico, lo erótico, con mucho más peso que en sus trabajos anteriores, y lo político está entremezclado con todos estos elementos, adquiriendo quizá una relevancia equivalente; o al menos determinando los acontecimientos de los personajes, pero como marco histórico referencial.

«Teresa, a la una y media de la mañana, se puso el pijama y se acostó junto a Tomás. Dormía. Se inclinó sobre la cara de él y al besarlo notó en su pelo un perfume extraño. Volvió a olerlo otra vez y otra más. Lo olfateó como un perro y entonces comprendió: era el olor de un sexo de mujer». Señalando más adelante: «A los que creen que los regímenes comunistas de Europa Central son exclusivamente producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes criminales no fueron los criminales, sino los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el único camino que conduce al paraíso». Con esta novela alcanza el culmen literario y gana lectores a montones.

«El arte de la novela» es un ensayo donde Kundera expone su posición personal sobre este género. Compuesto por varios textos, dedicados a autores como Hermann Broch, Franz Kafka, en donde hace referencia en múltiples ocasiones a Rabelais, Cervantes, Sterne, Diderot, Flaubert, Tolstói, Musil, Gombrowicz. Se tra

Quizá sea «La inmortalidad» (1989), lo mejor de toda su producción literaria. A partir del gesto encantador de una mujer de cierta edad, el escritor desarrolla un extraordinario volumen de más de 400 páginas en donde entrelaza la trama de múltiples personajes pertenecientes a distintas épocas históricas. Para el muy singular profesor Avenarius, por ejemplo, el mundo de hoy no sirve como objeto de juego. En este libro, Kundera ya no plantea el elemento político como parte de la obra. Plantea la exacerbación colectiva del culto a la imagen en la sociedad actual, y todo el texto está enmarcado en un sentido lúdico acerca del arte y el artista.

El texto comienza de esta singular forma: «Aquella señora podía tener sesenta, setenta y cinco años. Yo la miraba mientras estaba acostado en una camilla frente a la piscina de un club de gimnasia situado en la planta de un edificio moderno. Pasó junto al instructor y cuando estaba a unos tres o cuatro pasos de distancia, volvió hacia él la cabeza, sonrió, e hizo con el brazo un gesto de despedida. ¡En ese momento se me encogió el corazón! ¡Aquella sonrisa y aquel gesto pertenecían a una mujer de veinte años!».

Desde este trabajo Kundera va a cambiar de manera ostensible. Son otros los temas y las situaciones que nos presenta. Son otros los conflictos de los personajes. Ya no existe una crítica a la pretensión del progreso. Ahora se pasea minuciosamente por la estética y los problemas del mundo actual. El escritor que era en 1967 ha quedado muy atrás. Sus temas son los temas de la contemporaneidad.
ta de explorar la posición que ocupa la novela en la contemporaneidad y los retos que ha de asumir. Desarrolla una interesante teoría de la novela: «Cada novela, quiéralo o no, propone una respuesta a la pregunta: ¿qué es la existencia humana y en qué consiste su poesía?». Llega a conclusiones como la siguiente, muy en concordancia con los tiempos en que vivimos: «Flaubert descubrió la necedad. Me atrevo a decir que éste es el descubrimiento más importante de un siglo tan orgulloso de su razón científica». «El descubrimiento flaubertiano es para el porvenir del mundo más importantes que las turbadoras ideas de Marx o de Freud».
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/32883-perez-lo

Eterno retorno a Kundera
Alirio Pérez Lo Presti 

A veces siento que estoy en deuda con Milan Kundera por haber tenido el infinito gusto de leerlo. Entonces escribo nuevamente sobre él.

Milan Kundera es un escritor checoslovaco nacido en 1929. Se afilió al partido comunista al término de la segunda guerra mundial y fue expulsado del mismo en

1948. Profesor de la Escuela de Estudios Cinematográficos de Praga, perdió su cargo tras la invasión rusa (1968). Sus obras fueron retiradas de la calle, y desapareció de los manuales de literatura. En 1979 fue privado de su nacionalidad checoslovaca por la publicación de la obra «El libro de la risa y el olvido». Representa al escritor «total», en sentido de que su obra alcanza la perfección en la novela, el cuento, el teatro, el ensayo y la crítica literaria.

Estas son algunas notas que deseo compartir por entregas, pues de su producción literaria me he dedicado a estudiar los siguientes libros: 1. La broma. Novela (1967). 2. El libro de los amores ridículos. Cuentos (1968). 3. La despedida. Novela (1973). 4. La vida está en otra parte. Novela (1973). 5. El libro de la risa y el olvido. Novela. (1978) 6. Jacques y su amo. Obra de teatro en homenaje a Diderot (1981). 7. La insoportable levedad del ser. Novela (1984). 8. El arte de la novela. Ensayo. (1986). 9. La inmortalidad. Novela (1989). 10.Los testamentos traicionados. Ensayo (1993). 11. La lentitud. Novela (1995). 12.La identidad. Novela (1997). 13.La ignorancia. Novela (2000). 14.El Telón. Ensayo (2005). 15. La fiesta de la insignificancia. Novela (2014).

Sus primeras obras van a estar muy condicionadas por elementos políticos, cuyo eje central es la crítica a los regímenes totalitarios y cómo se ven afectados los personajes de la novela por la política, desde la forma de plantearse aspectos elementales de la existencia, hasta la manera de vinculación interpersonal de la gente.

En «La broma» (1967), un personaje quiere impresionar a la joven con la cual galantea y escribe en una postal «para herirla, asombrarla y confundirla: ¡El optimismo es el opio del pueblo! El espíritu sano hiede a idiotez. ¡Viva Trotski! Ludvik». El gesto, pilar fundamental de esta novela, le cuesta caro. Tiene que pagar con la pérdida de su libertad la supuesta arremetida contra el régimen. El personaje es denunciado por la propia joven con la cual mantiene una relación afectiva. Kundera es meticuloso cuando narra la forma en que es vejado por soldados adolescentes encargados de su custodia. El contenido es eminentemente político. Una crítica al totalitarismo imperante en su vida, pero particularmente cómo afecta la conducta de las personas con las cuales se vincula.

«El libro de los amores ridículos» (1968), tiene un carácter más lúdico. Orienta su obra literaria hacia escenarios de mayor profundidad psicológica. Sin embargo, el contenido de lo político sigue presente y el autor se vale de la ironía «…los mártires son quienes tienen permitido reafirmarse placenteramente en su dulce inactividad al confirmarles que la vida no ofrece más que una disyuntiva: ser aniquilado o ser obediente».

En «la vida está en otra parte» (1973), el autor exacerba sus cualidades irónicas al construir un personaje. Se trata de un poeta «revolucionario» que llega incluso a elaborar los «versos socialistas acerca de la muerte». El poeta expresa en sus letanías el deseo de poder relatar sólo historias de amor: «¡Es tan agradable relatar este tipo de historias! ¡Qué maravilloso sería poder olvidarse de aquella que ha sorbido la savia de nuestras cortas vidas para poder emplearla en sus vanas obras, qué hermoso sería olvidarse de la Historia». El controvertido tema del artista «comprometido» y la potencial mengua de su capacidad artística.

En «La despedida» (1973), la seducción y el erotismo se entremezclan con el contexto político: «… lo que lo impulsaba a conquistar a las mujeres era el deseo de venganza, era la tristeza y el descontento o la compasión y la lástima, el mundo de las mujeres se confundía para él con su amargo drama en este país, en el que había sido perseguidor y perseguido y donde había vivido muchas peleas y pocos idilios».

En «El libro de la risa y el olvido» (1978), sigue siendo el totalitarismo el escenario donde se mueven sus personajes: «Mirek es un corrector de la historia igual que lo es el partido comunista, igual que todos los partidos políticos, que todas las naciones, que el hombre. La gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad. El futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia».

Kundera representa la paradoja genial de aquello que nos divierte y a la vez nos condena.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/32850-perez-l


El salto de Kundera
Alirio Pérez Lo Presti

Con este texto finalizamos las entregas sobre Milan Kundera, escritor con quien me siento en deuda permanente.

"Los testamentos traicionados" (1993), es un ensayo sobre la novela. Pensamos que el arte de la novela es el protagonista de este libro; el espíritu de humor que lo engendró; su misterioso parentesco con la música; su historia, que evoluciona (como la música) en tres tiempos; la estética de su tercer tiempo (el de la novela moderna) y su sabiduría existencial. El cambio dado por Kundera es tal que ya no escribe en checo. Ha adoptado el francés como el idioma para el desarrollo de éste y de sus futuros trabajos. Un idioma que permite una comercialización más fluida de sus obras.

En "La lentitud" (1995), entremezcla personajes de varias épocas que coinciden en un castillo de Francia convertido en hotel. Se exacerba lo banal, lo cotidiano, lo insulso como potencial producto para el arte de la novela: "A Inmaculada no se le ha ocurrido en vano la idea del mal aliento, es un recuerdo reciente e inmediatamente rechazado el que le ha inspirado semejante maldad: el recuerdo del mal aliento de Berck. Cuando escuchaba, hecha trizas, sus insultos, no estaba en condiciones de ocuparse de su exhalación, y un observador oculto en ella fue el que registró en su lugar ese olor nauseabundo e incluso el que añadió el siguiente comentario lúcidamente concreto: el hombre cuya boca huele mal no tiene amantes. Ninguna se acomodaría".

En "La ignorancia" (2000), temas como la amistad, sus características y su valor, van a estar presentes; así como la ausencia del otro, los problemas relacionados con la memoria, pero vistos desde la dimensión personal en la que se transfiguran los recuerdos. El olvido como elemento del ser y la ignorancia como instancia que nos invade: «La Odisea, la epopeya fundadora de la nostalgia, nació en los orígenes de la antigua cultura griega. Subrayémoslo: Ulises, el mayor aventurero de todos los tiempos, es también el mayor nostálgico. Partió (no muy complacido) a la guerra de Troya, en la que estuvo diez años. Después se apresuró a regresar a su Ítaca natal, pero las intrigas de los dioses prolongaron su periplo, primero durante tres años llenos de los más fantásticos acontecimientos, y, después, durante siete años más que pasó en calidad de rehén y amante junto a la ninfa Calipso, quien estaba tan enamorada de él que no le dejaba abandonar la isla».

"El telón" -ensayo en siete partes- (2005), es una especie de corolario sobre su aventura en torno al arte de la novela, al arte del ensayo, la literatura, el escribir. Aborda las características de la novela contemporánea, diserta sobre el arte contemporáneo y la presencia permanente del pasado en el arte que se realiza en el presente. Cuando se refiere a lo actual evoca al Quijote en repetidas oportunidades: «…si el valor estético no existiera, la historia del arte no sería más que un inmenso depósito de obras cuya sucesión cronológica carecería de sentido. Y a la inversa: sólo se percibe el valor estético en el contexto de la evolución histórica de un arte». El asunto de la modernidad y la contemporaneidad como elementos distintos, con márgenes definidos, es abordado de manera magistral y su visión sobre lo estético merece especial mención: «Los conceptos estéticos sólo empezaron a interesarme cuando percibí sus raíces existenciales; cuando los comprendí como conceptos existenciales; porque tanto la gente sencilla como la refinada, inteligente o tonta, se enfrenta constantemente en su vida con lo bello, lo feo, lo sublime, lo cómico, lo trágico, lo lírico, lo dramático, la acción, las peripecias, la catarsis o, por hablar de conceptos menos filosóficos, con lo vulgar; todos estos conceptos son pistas que conducen a distintos aspectos de la existencia inaccesibles por cualquier otro medio».

En sus intentos por entender la dimensión del arte señala: "Hubo largos períodos en los que el arte no buscaba lo nuevo, sino que se enorgullecía de embellecer la repetición, de reforzar la tradición y de asegurar la estabilidad de una vida colectiva; la música y la danza sólo existían en el marco de los ritos sociales, de las misas y las fiestas. Luego, un día, en el siglo XII, un músico de iglesia tuvo en París la idea de añadir un contrapunto a la melodía de un canto gregoriano… a raíz de allí los compositores perdieron el anonimato, y la música se convirtió en historia de la música…Este fue el gran milagro de Europa: no su arte, sino su arte convertido en historia. ¡Ay! Los milagros son poco duraderos. Quien levanta el vuelo un día aterrizará. Presa de la angustia, imagino el día en que el arte dejará de buscar lo nunca dicho y volverá, dócilmente, a ponerse al servicio de la vida colectiva, que exigirá de él que embellezca la repetición y ayude al individuo a confundirse, alegre y en paz, con la uniformidad del ser. Pues la historia del arte es perecedera. La palabrería del arte es eterna". ¡Así cerramos el telón!

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/32994-perez-lo

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