Sobre el fascismo
Nicomedes Febres
Sigo con interés el éxodo de los africanos y musulmanes a Europa y la conducta de los gobiernos de ese continente, desde el avance importante de la derecha europea en países como Austria e Italia donde son ya gobierno, hasta Alemania o Francia donde pronto, o serán gobierno o pondrán de rodillas al gobierno de turno para aplicar severas medidas anti inmigratorias a la gente que va huyendo de África y Medio Oriente. Más allá de los valores de la solidaridad humana y los valores cristianos hay razones de orden práctico para que los gobiernos europeos agarren el problema por los cuernos y lo resuelva radicalmente. Me asombra como a los políticos de allá, que se han vuelto blandengues, no se les haya ocurrido disciplinar militarmente a los hombres jóvenes que andan escapando de sus sitios de origen, entrenarlos y armarlos y con respaldo aéreo suficiente machacar a los gobiernos de esos países que los acosan y así derrocarlos. A mi esa decisión me suena elemental, salvo que los africanos sean necesarios para ocupar los trabajos más humildes de la sociedad opulenta europea que no tiene hijos y con eso solo diferirán enfrentar el problema. No lloren mañana como los venezolanos por no haber enfrentado el problema a tiempo y se les vaya la nación por la cañería del desagüe. Luego de entrenar y armar, dar apoyo económico y cultural por un lapso de algunas décadas y establecer un programa de gobierno de cumplimiento obligatorio donde esté incluido el castigo severo de la corrupción, el control férreo de la natalidad y una política de población expansiva o restrictiva según sea lo conveniente, la dolorosamente necesaria discusión sobre la pena de muerte, la represión al racismo y a las luchas religiosas en aras de la pacífica convivencia y la exaltación de algún tipo de democracia censitaria, además de la exaltación de la meritocracia inyectada hasta los tuétanos junto con la solidaridad social, todas ellas juntas, porque son las bases del desarrollo social en una democracia fuerte. Serían 20 o 30 años de una suerte de protectorado democrático, sino a la vuelta de la esquina tendrán un problema mayor y muy agravado, porque ese contingente de origen africano se volverá una fuerza electoral importante en cada nación europea y será manipulada por el demagogo de turno de derecha o de izquierda, o volverá el fascismo como solución al problema europeo, el cual fue derrotado antes solo gracias a la ayuda gringa, detalle que los europeos con frecuencia omiten. Siempre el fascismo aparece cuando los problemas de la población sobrepasan a los gobiernos liberales y democráticos, cuando estos son víctimas de la negligencia política, del pacifismo irresponsable, del populismo y la demagogia común y de la tolerancia a las corruptelas de los dirigentes. Ahora estoy comenzando a leer el libro La Experiencia Fascista de Tannenbaum sobre la relación entre la cultura y la política en Italia entre 1922 y 1945 cuando Italia vivió bajo el Fascismo y allí está el germen de la llegada del fascismo al poder. Lo que asombra es que esa tragedia era igual a la de la Venezuela actual desatada por el régimen de maduro. Asombra la similitud de ambos procesos políticos, la identidad del deterioro de la nación, y hasta en lo fantoches y usadores de uniformes que son los fascistas. Una vez establecida la democracia, juzgado y purgado el ejército fascista, todo se desenvolvió normalmente en la Italia de la postguerra dirigida por el democristiano Alcide De Gasperi.
*En la foto una vista de la urbanización El Conde cuando comenzaron a construirlo. Debió ser poco después de 1920 porque al fondo se ven las dos cúpulas del Nuevo Circo que se terminó de construir hacia 1919. El Conde y San Agustín del Norte fueron construidos y urbanizados por Juan Bernardo Arismendi y Luis Roche. Fueron urbanizaciones populares donde vivieron muchos empleados públicos. Antes habían sido las haciendas El Conde por ser propiedad de Guzmán Blanco y la Hacienda La Yerbera.
Fuente:
https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10215799401038735
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