Residencia en la tierra
Siul Narragab
El Colegio de Arquitectos de Venezuela, ha emitido un reciente comunicado, justo y lacónico, advirtiendo sobre la agresión a la memoria inmobiliaria del país. Lo poco que queda en pie, por la acción irresponsable y despiadada del Estado, camino a su propia demolición, no sólo afecta la mínima identidad urbana que alcanzamos, aún antes del impacto petrolero, sino que nos convierte en una suerte de campamento para saciar toda la voracidad de los contratistas que, al remodelar, raspan la olla del erario público.
Un vistazo a las principales ciudades del país, nos impone de un gigantesco e imparable deterioro. A lo sumo, mientras haya efectivo en caja, les contenta el remiendo infinito de edificios, calles y avenidas que, alguna vez, tuvieron una enorme significación para el país, en el que propios y extraños celebraban el rostro arquitectónico de una urbe cargada de historia.
La crónica caraqueña, por ejemplo, no está sólo orientada al recuerdo de la cada vez más remota capital, la que experimentó una fuerte transformación cultural, gracias a la renta, con una extraordinaria mudanza material, sino a la actual y casi inadvertida pérdida de sus obras más emblemáticas, las que le concedieron identidad, por a acción y omisión de una dictadura que ha hecho del olvido o la falsificación histórica, una de sus piezas maestras. Por citar algunos nombres de inconfundible calidad literaria y periodística, ya no cultivamos la nostalgia de Enrique Bernardo Núñez, Guillermo José Schael, Carlos Eduardo Misle, William Niño Araque, Guillermo Meneses, sino la denuncia, la más corajuda denuncia de los destrozos actuales, llena de rabia, indignación e impotencia, aún en el contexto de un sobrio y adecuado tratamiento académico.
Ha sido incansable la labor de investigación, catalogación y exposición de la Arqº Hannia Gómez, sobre la Caracas que nos arraiga, nos concede un sentido, nos permite una identidad, en vías de desaparecer. E, incluso, igualmente la ocupan los referentes más modestos, advirtiendo lo que puede ocurrir y ocurre, orientándonos estéticamente, con data precisa en mano: pasó con la quinta “Hilda” de El Paraíso que, ya tan injustamente demolida, el terreno fue cercado y, luego, “expropiado” por un colectivo, sin que sepamos qué suerte le cabrá al terreno.
En más de un sentido, esta tierra en la que residimos y trabajamos (o alguna vez lo hicimos), va cubriéndose de una desolación inaceptable. La Arqª María Fernanda Jaua, quien ha tenido un intenso desempeño académico foráneo, entre otros de sus trabajos, ha orbitado en las redes una espléndida conferencia sobre nuestro patrimonio industrial y, lejos de apesadumbrarnos, apunta al reto – por siempre vigente - de recuperar el parque y la República misma hallar el futuro que no es otro que el de las libertades necesarias para vivirlo y trabajarlo.
Fotografía: Hannia Gómez / Decomomo. Quinta "Helena" (1932-2012), El Paraíso, Caracas. Ya derribada. Reclamado por un colectivo el terreno, sigue cercado.
22/07/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/33144-narragab-s
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