Jodie Foster y la teoría de la relatividad especial
Siul Narragab
Todo ha de depender de las circunstancias personales e, inevitables, de las sociales que suelen escapar de nuestra voluntad. En términos psicológicos, tendemos a justificar y defender la edad biológica, apelando a aquello de soy joven, y no adolescente; soy viejo, mas no anciano.
Las democracias liberales tienen sus propios ritmos de comprensión existencial, despuntando – no por casualidad – las escuelas filosóficas que la cultivaron, buscando esta vez diferentes resquicios. Empero, no hay experiencia totalitaria que no la paralice, trastocada en la mera prueba de la supervivencia heroica que celebrará la escolástica fascista o comunista, temiendo por siempre a la literatura y a quienes la hacen.
Teoría general de la relatividad, se es lo suficientemente joven y lo suficientemente viejo, según la calidad de vida y las propias expectativas que albergue una determinada comunidad nacional o local. La miseria y la opresión sólo autorizan la distinción para efectos publicitarios, allanándonos espiritualmente para confiscar toda ventura personal.
Nos pusimos viejos, sin darnos cuenta, al avanzar el siglo XXI. Quizá porque supusimos que este régimen era de una transitoriedad radical, que no tardaría en ceder o caer de un día para otro, a los venezolanos se nos pasó el tiempo, perdiéndolo – nada casual – miserable, inútil e infamemente.
Inaugurada la centuria, nos fuimos acercando lentamente a la presbicia, domándola con los anteojos (cristales y montura), por entonces accesibles; y, al superar la cincuentena, ya es demasiado difícil conseguir los medicamentos y hasta lograr el adecuado diagnóstico de alguna enfermedad. Si bien es cierto que ahora que nos percatamos de nuestras limitaciones físicas, también nos enteramos que no somos los abuelos prematuros que alguna vez creímos, siéndolos en su justo momento, y es que el tiempo – implacable – ha pasado: la violencia que supusimos efímera del régimen, por decir lo menos, ha perdurado trastocándose en hastío y también resignación.
Infalible marcador, por citar un ejemplo, tenemos la ilusión que de Freddie Mercury y el Queen, para acá, no hay novedad alguna y, por ello, en un parpadear, parece que fue ayer que lo disfrutábamos. Ocurre que la desplomada Venezuela, ha quedado atrás en relación a la música popular y a los Mercury de hoy, ni se les ocurrirá venir y presentarse en el país que convirtió a El Poliedro en sede del PSUV, congelándonos en el tiempo.
Por más que se diga de los grandes raperos y reaguetoneros de la hora, ninguno – por venezolanísimos que fuesen – es tan conocido y familiar, como ayer ocurrió con Ricardo Montaner o los actores de una telenovela estelar. Una teoría especial de la relatividad, debe dar cuenta de estas circunstancias para entendernos y aceptar que ya somos viejos, madurando a última hora la edad que nos sorprende, como no acaeció con nuestros padres.
Una actriz admirada, en reciente entrevista a El País Semanal, despejó una de las incógnitas: asume la vejez como una curiosidad. Pocas podían expresar algo tan inteligente, teniendo por decisivo antecedente que, en lugar de banalizarse por la fama que le llegó tan temprano en la vida, un buen día decidió ir y egresar de una universidad prestigiosa, declararse como lesbiana cuando no era la moda y, ahora, exhibirse con las arrugas que le conceden una extraordinaria prestancia.
Vamos descubriéndonos en la vetustez, porque son pocas las fuerzas para aventurarnos en el extranjero, comenzando de nuevo, o por el supremo interés de alguna carajita en conquistarnos, conquistando un móvil celular de última generación. O al plantearnos el destino de los muchos o pocos bienes que tengamos, añadida la casa pagada con todos los sacrificios del mundo, hoy tan injustamente depreciada.
08/07/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/33043-narragab-s
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