domingo, 2 de febrero de 2020

LUCES Y SOMBRAS

De la vocación parlamentaria
Luis Barragán

Hemos ganado una importante experiencia que requiere de sobrada humildad para materializarse en otra que edifique el parlamento sobre las reales vivencias ciudadanas, autorizándolo política y moralmente para la propia construcción de la  sociedad deseada, en libertad.  La condición de parlamentarios, dista mucho de ser un privilegio cercano a esa suerte de nobleza titulada que acostumbramos en torno a las jerarquías políticas, por republicanas que se digan. Empero, urge una interlocución también sobria, respetuosa y consecuente.

Más allá de la diatriba entre la unicameralidad y la bicameralidad, importa descubrir, distinguir y desarrollar la vocación parlamentaria en Venezuela El XXI no lo ha permitido, en la dura tarea de sobrevivir y superar una dictadura antes hábilmente enmascarada. 

La  Asamblea Nacional, modelada definitivamente por el infeliz disparate que llamaron congresillo, nació como la irreprimible sucursal u oficina subalterna de Miraflores, administrada por dos o tres voces del PSUV, cuyo primer presidente, William Lara se esmeró en encubrir con  la retórica e iniciativas que simulaban el parlamento (*), quizá porque estaba aún fresca la tradición del extinto Congreso de la República, quizá porque la correlación de fuerzas lo obligó, incluyendo a su propio partido. Los sucesores tuvieron un mayor descaro, algo más que franqueza, lesionando no sólo a la institución, sino la percepción misma que de ella alcanzó la opinión pública que, por algunos sondeos de opinión, llegó a confundirla con el consejo de ministros que servía de telonero para el ilimitado espectáculo televisivo de Chávez Frías.

A veces, no reparamos en un detalle ya histórico: cuando el otrora MRV alcanzó una cuota importante de senadores y diputados en los comicios de noviembre de 1998, se creyó que el jefe de la fracción sería Omar Meza, quizá el más experimentado del nuevo elenco en las lides parlamentarias, pero la selección que hizo el barinés apuntó a Maduro Moros, por entonces, sólo un connotado activista de la organización, a todas luces inexperto para la nueva etapa o nivel que tenía referentes más aquilatados. El desarrollo de los posteriores acontecimientos, demostró que sólo quería al más decidido y  fanático, entre los subordinados: no vaciló cuando se le ordenó renunciar al Congreso, sabotear a la oposición, dispuesto a liarse a golpes para acentuar las condiciones que hicieran posible el particularísimo proceso constituyente; acotemos, como no dudó al desempeñar su papel en la inesperada cancillería de seis años, teniéndolo como tira-piedras en el concierto internacional.

Aprendices del poder en el poder mismo,  el promedio de los diputados del oficialismo ha complementado el castigo al pueblo venezolano, por sus ineptitudes, improvisaciones, sectarismos, sumisiones e irresponsabilidades, el correspondiente equivalente en la acera contraria. Avanzada la centuria, recordando a los otrora insignes parlamentarios del siglo pasado de cualquier signo, pensando sobre quienes hoy asoman un talento que requiere de distintos escenarios, creemos en la necesidad de recuperar urgentemente una vocación que ha soportado la perversa pedagogía del régimen. 

(*) LARA, William (2012) “Discursos insurgentes (1999-2006)”,  Fondo Editorial de la Asamblea Nacional, Caracas.

Reproducción: El Universal, Caracas, 12/08/1999.

03/02/2020:

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