Las universidades en Venezuela se resisten a perder su autonomía
Daniela Quintero Díaz
La Sala Constitucional de El Tribunal Supremo de ese país ordenó a varias instituciones cambiar a sus autoridades universitarias, y modificó el proceso por el cual eran elegidas. Benjamín Scharifker, rector de la U. Metropolitana, explica porqué se da.
¿Se trata de un nuevo golpe a la autonomía de las universidades y a la Constitución misma?
A finales de agosto, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (TSJ) dictó una sentencia que no cayó nada bien en los círculos académicos del país: la sentencia N°0324-2019, a partir de la cual se ordenó la celebración de elecciones de las autoridades universitarias en varias instituciones venezolanas en un plazo de seis meses.
Para los rectores de las casas de estudio, la decisión judicial es un nuevo golpe del Gobierno a la autonomía de las universidades y a la misma Constitución, pues no solo exige nuevos nombramientos, sino que también modifica las reglas de la elección. Ahora, además de los profesores, estudiantes y egresados, forman parte del “sector electoral universitario” el personal administrativo y el personal obrero de cada institución; y se proclamará candidato electo únicamente a quien haya resultado ganador en al menos tres de los cinco sectores, obteniendo también la mayoría absoluta de los votos.
Para Benjamín Scharifker, rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela, el fallo de la Sala Constitucional va en contravía con el artículo 109 de la Constitución, que establece que “el Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y (…) las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio”; e impone nuevos retos para las instituciones que buscan mantenerse en pie a pesar de la grave crisis que atraviesa el país.
¿La decisión del TSJ interfiere en la autonomía de las universidades venezolanas?
El fallo viola los principios de autonomía universitaria, la Constitución y la Ley de Universidades, que dicen que cada universidad en ejercicio de su autonomía establece cómo deben ser electas sus autoridades. Ahora, el TSJ dicta una sentencia que pretende legislar extralimitando sus funciones y diciéndoles a las universidades cómo deben elegirlas. Una función que no les corresponde y que transgrede todas las leyes y normas.
¿Qué cree que busca el gobierno con esta decisión?
Estamos en un régimen totalitario en donde las universidades son de las pocas instituciones que todavía son autónomas. Lo que se quiere, finalmente, es que las universidades sean parte de esa hegemonía política que se quiere implantar sobre todos los niveles de la vida de los venezolanos para que ninguna instancia actúe de manera autónoma a ese dominio hegemónico. Eso cambia completamente la conformación de lo que son las universidades, pues su propósito trasciende los intereses corporativos de quienes las conforman.
Hasta esta nueva sentencia, el voto de los profesores valía más que el de los estudiantes y licenciados; y los administrativos y obreros no participaban de la elección. ¿Por qué cambia esto?
El ejercicio democrático en una organización como es la universidad tiene un propósito distinto al de una República, pues tiene una misión que no es la de satisfacer los intereses de los miembros, sino que trasciende esos intereses. Aquí la discusión interesante es si puede extrapolarse todo tipo de decisiones a la forma como se toman las decisiones en una República, que es lo que el gobierno quiere presentar de manera engañosa como ejercicio democrático. Nosotros pensamos que no; que las decisiones académicas deben tomarse con independencia de los intereses políticos, económicos y religiosos, y que por eso las universidades podían, hasta ahora, tomar estas decisiones de manera distinta.
¿A qué se enfrentan las universidades venezolanas actualmente?
Quisiera primero decir que, a A pesar de las dificultades, las universidades han podido seguir ofreciendo oportunidades a los jóvenes venezolanos. El ambiente que se respira en ellas es de libertad académica, de pensamiento crítico, pero con graves limitaciones. Hemos sufrido la emigración masiva de profesores y una emigración estudiantil muy pronunciada, así como un recorte presupuestal. Sin lugar a dudas, Nos hemos desactualizado en equipamientos, en renovación de infraestructura, en servicios estudiantiles como la biblioteca. Nos toca hacer muchos esfuerzos e inversiones para poder ponerlos al día.
¿Ha afectado la crisis de manera diferencial a las universidades públicas y privadas?
Por supuesto. Hay diferencias muy grandes… aunque a todas luces el presupuesto es insuficiente, las universidades privadas hemos tenido acceso a otros fondos de fuentes privadas. En la Unimet, más del 30 % de la ayuda financiera para estudiantes viene del sector privado, y hemos procurado obtener recursos tanto de fuentes nacionales como del exterior para poder renovar laboratorios, edificios, servicios, etc.
Las universidades públicas no cuentan con eso, y se tienen que enfrentar a la no asignación de recursos a causa del drenaje por corrupción o por la compra de equipamiento militar. La inversión social se ha ido a otros destinos que tienen que ver con la preservación de los intereses de quienes ejercen y hegemonizan el poder.¿Cómo ha afectado a los jóvenes esta crisis?
Algunos no tienen más alternativa que irse. Y, aunque quienes decidieron quedarse tienen unas altas expectativas en su educación, también lo hacen para buscar trascender a estos problemas locales… como ven que no pueden realizar sus metas y propósitos aquí, buscan la realización por fuera. Ese es el gran drama que estamos viviendo. Hemos venido perdiendo la oportunidad de formar a toda una nueva generación. Quienes más emigran están entre los quince y los 40 años de edad, por lo que estamos perdiendo una proporción de nuestra población que está en edad de formación y de producción, lo que tiene un impacto muy severo.
Pero, actualmente, muchos países critican la calidad de la educación en Venezuela…
Si bien nosotros estamos perdiendo ciertas ventajas comparativas en cuanto a las inversiones para mantener a las instituciones, todavía no hemos perdido la ventaja competitiva, que tiene que ver con las capacidades que hemos construido y mantenido a lo largo de los años. Claro, eso no quiere decir que en Venezuela no haya instituciones que no tengan alta calidad, como en otras partes del mundo. Lo que pasa es que se han relajado los sistemas de aseguramiento de la calidad de educación superior.
Antes, por ejemplo, teníamos un Consejo Superior de Universidades que generaba unas garantías, pero durante los últimos años ya no ocurre de esa manera y se han creado nuevos programas que no tienen la misma calidad que los tradicionales. Sin embargo, las universidades de siempre siguen sosteniendo sus estándares, precisamente, porque siguen manteniendo su autonomía. Y esa es una de las cosas que está en juego ahora.
El movimiento estudiantil fue el único que le asestó una derrota al chavismo e incomodó en las marchas de 2017. ¿Cree que vuelva a fortalecerse y resurja?
Seguro que sí, y el gobierno está consciente de eso. Por eso la sentencia busca hacer esas elecciones, para poder dar el golpe final y que el régimen sea capaz de tomar las instituciones para que los jóvenes no puedan formarse y tener un lugar como el que tienen de pensamiento libre y crítico, sino uno donde el pensamiento totalitario prevalezca. Pero nosotros sabremos responder asertivamente a este nuevo golpe.
17/09/2019:
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