Del valor trabajo
Luis Barragán
Cualesquiera balances que se haga de la gestión de Maduro Moros, prolongado por años que él mismo no imaginó en el solio miraflorino, arrojará un récord imbatible: el decreto de innumerables días de asueto. Además de los otros que bien lo distinguirán, catástrofe humanitaria por delante, ninguno como el de la decidida promoción de la pereza.
Obviamente, hay razones económicas y administrativas para tan importante iniciativa. El más improvisado sondeo, revelará que no hay empleado de la administración pública, en todos sus niveles, capaz de costear su propia transportación para cumplir con el horario de un despacho en el que faltan herramientas esenciales, como un modesto lápiz de grafito.
Otros, los más avisados, integristas del oficialismo que también los vulnera, anunciarán la sociedad del ocio en claro cumplimiento de la predicción marxiana, tratando de indagar sobre Byung-Chul Han para improvisar sus alegatos. Por ello, ciertamente, vieron con sumo agrado la forzada realización del campeonato de béisbol profesional, ampliamente desasitido por los fanáticos (en sí mismos, constituidos en leyenda), jurando ignorar lo que fue un extraordinario pretexto para acceder de muy pocos a las divisas negadas a sectores más urgidos, como el de la salud, por ejemplo.
Convengamos, hay un ánimo – por llamarlo de alguna manera – histórico, cuando todavía no llegan los días de carnaval para decidir el asueto, como ha ocurrido ahora. O, mejor, un ánimo nostálgico, porque hoy ejercen el poder aquéllos encapuchados de los ’80 y ´90 del ´XX que escribieron páginas inolvidables al sabotear las clases en las universidades, en nombre de la propia autonomía, adelantando las carnestolendas, la Semana Santa o el día del niño, con la incineración de autobuses y cauchos, más el debido apedreamiento de todo aquél que se moviera, en la búsqueda incansable de la auto-victimización de lo que siempre se dijo la izquierda.
Por cierto, si de evocación se trata, antes de que ocurriera todo esto, el sector empresarial denunciaba con extraordinaria vehemencia las horas perdidas, el impacto sobre la producción y la productividad nacionales, cuestionando el almanaque venezolano de los feriados, pero – salvando pocos casos – el silencio, la cautela, el miedo, marcan la pauta de un `XXI que no llega. Luego, el trabajo no representa valor alguno para algo más que una dictadura y también para quienes la temen.
Reproducción: Alegoría carnestolenda, El Cojo Ilustrado, Caracas, 1894, en: https://mariafsigillo.blogspot.com/search?q=Carnaval
20/02/2020:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36444-trabajo-
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