De la emigración
Luis Barragán
Falta mucho por digerir y decir en torno a un fenómeno sin precedentes históricos en Venezuela: la diáspora, aunque parezca reiterativo quizá por miedo a profundizar en el trauma. Coterráneos de los más diversos sectores sociales, optaron por huir de la inmensa tragedia que, sin duda alguna, promovió abierta y descaradamente el régimen desesperado por su única y rentable continuidad.
Lugar común, el desmembramiento familiar es la inicial consecuencia de otras que todavía no se avizoran, en el deliberado cuadro de dislocación que no sospechó, o dijo no sospecharlo, el elector de 1998. Éste, formidablemente emboscado, aunque no exclusivamente culpable, abrió las compuertas a la confederación cubano-venezolana que ya es el resultado lógico de la propuesta continental de un socialismo que arruinó a la potencia petrolera que fuimos, echando los cimientos inaugurales.
La estación más concurrida del metro caraqueño, la de Plaza Venezuela, por ejemplo, exhibió una publicidad que ya no está, invitando a emplear - por una módica suma de dinero - el servicio de autobuses capaz de llevar a cualesquiera usuarios a todos los rincones del continente que le fuese posible soñar y pagar. Valga la doble acotación, la tupida y alienante publicidad que el subterráneo citadino de la era capitalista, según los sesudos ministros de Planificación y Finanzas del siglo, sencillamente nunca se permitió, dejó constancia casi notarial de la imposibilidad de abordar un avión tan costoso como el trámite mismo del pasaporte.
La dictadura sistemáticamente indujo la emigración, más allá de la brutal represión que, sobre todo, cebó sobre las juventudes inconformes al pretender aleccionarlas. Incluso, poco le importó y le importa que versemos sobre un capital humano de alta calificación, cuyas credenciales académicas abre con mayor facilidad las puertas a la supervivencia fuera del país, reacia a la sociedad de extorsionados, ágrafos y delatores suficientemente dibujada.
Alcanzamos un inédita dimensión afectiva respecto a las personas que se marcharon, pendientes otras por hacerlo, asomado un diferente relacionamiento social y cultural de acuerdo a las distancias geográficas alcanzadas y a la propia prolongación de una situación que ya no luce meramente transitoria. La utilitaria, subyacente y falsamente generosa oferta que hace el régimen, sintetizada en la remesa que trepa la jerarquía del mito, no recompensa la honda tristeza generada por la diáspora, porque – faltando poco – constantemente es devorada por la hiperinflación, aceitando la maquinaria económica del Estado Criminal.
Fotografía: LB, estación Plaza Venezela del Metro de Caracas (16/11/2019).
04/02/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/de-la-emigracion
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