Luis Barragán
En las vecindades del Día de la Juventud, es pertinente recordar los sucesos ocurridos por febrero de 1928. El estudiantado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con muy duras consecuencias, so pretexto de las carnestolendas de entonces, se alzó en protesta contra la larga dictadura de Juan Vicente Gómez, quien - distanciado en Maracay – no sospechó de la audaz e ingeniosa resurrección de un movimiento civil (y de la civilidad), mientras recibía y celebraba a los aviadores franceses que nos visitaban, o le distraían las publicitadas estampas de su vicepresidencial hijo, José Vicente, junto a Josefina Revenga.
La nuestra, por cierto, creció bajo el prolongado dominio de la llamada generación del ’28, al igual que la del ’58, finalmente vencida, creyendo ahora e ilusamente que las más recientes están informadas de ambos fenómenos que hacieron la vigorosa tradición de las luchas estudiantiles que también nos hicieron República. De éstas, francamente olvidadas, con el decidido estímulo del régimen que jura situarnos en el siglo XXI, sólo se mantiene en pie un cierto, nebuloso e inexplicado mesianismo, renovado hacia 2007 con el cierre de RCTV que suele traicionar los más elementales supuestos generacionales de Ortega y Gasset, el más decidido propulsor y quizá precursor de la tesis.
Nuestro propósito no es repetir la crónica de aquellos ya lejanos incidentes caraqueños, pues, existe una prolija historiografía al respecto, ni reducir la vida juvenil a la universidad, aunque ella suele sintetizarla y emblematizarla. Deseamos llamar la atención sobre la interesada ruptura de la tradición que partió un 12 de febrero de 1814, con la Batalla de La Victoria, concediéndonos una sucesión de experiencias y de vivencias que, además, en el cuadro natural de sus contradicciones, hizo del movimiento estudiantil seguro semillero de la vocación, el talento y el liderazgo político venezolano: no por casualidad, también escenario de origen de Fidel Castro que luego se esmeró en acabarlo en Cuba, como ha ocurrido en Venezuela por estos tiempos.
Recientemente, en un foro realizado con estudiantes de la UCV, hicimos un breve ejercicio, preguntándoles qué hubiesen hecho de haber tenido la ocasión de protestar a Gómez, pues, Raúl Leoni, pronto a egresar, presidente del gremio estudiantil, decidió darle la oportunidad a los veinteañeros y noveles cursantes, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt, para hablar en los actos febreristas y carnavalescos. Unos, lamentaron que no hubiese el teléfono inteligente para que todos supiesen del enérgico mensaje, mientras otros se dijeron dispuestos a ir a la cárcel en masa, como cuida la actual dictadura quirúrgica que no acaezca. No obstante, al repreguntarles, dos voces coincidieron, entre risas, que lo mejor hubiese sido hablar en el Panteón Nacional y correr a un partido del status quo para que les financiara los próximos pasos y le aseguraran a Villalba y a Betancourt alguna curul edilicia o parlamentaria.
El par de mozalbetes, añadiendo a Leoni, hicieron caso de sus convicciones más profundas, e iniciaron un camino dificultoso y extendido, no otro que el histórico, comprometidos más allá de las engañosas circunstancias inmediatas, nada envanecidos por la fama repentina que alcanzó al centenar de estudiantes presos y forzados a trabajar en las carreteras. Descubrieron y perfeccionaron una vocación – la política – urgida de redescubrir hoy al encontrarnos en un dramático momento histórico, aunque muchos se digan en días de feria.
Reproducciones:
Recibimiento de los
aviadores franceses. El Universal, Caracas, 20/01/1928.
Onamástico. Élite, Caracas,
nr. 131 del 17/03/1928.
20/02/2020:http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36370-barragan-l
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