sábado, 9 de agosto de 2014

PANEBARCO 7/10

El Nacional - Domingo 08 de Mayo de 2005     A/11
Marxismo-leninismo
El discurso del marxismo-leninismo no sirve para legitimar dictadores que sólo abandonan el poder cuando se les acaba la vida (Stalin), mientras que el leninismo funciona de maravilla para cuanta voluntad de poder absoluto ande por ahí. El poder algunas veces requiere de su vestimenta
Massimo Desiato

Es decir, la doctrina oficial del estalinismo. Porque Lenin no se decía a sí mismo marxista-leninista (no era megalómano) ; pero tampoco podía reconocerse sin más ni más como marxista, al romper con los textos de Marx y Engels en lo concerniente a la dictadura del proletariado.
Entonces, cuando alguien afirma que es marxista-leninista está simplemente afirmando que es en realidad estalinista (sería mejor decir un “seguidor de Stalin” ) una de las peores versiones del comunismo real.
No hay que sostener, como cierta clase de izquierda quiere dar a entender, que la verdadera alternativa a Stalin no fue el marxismo, ni Trotsky, ni Bujarin, sino Lenin. Por el contrario, Lenin fue la premisa y la condición de Stalin, y cuando el eurocomunismo en la década de los ochenta comienza la crítica del segundo, olvida por completo criticar al primero como el gran desertor del texto marxista. En palabras de Vittorio Strada: “Por esta razón, el marxismo oficial sigue siendo lo que es desde cuando se casó con el leninismo:
un obstáculo casi impenetrable para la investigación histórica y política, un instrumento de dominio y represión, posesión exclusiva de la cúspide de una jerarquía que logra arrojar su propia oscuridad mental hasta los niveles más bajos”.
Hay que llevar a cabo una crítica del leninismo precisamente para romper el guión que permite la fusión marxismo-leninismo como si se tratara de un mismo curso. Si bien esta crítica fue llevada a cabo por Rosa Luxemburg, también es cierto que no se trató de una crítica radical, pues aceptaba la revolución bolchevique mientras reivindicaba su opuesto, es decir, aquella democracia que la revolución de Lenin había inevitablemente aniquilado.
Recuerdo todo esto porque si Venezuela tiene que inventar el socialismo del siglo XXI sería bueno que explícitamente se dijera que esta nueva búsqueda nada quiere ni tiene que ver con el marxismo-leninismo. Ni con Lenin, ni con Stalin ni con cualquier otro gobernante en el mundo que los haya reivindicado o los use como fuente permanente de inspiración. Porque Lenin y Stalin rechazaron la democracia, mientras Marx no lo hizo (desde luego, Marx no constituyó un comunismo real.
Marx se quedó en los textos).
Insisto en recordar con Agnes Heller, entre muchos otros intérpretes, que el leninismo nació como oposición cada vez más clara e irreconciliable contra el movimiento socialdemócrata y marxista ruso de cuyo seno salió para reconocerse como “bolchevique” en oposición a “menchevique”.
La diferencia entre Marx y Lenin se reduce, para el formato de esta nota, como sigue. Para Marx el sujeto revolucionario se apropia del Estado para democratizarlo de punta a punta y, al así hacerlo, lo transforma de aparato de represión en dispositivo de liberación. Pero esto significa que no es suficiente apropiarse del Estado y ponerlo a andar, sino que hay que construir un nuevo Estado que “quiebre la estructura burocráticapolicial-militar a favor de la autogestión del pueblo”.
Como puede verse, para Marx Estado militar y autogestión no pueden ir juntos. Para Lenin sí. A tal punto que Lenin se apoderó del Estado pero no lo transformó. El Estado siguió siendo esa estructura “burocráticapolicial-militar” que al final terminó con Stalin quebrando la autogestión y traicionando la Revolución.
En palabras más sencillas:mientras el marxismo no es sinónimo de dictadura, el leninismo sí lo es. Y todavía más lo es el marxismoleninismo de Stalin, donde el “guión es abusivo”.
Uno se preguntará por qué el leninismo y el marxismo-leninismo han tenido tanta suerte, mientras el marxismo se quedó en letra muerta. La respuesta es, si se quiere, bastante sencilla:
el discurso del segundo no sirve para legitimar dictadores que sólo abandonan el poder cuando se les acaba la vida (Stalin), mientras que el primero funciona de maravilla para cuanta voluntad de poder absoluto ande por ahí. El poder algunas veces requiere de su vestimenta.
Para algunas cosas es pudoroso.
Resumiendo tenemos entonces:
1) la democracia representativa liberal burguesa; 2) la democracia radical marxista; 3) la dictadura marxista-leninista.
Si Venezuela parece haber descartado la primera opción, tiene que elegir entre 2 o 3. Si elige la democracia radical marxista, es bueno recordar que quien guía la suerte del país cambia periódicamente.
Si elige el marxismoleninismo, el líder no cambia nunca. Pero en ese caso no se habrá inventado nada nuevo.

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