EL NACIONAL - Viernes 22 de Agosto de 2014 Opinión/6
Larrazábal
Los militares educados durante los 40 años de la república civil contribuyeron al desarrollo nacional.
Aunque no faltaron quienes cayeron ante los cantos de sirena
Eduardo Mayobre
Cuando cayó la dictadu-ra de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de Enero de 1958, el gobierno de Venezuela se constituyó como una Junta Militar, presidida por el oficial de mayor antigüedad, contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto. Al día siguiente la Junta dejó de ser militar, porque salieron de ella dos generales perezjimenistas y entraron dos civiles: Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. Desde entonces se inició el camino a la democracia que distinguió a Venezuela de la mayoría de los otros países de América Latina en la segunda mitad del siglo XX. En diciembre de ese mismo año se realizaron elecciones que ganó en buena lid Rómulo Betancourt, candidato del partido Acción Democrática.
Durante 1958 Larrazábal debió sortear los más difíciles escollos. Resistió un intento de golpe de Estado liderado, como era costumbre, por su propio ministro de defensa, general Jesús María Castro León, y otras intentonas de restaurar la institucionalidad cívico militar de la década anterior.
Alcanzó, con su simpatía y carisma, una alta popularidad.
Para poder presentarse como candidato en las elecciones de diciembre, apoyado por Unión Republicaba Democrática y el Partido Comunista, renunció a la presidencia del gobierno.
Obtuvo la segunda mayoría y, no obstante las manifestaciones radicales de algunos de sus seguidores, reconoció gallardamente el triunfo de su adversario. Se inició así el régimen democrático constitucional que duraría por el resto del siglo.
El talante democrático de Wolfgang Larrazábal lo mantuvo a lo largo del resto de su vida. Fue un ejemplo. Le aceptó a su rival en las elecciones, Rómulo Betancourt, la embajada de Venezuela en Chile.
Recuerdo que cuando llegué a vivir en Santiago en 1963, poco después de que el ex presidente de la junta hubiera dejado la embajada, los chilenos, desde los más encopetados hasta los taxistas, me hablaban con admiración de ese venezolano que se había ganado su cariño.
Relato lo anterior para subrayar que no es contradictorio ser militar y democrático.
Larrazábal es quizás el mejor ejemplo, por las circunstancias que debió enfrentar y vivir. Pero hay muchos otros. Desde el general y presidente Isaías Medina Angarita, quien intentó la transición a un gobierno pacífico y del pueblo hasta el general Rafael Alfonso Ravard, artífice de unos de los mejores logros de la democracia, el desarrollo de las industrias básicas estatales de Guayana, y primer presidente de Pdvsa.
Los militares educados durante los 40 años de la república civil contribuyeron al desarrollo nacional. Aunque no faltaron quienes cayeron ante los cantos de sirena de la tradición de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. A estos últimos se asociaron tardíamente algunos nostálgicos de la lucha armada contra la democracia.
Larrazábal es quizás el mejor ejemplo del militar democrático e institucionalista. De quien hizo prevalecer las instituciones civiles sobre las de las armas. De quien no obstante la inclinación a la violencia y a la subordinación de muchos de sus compañeros castrenses supo oír la voz del pueblo e intentó satisfacer sus reivindicaciones. Fue corto su periodo de gobierno pero fue decisivo.
Permitió salir de la dictadura militar y devolver al pueblo el ejercicio de la soberanía. Gobernó con civiles de reconocido prestigio y le entregó el mando a un profesor de derecho romano, Edgar Sanabria.
Larrazábal, un marino carupanero que había sido relegado a posiciones de poco poder durante los años de dictadura militar, supo conducir a Venezuela hacia el buen puerto de la democracia y dio necesarias muestras de honestidad, valor y civismo. Supo también canalizar las ansias de libertad y justicia que despertaron con la caída de la dictadura y convertirse en líder popular respetado por moros y cristianos.
Ojalá no se haya perdido su ejemplo.
Reproducciones: Una, Wolfgang Larrazábal al regresar a Venezuela, encabeza un mitín del FDP; a su lado, Jorge Dáger. Momento, Caracas, nr. 554 del 26/02/67. La otra,Larrazábal juega dominó en el Círculo de las Fuerzas Armadas, Mamo; reportaje sobre la Semana Santa. Momento, Caracas, nr. 509 del 17/04/66.
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