Utilizamos una camioneta-por puestos, llamándonos la atención las arrugas íntimas y astilladuras del vidrio. Subrepticiamente, en un medio de transporte público, grabamos la escena. La ociosa curiosidad de un hecho cotidiano, pues. Empero, no extrañará algo semejante en una galería o museo de quienes muy antes le dieron formalidad a esa curosidad. Es válido, aunque no responde a nuestra interrogante sobre el arte contemporáneo y cuál de los más contemporáneos.
LB
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