sábado, 9 de agosto de 2014

PANEBARCO 9/10

EL NACIONAL, Caracas, 3 de abril de 1997
Notas
Eduardo Vásquez

Hemos dicho en ocasiones recientes que la izquierda venezolana ha sido muy responsable de nuestra pobreza intelectual, y añadiría también de nuestra miseria moral. Me considero como ubicado a la izquierda, si se entiende como tal respetar lo que se tiene por verdadero, creer en la igualdad de los hombres, denunciar y condenar todo lo que nos envilece, nos degrada y despoja de nuestra libertad. Creemos haber sido consecuentes durante nuestra vida universitaria con esos principios.
Hacia los años setenta nos ubicábamos en la izquierda en la Universidad. Pero la izquierda dogmática y pro soviética nos combatió con todas las armas a su alcance porque habíamos traducido el libro de Henri Lefebvre, El Materialismo Dialéctico, y difundíamos el pensamiento de George Lukacs, lo cual culminó con nuestra traducción de Investigaciones Dialécticas, de Lucien Goldmann, discípulo de Lukacs. Estos pensadores fueron declarados revisionistas por el marxismo soviético que nada quería entender de libertad, de enajenación (o cosificación), de totalidad concreta, etc., todo lo cual implicaba una larga crítica del positivismo stalinista pseudomarxista. También dimos a conocer el pensamiento de Fritz Sternberg, cuya obra Le Conflict du Szécle es el mejor, elaborado y más completo análisis de la evolución política y económica de la Unión Soviética, en el que se veía que ella no era ni socialista ni marxista. Los ahora masistas y para entonces comunistas nos colocaron en los bandos de la reacción y de los lacayos del imperialismo. La Unión Soviética también tenía sus lacayos y para desgracia de la Universidad Central eran allí la fuerza dominante. Académicamente, se obligó a los profesores, cuando no eran militantes, a callarse, a no ver, a no criticar. Es por eso que hemos sostenido que la ``izquierda'' venezolana le hizo un gran daño intelectual al país.
Hoy vemos al ministro Petkoff, jefe de la izquierda universitaria y ahora jefe de las fuerzas antiuniversitarias, criticar duramente a la Universidad, cuyos vicios o carencias él contribuyó grandemente a formar. Podemos hablar de las Facultades de Humanidades y Economía porque tenemos conocimientos muy completos de lo que ocurría con ellas. Era norma la no presentación de concursos. Los militantes del partido dominante, la izquierda, por supuesto, entraban como interinos; esto es, debían presentar concurso en breve tiempo. Pero allí permanecían diez o más años y si se llamaba a concurso era porque ya el interino era dueño de la cátedra. Concursos que eran una farsa, con jurados ad hoc . Esto impuso en la Universidad una incorporación de profesores, por todos los partidos con poder. Pero la izquierda dominante, supuestamente crítica, se convirtió en cómplice y patrocinadora. Ya la responsabilidad académica por el atraso ideológico es enorme. Pero la responsabilidad política que hizo posible la primera tiene también gran trascendencia.
En 1970, las autoridades interinas, Oswaldo De Sola, Juan José Puigbó y yo mismo, nos enfrentamos a la alternativa de transformar la Universidad de tal modo que fuera posible la aplicación cabal de la Ley de Universidades y la restauración de la autonomía, o bien llamar a elecciones para mantener el status quo . O bien reforma o bien elecciones. Para comprender por qué las autoridades tuvieron que llamar a elecciones hay que recordar la situación política de la época. Caldera decidió la intervención de la Universidad Central, con todo el apoyo de Acción Democrática; tenía como candidato presidencial a Lorenzo Fernández. Fue así que las izquierdas, entre las cuales estaba el MAS de Teodoro Petkoff, prometieron su apoyo a Copei contra Carlos Andrés Pérez a cambio de no cambiar nada en la Universidad. Este pacto hizo imposible todo cambio en la UCV, toda reforma destinada a extirpar vicios y violaciones de ley. Ninguna fuerza política quiso transformación alguna en la UCV, y no es pequeña la parte de responsabilidad que le atañe al profesor Petkoff en colaborar para que la Universidad cayera en una degradación constante y le fuera imposible salir de ella. Los partidos políticos que hoy condenan a la Universidad y que la acusan de no ser capaz de autoevaluarse, de no aplicar la heterologación, son los principales responsables de que ello no se haya podido realizar. Siempre han apoyado a las autoridades que aspiran a ser elegidas, no por su trayectoria universitaria, sino por compromiso de no hacer nada que afecte sus intereses. Hoy, uno de los responsables, el profesor Petkoff, responsabiliza a la Universidad por lo que él en gran parte es responsable, por lo que él y sus huestes no le permitieron hacer. Es cierto que la postración de las universidades venezolanas es un hecho, está allí y es difícil negarlo. Pero ese hecho es un resultado, es el producto de todo un proceso en el que los partidos políticos que hoy la enjuician son los principales gestores de ese resultado. Y el jefe del MAS, que hoy la enjuicia tan duramente, no es el menos responsable.

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